En cualquier debate o charla sobre Diego Maradona hay un comentario en el que se suele coincidir: "Diego tuvo 1 millón de vidas". Pese a que vivió más de 60 años, no alcanza en el imaginario para saber cuántas historias protagonizó: de las buenas y de las malas. Aunque cueste creerlo, el ídolo más humano, el que difícilmente se encuentre hoy en una época en la que las personalidades más famosas tienen representantes y agentes de todo tipo y son casi imposibles de acceder para quienes no tienen poder, estuvo preso por tenencia y consumo de drogas. A 31 años de aquel triste hecho, cómo fue que “Pelusa” fue utilizado como carnada para tapar un escándalo político.
Imaginemos a Lionel Messi o a un Cristiano Ronaldo en una situación similar. Quizás, y muy probablemente, no tendría o generaría el mismo revuelo... la diferencia está en que en los tiempos de Diego, y sobre todo en la década de los ‘80 y ‘90, la televisión era el medio de comunicación más importante de todos. Por lo tanto, absolutamente todo estaba concentrado en los pocos canales que había y, en consecuencia, en las pocas personas que alcanzaban a ser celebridades. En cambio, en los tiempos que corren en la actualidad, la aparición de otros espacios como Internet, las redes sociales y otras tecnologías abrieron paso a que la atención del público pueda estar en otra parte. En definitiva, a mayor apertura de oportunidades, la atención está puesta en diversos ámbitos y también en "ídolos" o "celebridades" que difícilmente llegan a alcanzar niveles tan altos de popularidad como Maradona.
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Aquel pibe que había nacido en Villa Fiorito tenía 30 años, y estaba próximo a cumplir los 31. Era una de las personas más famosas del mundo. Hacía tan sólo poco más de un mes, el 17 de marzo de aquel año, había dado positivo en un control antidoping que le hicieron tras un partido entre el Napoli y el Bari. Aquel triste episodio, por supuesto, tuvo un contexto: con Diego como capitán, la Selección Argentina había eliminado a Italia en el Mundial que la Azzurra organizó en 1990. Y pese a que estaba todo dado para que los locales llegaran al último partido para campeonar, "Pelusa" -entonces jugador del Napoli- se los llevó puesto.
La vendetta se dio como consecuencia de aquella eliminación del equipo dirigido por Carlos Bilardo. Y la pagó Diego, que antes de jugar la semifinal fue advertido por Julio Humberto Grondona, presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA: "Hasta acá llegamos". Rebelde como siempre, el crack le dijo a sus compañeros del plantel: "De acá nos van a sacar con los pies para adelante". Y fue triunfo por 4-3 en los penales para la Albiceleste tras igualar 1-1 en un duelo muy friccionado. Los italianos, furiosos con el genio, se tomaron revancha en la Serie A.
De hecho, el zurdo fue el encargado de blanquear cómo fue que en Italia "le hicieron la cama" tras el Mundial de Italia '90. En su autobiografía "o soy el Diego, manifestó: "Me tocó el control antidoping y... la vendetta se cumplió. La venganza estaba escrita, y al fin llegó. Yo le llamo el doping de Antonio Matarrese (...) El laboratorio donde se hicieron los análisis está bajo sospecha, y no precisamente por mi caso. Por mi caso, los italianos no lo hubieran investigado jamás... Ese doping era la venganza, la vendetta contra mí, porque la Argentina había eliminado a Italia, y ellos habían perdido muchos millones".
Tan sólo 40 días después de la suspensión del Comité de Disciplina de la Liga Italiana de Fútbol (tenía como fecha de finalización hasta el 30 de junio de 1992), Diego se fue a la Argentina a descansar y a estar con sus familiares y seres queridos. Sin embargo, en su propio país tampoco tuvo paz y fue utilizado por el gobierno del entonces presidente, Carlos Saúl Menem, para tapar un escándalo político. Sí, la noche del 26 de abril de 1991, el gran ídolo popular, el argentino que humilló a los ingleses tras la guerra de las Malvinas y el que le había dado la Copa del Mundo a la Selección Argentina en 1986, fue utilizado como carnada.
