Una nueva función de Lionel Messi y una nueva oportunidad para rendirnos a sus pies. Después de un recibimiento a puro cariño para dejar en claro que esto no es París, Messi devolvió las gentilezas con un partido en el que brilló como en los viejos tiempos, siendo el conductor de un equipo que cada vez está más motivado para la Copa del Mundo.
Desde un primer momento, el “Diez” distribuyó las jugadas y tomó un rol lejos del área para darles protagonismo a sus compañeros. Aprovechando las deficiencias de la defensa de Venezuela, los ataques se fueron profundizando y los espacios se fueron abriendo para que el primer gol de la noche llegara en los pies de Nicolás González.
Sin deslumbrar, pero con una amplia superioridad con respecto al rival, la “Albiceleste” intentaba florearse con lujos y Messi se veía obligado a tener que retroceder hasta la mitad de la cancha para tener contactos con la pelota, siendo marcado de manera personal hasta esa zona.
Para el segundo tiempo, la intensidad del encuentro no varió. La posesión siguió siendo del dueño de casa, mientras que los dirigidos por José Pekerman se limitaron a intentar sostener la desventaja por la mínima para no sufrir una goleada humillante que deje al desnudo las diferencias de niveles que hay entre un plantel y otro.
Ante tanto bloqueo, Lionel Scaloni mandó a la cancha a Ángel Di María y la historia se destrabó. Con su cuota de velocidad, el "Fideo" le dio al equipo el aire que necesitaba y cambió rotundamente el ritmo del encuentro, marcando el 2-0 y posteriormente el pase para que Messi marque el tercer con una definición imperfecta.
La "Pulga" volvió a sentirse como en casa y todo fue una fiesta total. La Scaloneta se quedó nuevamente con un triunfo y el próximo martes cerrará unas eliminatorias que quedarán para el recuerdo, afianzándose cada vez más para lo que será el ansiado Mundial a fin de año en Qatar.
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