Son las dos caras de la AFA. Por un lado, tercera final seguida en el Mundial de futsal. Ayer tocó derrota (1-2) inmerecida contra Brasil en Uzbekistán, con Gianni Infantino, presidente de la FIFA en la cancha, porque quiere llevar el futsal a los Juegos Olímpicos. El análisis previo indicaba que Brasil (campeón en seis de las diez ediciones) tenía más clase individual, pero desorden defensivo. Fue al revés. Las distracciones defensivas fueron de Argentina y facilitaron los goles de Ferrao y Rafael para el exagerado 2-0 de Brasil en el primer tiempo. Luego Brasil fue una muralla, fortalecida porque renunció al ataque, pero ante todo por las tapadas formidables del arquero Willian (solo vencido a dos minutos del final, con gol de Matías Rosa, arquero-jugador cuando ya Argentina desesperaba por el descuento).
Suele suceder con el fútbol. Los partidos se preparan y la previa casi que los da por jugados antes mismo de que la pelota empiece a rodar. Pero, como escribió alguna vez Dante Panzeri, “fútbol es recuerdo de lo que jamás se repetirá”. Y así sucedió en la final de Taskent. Brasil, que había iniciado el Mundial con una gran seguidilla de goleadas, terminó coronándose con todo su equipo casi metido adentro de su arco, implorando el final.
Mérito puro de la selección dirigida por Matías Lucuix. Y de una generación de jugadores que lleva tres finales seguidas, incluído el título de 2016. Y también del trabajo de clubes como Franja de Oro (Pompeya), 17 de agosto (Villa Pueyrredón), Pinocho (Urquiza), América del Sud (Flores), Glorias (Tigre), Estrella de Maldonado (Palermo), Nueva Estrella (Lugano), Jorge Newbery (Versalles) y Caballito Juniors, además de los grandes Boca, River, Racing o San Lorenzo. Son sólo algunos de los clubes de barrio que cita el colega Gustavo Bruzos en su libro “Revolución Futsal”, una disciplina que hoy tiene más categorías y más difusión, pero que puede crecer todavía mucho más, porque su notable desarrollo porteño debe extenderse aún al resto del país. Y porque en el futsal nacen también posibles campeones mundiales para el fútbol mayor. “En la etapa de formación –reconoció tiempo atrás el DT Lionel Scaloni- el futsal es fundamental” para el jugador. Allí está, sino, el colombiano Richard Ríos, jugador de futsal hasta que ya con 18 años lo fichó Flamengo y hoy, con 24, es volante de Palmeiras y titular de la selección de su país, finalista de la última Copa América.
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La nueva final del futsal también es la confirmación para la AFA de un trabajo más serio a nivel selección, sello de la gestión liderada por Claudio “Chiqui” Tapia. Pero el fútbol de todos los días vive de algo más que la selección, por mucha Copa Mundial o Copa América que pueda lucirse en las vitrinas. Hablamos del campeonato local. ¿En serio ya está definido que la AFA anulará otra vez los descensos y que la temporada próxima habrá entonces treinta equipos en Primera? ¿Qué pasó entre el Tapia que asumió hace siete años diciendo que la cifra ideal para una Primera división era 18 o 20 equipos? ¿Y que pedía 22 para la Primera B (ahora son 38)? Por un lado, ese despropósito. Y, por otro, que los cambios vuelvan a producirse en plena competencia. La AFA puede argumentar el modelo FIFA, que también amplió sus Mundiales de Clubes y de Selecciones. Y que lleva su próximo Mundial de 2026 a una Liga que también tiene 30 equipos en Primera (Estados Unidos) y a otra que tampoco tiene descensos (México). Consuelo pobre para una Liga, la nuestra, que precisa de modo urgente mejorar su calidad y que juega de tiempo neto solo cincuenta de sus noventitantos minutos.
Todo indica que, además de las reformas ya mencionadas, la AFA, en medio de su batalla contra el gobierno de Javier Milei que pretende imponerle por decreto el formato de Clubes SAD, reelegiría el 17 de octubre a Tapia hasta el año 2027 (siempre y cuando no haya freno de la Inspección General de Justicia a la que recurrió Talleres de Córdoba). Como sea, Tapia tendrá tiempo suficiente para que los dos modelos (el de la selección por un lado, y el de la Liga por el otro) se parezcan al menos un poco más.