Albeiro "Palomo" Usuriaga fue uno de los jugadores más singulares de la historia del fútbol argentino e ídolo de Independiente en la década de 1990. Sin embargo, su vida tuvo un trágico final a los 37 años cuando fue asesinado de 13 balazos el 11 de febrero de 2004 por un dúo de sicarios de Colombia, su país natal. Tuvo dos ciclos en "El Rojo": 1994-1995 y 1996-1997. En total, fueron para él 63 partidos oficiales, con 20 goles y 3 títulos conseguidos.
La historia marca que el exdelantero de 1.92 metro nació el 12 de junio de 1966 en Cali. Atacante habilidoso, potente y rápido pese a su gran estatura, debutó en la Primera División a los 19 años en América de Cali en 1986. Además, pasó por otros clubes de Colombia, España, México, Brasil, Argentina, Ecuador, Paraguay y Venezuela.
El trágico final del Palomo Usuriaga: de ídolo a Independiente a ser asesinado por sicarios colombianos
Poco tiempo después de su retiro como futbolista profesional en 2003, a las 19.20 horas del 11 de febrero de 2004 el exjugador se encontraba en un negocio de juegos de azar y venta de bebidas en un barrio de su Cali natal. Estaba jugando al dominó y a las cartas en el sitio en el que solía pasar mucho tiempo con sus amigos y allegados. En un momento de la noche, un joven se bajó de una moto y le disparó 13 veces ocasionando su muerte inmediata, mientras otro delincuente lo secundaba. A los tres días, Albeiro debía viajar a Japón para participar de un encuentro de exhibición.
Tres años más tarde, las investigaciones concluyeron que el asesinato fue ordenado por Jefferson Valdez Marín, el jefe de una banda de sicarios conocida como "Molina" o "La Negra". Al principio se había especulado con que habían matado al exgoleador porque había sido testigo de un crimen narco por un ajuste de cuentas, aunque esa teoría jamás llegó a comprobarse. Se hicieron diversos funerales del "Palomo" Usuriaga en Cali y su cuerpo fue trasladado al cementerio Metropolitano de la ciudad.
Obsesionado con ser una figura del fútbol argentino y trascender en los medios de comunicación, el cafetero deslumbraba a los hinchas de Independiente con su carisma: se quedaba mucho tiempo sacándose fotos y firmando autógrafos para complacer a los fanáticos en los alrededores del estadio. A pesar de la distancia por las obligaciones de su profesión, siempre se hacía tiempo para regalarles ropa y pagarles los estudios a los jóvenes de su barrio de origen.
No obstante, los excesos de velocidad, las fiestas, el alcohol y la controversia con las drogas también fueron parte de su agitado recorrido. En 1997, un análisis que le hicieron arrojó muestras de cocaína, por lo que recibió una suspensión de dos años. Aquel episodio marcó un antes y un después en su trayectoria y en su vida también: cambió sus números de teléfono, se recluyó en el barrio caleño y cayó en una profunda depresión, apenas acompañado por su recién nacida hija Lady Daiana.
Tanto el representante de Usuriaga, Juan Carlos Vázquez, como su entonces abogado Fernando Burlando lo defendieron públicamente y aseguraron que no era "un consumidor de cocaína, sino un experimentador". En Colombia ya tenía dos pedidos de prisión: uno por agredir a un policía y otro por haber comprado una moto robada por 3000 dólares.
"Todos hemos cometido errores, pero nunca fui adicto, fue un problema que tuve y nada más. Fueron las ganas de probar y justo me tocó el control antidoping...", se defendió "El Palomo". "Fue la única vez que consumí. No me sentí apoyado en general, pero me ayudaron Diego Maradona, Claudio Caniggia y ´El Cabezón´ (Oscar) Ruggeri", reconoció ante el diario Olé en el 2000. Se trató de uno de los futbolistas extranjeros más icónicos de la década de 1990 a nivel nacional, potenciado por haber integrado un club grande que solía protagonizar los torneos como Independiente.