En este punto de la historia ya es prácticamente imposible abordar a Diego Armando Maradona en alguna de las mega múltiples facetas que mostró en su vida. Las historias se contaron de a cientos o de a miles, pero en su mayoría hubo un denominador común: la gente.
Con un magnetismo sin igual, Diego Maradona se convirtió en un ídolo popular que movilizó masas. Y lo hizo a pesar de los exégetas que intentaron interpretar el fenómeno pero con la intención de dejar afuera a sus leales que, justamente, son la base del mito. No hay mito sin creyentes.
"Lo quiero como se quiere a una familia"
Una de las mil historias alrededor de Diego Maradona es la de Mariano Sinito. El nene que una vez pasó por “Agrandadytos” y se cruzó con su ídolo. Estaba sentado en la mesita frente a Dady haciendo un programa normal de esos tantos que, en ese momento, hizo el humorista. Lento y con su particular forma de caminar, entró Diego Maradona en el estudio. La cara del nene se transformó. El video, que ahora aparece primero en los perfiles de redes sociales de Mariano, lo marca claro. Ahí había amor.
“Yo soy un leal incondicional a Diego. Sí, yo soy uno de los leales”, aseguró orgulloso Sinito a El Destape. “A mí Maradona me hizo un regalo para siempre y que se lo voy a poder pasar a mis hijos, si algún día tengo y a mis nietos. Es eso, para mí, Diego”. El video que ya tiene más de 15 años se transformó en un capítulo más de esa liturgia maradoniana. En aquel entonces, después de su aparición en televisión, la exposición de las lágrimas por su ídolo llevaron a que sufra bullying, pero él no le echa la culpa a Maradona: “El momento de estar ahí fue el día más feliz de mi vida”, añadió.
La lealtad, el amor y el cariño por Diego Maradona unió a generaciones, pero Sinito consiguió ver más allá. “Hay un montón de cosas con la que yo no estoy de acuerdo con Diego. Y estuve en la vereda opuesta un montón de veces. Pero ¿qué tiene que ver? Yo lo quiero más allá de eso. Yo lo quiero por otras cosas, lo quiero como se quiere a una familia”, agregó en charla con este medio. En este punto, se sabe que hay otras generaciones que no logran ver el fenómeno que significó Diego o, incluso, que no comprenden la situación: “Es lógico que haya gente más chica que no entienda lo que significó o, incluso, que no se metan porque no les gusta el fútbol o lo que sea. El tema no está ahí, es completamente entendible”.
Los que más cerca estuvieron de Diego Maradona conocen -y sostienen- que el 10 era una persona de detalles. Más allá de haberse acercado a charlar con él en Agrandadytos hubo otro momento en su vida. “Él me conocía y cuando vino a Rosario para jugar en el Showbol, en lugar de poner un partido previo, nos dio la posibilidad a nosotros, los chiquitos de mi categoría de jugar en la previa. Y nos firmó camisetas para mí y para todos mis compañeros”, recuerda.
"Mis piernas son tuyas"
Hernán Fonseca cumplió 47 años. Hace más de 25 años que su vida cambió para siempre. En 1994 tuvo un accidente y una lesión en la médula que no lo dejó caminar más. Fue casi en el mismo momento en el que Diego sufrió la suspensión por lo que pasó en el Mundial de Estados Unidos. Los momentos estuvieron alineados. La recuperación de Hernán fue larga y tediosa, pero recibió un apoyo increíble.
Mientras Diego Maradona preparaba su retorno -uno más de los tantos que parecían imposible-, Juan Amador Sánchez lo invitó a un partido de exhibición en Totoras, Santa Fe. “Diego quería agarrar ritmo para volver y armaron un partido. Yo estaba ahí, me lo presentaron y para mi fue importante”, cuenta a El Destape Hernán.
Sin embargo, lo mejor pasó en medio del partido: “Diego frena el amistoso. Me viene a ver, me abraza, me da su camiseta y ahí me dice al odio: 'Mis piernas son tuyas. Fuerza loco, que todo sale bien'. Y eso me mató. Me abrazó, me dio la 10 para que la sortee y pueda juntar plata para la rehabilitación. Pero la verdad, aunque me costó, preferí no sortearla. Y me la quedé”.
