El debut en la Eurocopa une temporalmente a la polarizada Georgia

21 de junio, 2024 | 06.27

Georgia perdió ante la vecina Turquía en su estreno en la Eurocopa 2024, pero en su país los ánimos siguen siendo optimistas, ya que el primer gran torneo de la selección ofrece un alivio a la amarga política nacional.

"El ambiente está por las nubes", afirmó Giorgi Gogishvili, un aficionado de 53 años, en la capital, Tiflis, donde los georgianos esperaban con impaciencia el segundo partido del sábado, contra República Checa. "Toda la ciudad, toda la nación georgiana, está orgullosa de los muchachos".

En su vibrante primera actuación en el torneo en Alemania, a la selección número 74 del mundo se le negó el empate contra Turquía por la anchura del poste en el tiempo añadido, antes de encajar el 3-1 en los últimos segundos.

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Sin embargo, esa animosa actuación mantuvo las buenas vibras después de que la clasificación de Georgia en marzo, tras derrotar a Grecia en la tanda de penaltis y acceder por primera vez en su historia a un gran torneo internacional, desatara el júbilo en este país de 3,7 millones de habitantes.

Durante el partido contra Turquía, las calles de Tiflis se vaciaron y los aficionados acudieron en masa a los bares o al estadio principal, donde se retransmitió el encuentro en cuatro pantallas gigantes.

Para muchos georgianos, la Eurocopa ofrece un breve paréntesis y un momento de unidad nacional, cuando las fricciones sociales son elevadas incluso para los estándares de su larga y amarga política.

EL FÚTBOL ECLIPSA LA POLÍTICA

A principios de mes entró en vigor una ley sobre "agentes extranjeros" que, según los críticos, es draconiana y está inspirada en Rusia.

Esta ley ha desencadenado algunas de las mayores protestas en Georgia desde su independencia de Moscú en 1991 y las fuerzas de seguridad han respondido con violentas medidas represivas.

Varios jugadores de la selección nacional han criticado la ley, para enfado de figuras del Gobierno que afirman que es necesaria para proteger la soberanía y detener lo que consideran un complot occidental para arrastrar a Tiflis a un enfrentamiento con Rusia.

Pero mientras los jugadores georgianos están en el campo, las pasiones políticas se apagan.

La élite política de Georgia acudió en masa al partido inaugural del martes en Gelsenkirchen, con el primer ministro, Irakli Kobakhidze, y la presidenta, Salomé Zurabishvili, en el estadio, a pesar de sus políticas opuestas.

El expresidente encarcelado Mijeil Saakashvili publicó en Facebook un mensaje de apoyo al equipo desde la prisión donde cumple una condena de seis años por abuso de poder.

"El deporte siempre une a la nación", añadió el aficionado Gogishvili, un profesor de matemáticas que simpatiza con las protestas encabezadas por los georgianos más jóvenes.

Davit Mikeladze, programador de 32 años en Batumi, la segunda ciudad de Georgia, se deshizo en elogios hacia el equipo, pero se mostró escéptico ante la posibilidad de que tenga un impacto duradero en la política local.

"Todo el mundo quiere que gane el equipo", afirma.

"Hasta cierto punto, sí, nos une. Hasta cierto punto, distrae a todo el mundo, pero probablemente después del campeonato todo volverá a empezar".

Con información de Reuters