El jueves pasado el fútbol argentino sumó una víctima más a la larga lista que tiene desde que la actividad comenzó en el país. Se trata de César “Lolo” Regueiro que sufrió un paro cardíaco y murió camino al hospital. Fue en medio de una brutal represión fuera de la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata que, además, afectó directamente a la gente que estaba dentro del estadio. Hubo balas de goma, gases lacrimógenos y puertas cerradas que impedían salir a la gente de las tribunas para tratar de tomar aire. Una de las primeras decisiones de la AFA fue reprogramar el encuentro, la otra fue poner un minuto de silencio en la previa de cada partido y, por último, definir que la fecha siguiente comience normalmente el sábado.
Hoy ir a la cancha es una actividad insegura. En este caso, la brutalidad con la que se manejó la policía bonaerense durante el encuentro entre Gimnasia y Esgrima La Plata y Boca llevó al fallecimiento de Regueiro. El cóctel de un operativo defectuoso sumado a la inmensidad de personas que fueron a la cancha y, además, las decisiones con respecto a las puertas una vez comenzada la represión estuvo a un paso de convertir la noche del jueves en una tragedia aun mayor. Sin embargo, en el horizonte aparece una situación que es repetida: lo que ocurre cada fin de semana en la mayoría de los estadios.
Los hinchas argentinos naturalizamos lo que pasa en la previa. Un fanático habitual de un club sabe que los golpes, amontonamientos, malos tratos, gases pimientas y demás son situaciones habituales. Un par de horas después de lo ocurrido en el partido entre Gimnasia y Boca, el periodista Andrés Yossen (@FinoYossen en Twitter) armó un hilo con videos de diferentes situaciones a lo largo y ancho del país en la previa de los partidos. En las imágenes se ven situaciones graves que ocurrieron en Tucumán, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires, entre otros lugares.
En este punto, sin ir más lejos, los hinchas del rival de Gimnasia el último jueves, Boca, multiplican las denuncias sobre lo que ocurre desde hace varias semanas en las puertas de la Bombonera. Palazos, golpes y gas pimienta a fanáticos en uno de los accesos de la calle Pinzón. No obstante, esta situación no es únicamente en esta cancha: pasa en cada previa del fútbol argentino aunque, en la mayoría de los casos, la situación no llega a una tragedia como la que se vivió el jueves.
El riesgo más grande a partir de estas situaciones se traduce en la normalización del contexto. El acostumbramiento a un hecho violento en las puertas de un estadio solo por querer ver a un equipo de fútbol. En el fútbol de primera, por ejemplo, el público visitante está prohibido desde 2013. En aquel momento, en un encuentro entre Estudiantes de La Plata y Lanús, el fanático del Granate, Martín Jérez, falleció cuando recibió un balazo de goma en el pecho. Esa muerte desencadenó que no haya más hinchas visitantes. En el ascenso no está permitido desde antes. La prohibición llegó en 2007. Sin embargo, las situaciones violentas en los estadios siguen ocurriendo.
La violencia, por otro lado, no solo está ligado al accionar de la policía. En este punto, vale decir, que los enfrentamientos entre barras (internas o de diferentes clubes) también es un problema severo. De hecho, previo al fallecimiento de Regueiro, un par de semanas antes murió un hincha de San Martín de Tucumán. Manuel Alejandro López, de 36 años, fue asesinado a balazos -según se investiga- durante un enfrentamiento entre dos sectores de la barra del Ciruja minutos antes de un partido por la Primera Nacional.
En estos últimos puntos, aparece una situación que no se puede dejar de lado. El encuentro entre San Martín de Tucumán y Belgrano de Córdoba se jugó normalmente. Aunque el hecho haya ocurrido a menos de seis cuadras de la cancha. En julio, en un encuentro entre Leandro N. Alem y Luján por la Primera C, una patota atacó a los tiros a la hinchada del “Lujanero”. Allí murió Joaquín Coronel, de 18 años. El partido no quedó suspendido: le descontaron tres puntos a ambos equipos y el el encuentro o se reanudó en septiembre. Terminó en empate.
En el caso de lo ocurrido el jueves, la AFA -de entrada- decidió que el partido se reanude y que la próxima fecha siga igual aunque con un minuto de silencio. La respuesta, en los primeros partidos del sábado fue inmediata. En el clásico entre Vélez y San Lorenzo, por ejemplo, se cantó: “El que no salta es un botón”. Un grito de bronca en un fin de semana que no debería ser igual que los anteriores.