Años más tarde, hubo otro encuentro. Cuando Diego sufrió un paro cardíaco en Punta del Este, Hernán logró acercarse y le hizo llegar una carta: “Diego, mi corazón es tu corazón”, decía.
“No puede vender eso”
Las palabras quedaron y no solo para Italia. El 7 de octubre de 1995, Diego Maradona lanzó al aire, tal vez, una de las mejores frases de su vida. “A Toresani lo espero en Segurola y Habana 4310, séptimo piso. A ver si me dura 30 segundos”, dijo. Con un mechón rubio y una remera llamativa esa frase quedó en la inmortalidad. La camiseta, con la cara de Caniggia y él, quedó grabada en la memoria de muchos. El fabricante de eso fue una pequeña empresa Pyme dedicada a fabricación de pelotas que estaba a un paso de fundirse.
Por un pedido especial, la fábrica hizo camisetas con la cara de Diego Maradona y Caniggia. El hombre que hizo ese pedido, finalmente, no concretó la compra y el remanente de remeras quedó. Cien o doscientas. Alejandro Calabria, hijo del dueño de la empresa, contó a El Destape: “Mi papá no sabía qué hacer, entonces habló con un amigo para tratar de venderlas. Y empezó a vender a un par en el centro. Y, de repente, a los dos días ve que Maradona tenía esa remera en televisión”. En el momento de su vuelta al fútbol, el ídolo de todos tenía puesta su remera. Fue un éxito. A los dos o tres días, suena el teléfono. Era Claudia Villafañe que le dice: “Usted está vendiendo remeras de Diego sin derechos de imagen. No puede hacer eso”.
Con temor, y sin saber qué decir, Gerardo le cuenta la situación. Estaba a un paso de quebrar y que era tan solo un remanente que quedaba. “Ahí cortó el teléfono y mi papá estaba asustado. Podía terminar ahí todo, pero a los tres días vuelve a llamar Claudia y le dice 'está bien, no pasa nada´, pero necesitaba una donación de pelotas para una institución para chicos no videntes”. Tras la charla, sin problemas, el resto de las remeras se pudo vender sin inconvenientes.
Proyecto Pelusa
En lo inabarcable de la vida de Diego Maradona hay otra arista más. Su relación con “la gente”. El fanático, el vecino del barrio, la mujer que lo vio una sola vez en la vida o el empresario que lo vio en un avión. Aparecen fotos todo el tiempo. El “Proyecto Pelusa”, que llevan adelante Damián y Sebastián muestra ese detrás de escena. Siempre una foto, siempre un momento más.
“Sentíamos que era la única historia que faltaba contar. No estaba reflejado qué le pasaba a la gente cuando lo veía, no desde el fanatismo. Sino el resto, que se lo cruzaron y lo vieron. En medio de una vida tan convulsionada, tan exagerada. Es el amor de Diego por la gente y la gente por Diego”, dice a El Destape Damián.
El proyecto tiene imágenes con Diego en una cocina de un hotel, en bicicleta, en la calle, en aviones, con mucha gente, con Charly García, con un chico con remera celesta que lo abraza y que le pidió un favor a Coppola en medio de la calle, en un cumpleaños, en medio de un partido de fútbol, en un vestuario, en el club Estrella de Boedo o sobre un auto sentado con amigos. También hay looks: rulos, rubio, con barba, sin barba, con arito, con barba recortada, gordo, menos gordo, flaco, marcado con la camiseta de Argentinos Juniors, con el mechón rubio, morocho, bronceado, con traje, en jogging y todo. “Siempre te seguís sorprendiendo. Hay muchas que son historias casuales, pero aparecen algunas fotos que vos decís, mirá lo que hizo este tipo. Y las locuras que a veces hizo para sacarse una foto. Para estar con la gente, eso es lo hermoso”, contó Damián.
El proyecto, desde ya, tiene a Maradona como puntapié y el mundo que está detrás del jugador. “Es muy difícil responder qué le dio Diego a la gente. O ¿por qué Diego? Lo cierto es que nos dio alegría, tristeza, indignación, nos dio absolutamente todos los sentimientos. Y es lo que lo hace fascinante, con sus contradicciones -que todos los tenemos-, pero él nos dio todo ese tipo de sentimiento”