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La noche en la que Maradona fue arrestado y terminó preso
En la calle Franklin 896, entre las calles General Martín de Gainza y Rojas del barrio porteño de Caballito, Maradona fue sorprendido por un gigantesco operativo policial y una gran cantidad de periodistas y cámaras de televisión. Un comando de las fuerzas de seguridad ingresó a una casa, que por cierto hoy en día se mantiene intacta en el exterior, e incautó 115 gramos de cocaína. "Pelusa" fue despertado por un operativo y, según Julio Mera Figueroa -ministro del Interior de aquella época- el crack pedía: "Déjenme dormir". Inmediatamente después, y frente a los flashes de los fotógrafos, fue llevado en un auto hacia el centro antidrogas del Palacio de los Tribunales para ser interrogado por la jueza federal, Amelia Berraz de Vidal, por presunta tenencia y consumo de drogas. Inmediatamente después, la letrada ordenó su arresto y terminó en prisión junto a sus amigos de la infancia, Ricardo Ayala y Jorge Pérez. Al día siguiente, y tras pagar una fianza de 20.000 dólares, fue dejado en libertad.
Pan y circo: Maradona como carnada para tapar un escándalo político
Por aquel entonces, el Gobierno de Carlos Saúl Menem atravesaba una de sus mayores crisis. Por un lado, la situación económica era sumamente compleja: en 1990, la Argentina había tenido una inflación del 2.314% y, entre marzo y abril de 1991, Domingo Cavallo ordenaba aplicar el Plan de Convertibilidad para detener la hiperinflación que había dejado el gobierno de Raúl Alfonsín. Como si fuera poco, el Gobierno Nacional continuaba con su política de privatizaciones, vendiendo Aerolíneas Argentinas a la empresa española, Iberia.
Para colmo, una joven de 17 años llamada María Soledad Morales había sido drogada, violada y asesinada por gente vinculada al gobierno de turno de la provincia de Catamarca, situación que terminó con la renuncia del gobernador, Ramón Saadi y la expulsión del diputado del Partido Justicialista, Ángel Luque. En tanto, la familia Menem se embarraba con la causa del "Yomagate", una investigación sobre lavado de dinero y narcotráfico que tenía como protagonistas a Amira Yoma, cuñada del presidente de la Nación y hermana de Zulema Yoma que se desempeñaba como secretaria de Audiencias de la Casa Rosada, y a su marido Ibrahim al Ibrahim.
Los flashes de las cámaras de TV y de fotos estaban en las autoridades del Gobierno Nacional. Sin embargo, todo cambió la noche en la que el Oficialismo se enteró de que la policía había hecho un trabajo de inteligencia para saber qué hacía Diego Maradona en su vida privada. El plan fue muy claro y quedó expuesto: había que redireccionar la atención del público, que estaba indignado con lo que sucedía a nivel político. Diego, una vez más, fue utilizado como carnada.
Atrás había quedado aquella buena relación de Menem con Diego, quien había sido buscado por el entonces presidente para ganar aprobación popular. Horas después de lo acontecido, el secretario de Deportes, Fernando Galmarini, padre de Malena Galmarini y suegro de Sergio Massa, fue el vocero del Oficialismo y dejó expuesto a Maradona: "Es una mala imagen para el país, una vergüenza para Argentina, y al gobierno le preocupa su mal ejemplo para los niños argentinos". En tanto, el ministro del Interior, Julio Mera Figueroa, sostuvo: "La detención de Maradona demuestra que en la Argentina no hay impunidad". Por su parte, el propio presidente también hablaría: "Es un muchacho enfermo que necesita ayuda". A Diego le habían clavado un puñal por la espalda. Sólo restaba que los medios completaran su papel en el circo...