Girondins de Burdeos reinó durante mucho tiempo en la cima de la Ligue 1. Con sus 6 títulos de campeones de Francia, se han consolidado como una institución en el fútbol francés. El club incluso vivió una época de gloria en los años 90, con apariciones en finales de la Copa de Europa y jugadores excepcionales como Zinedine Zidane. Sin embargo, los últimos años han sido un descenso al infierno.
El grupo propietario M6 ya había registrado una deuda colosal y decidió en 2018 deshacerse del club. Los fondos de inversión estadounidenses General American Capital Partners (GACP) y King Street tomaron el asunto. Afirmaron directamente querer inyectar montos significativos en un corto período, con el objetivo de obtener beneficios. En realidad, fue el comienzo de la caída en picada para Burdeos. A nivel deportivo los resultados eran muy irregulares y el club descendía cada vez más en la clasificación de la Ligue 1. El ambiente dentro del club era tenso, conflictivo y los comportamientos inapropiados de los nuevos dirigentes fueron señalados por los aficionados y empleados. Así, entre la masa salarial excesiva, la contratación de numerosos ejecutivos y el estilo de vida derrochador de los dirigentes estadounidenses, dispararon los gastos de viáticos. Girondins se encontró rápidamente con una deuda de casi 60 millones de euros.
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En este punto apareció Gérard Lopez, accionista de origen español. Con un montón de promesas que fueron hechas hechos para los años siguientes y con la pasividad de los caudillos políticos, esta transferencia se permitió. Aunque ya era conocido por haber dejado en ruina clubs como LOSC o el Royal Excel (Bélgica), no se exigió ninguna garantía al nuevo accionista y así fue que llegó. Gérard Lopez no pareció tener un proyecto claro para el club. Durante la temporada 2021-22, los entrenadores y los malos fichajes se sucedían. Con la peor defensa de Europa y 91 goles en contra, Bordeaux fue relegado a la Ligue 2, un desastre para los hinchas.
A pesar de los numerosos esfuerzos realizados por la ciudad para intentar salvar al club (exoneraciones de todo tipo, reducción de tasas de interés, etc), los gastos exorbitantes continuaron. En la temporada 2023-2024, la deuda ascendió a 90 millones de euros con un déficit de 54 millones. Los gastos en scouting y agentes de jugadores fueron escandalosos, alcanzando hasta 1 millón de euros durante la transferencia de Sekou Mara. Después de solo dos cortas temporadas, el club es puesto en concurso de acreedores y debe presentar un presupuesto ante la DNCG (comisión de control financiero). La sanción fue definitiva.
El club tenía dos semanas para reunir la suma de 40 millones necesaria para mantenerse en la Ligue 2. López se negó, pensando que aún podía encontrar un comprador, sin embargo, el retiro del grupo Fenway Sports de las negociaciones confirmó el descenso a la National 2 (4ª división). Más que una humillación deportiva, esto marca la pérdida del estatus profesional para el club con seis títulos de Francia. Un desastre que llevará al club a perder su centro de formación y a liberar a todos los jugadores de sus contratos.
Al final, hay varios responsables que deben ser señalados. A pesar del déficit estructural del club, la gestión por parte de los accionistas mostró cómo individuos atraídos por la promesa de ganancias rápidas provocaron la quiebra del club. Además, hay que criticar a la DNCG. El organismo encargado de controlar las cuentas efectivamente cerró los ojos ante esta situación catastrófica, esperando cuatro años antes de pedirles cuentas a los accionistas.
Estos tipos de historia permiten así poner en tela de juicio el relato del Gobierno intentando imponer la Sociedades Anónimas Deportivas. El Gobierno había destacado en particular al grupo 777 Partners, principal candidato a invertir en la SAD. Si bien las promesas de beneficios y apoyo económico pueden ser tentadoras, no hay que olvidar las repercusiones reales de este tipo de inversión. 777 Partners, que ya ha sido implicado en casos de impagos con clubes como el Standard de Lieja, se enfrenta también a acusaciones de fraude.
Entonces, si se quiere evitar que los clubes argentinos sufren el trágico destino que han conocido muchos clubes europeos, la lucha contra la SAD es una prioridad. Si la locura neoliberal promovida por Milei llega a atacar a los clubes argentinos, estos caerán en manos de accionistas cuyo único objetivo es la rentabilidad a toda costa, en detrimento del amor por el fútbol.