Los Juegos Olímpicos de Tokio provocaron que haya una comunidad de atletas y entrenadores donde más del 80% está vacunado contra el coronavirus, las pruebas son obligatorias y el movimiento está estrictamente restringido. Pero nada de esto sucede en la gigantesca capital japonesa que rodea la burbuja olímpica.
La villa olímpica y el centro de prensa representan una enorme y estricta zona de control del COVID-19 para más de 50.000 competidores, entrenadores, personal y periodistas. Mientras tanto, fuera de ahí, la ciudad anfitriona, Tokio, a pesar de pasar por su cuarto confinamiento por el coronavirus mientras las infecciones alcanzan niveles récord, lleva algo así como una vida normal en pandemia.
Los deportistas que viajan a los Juegos Olímpicos son examinados para detectar el coronavirus antes de abordar sus vuelos, al llegar y regularmente después de eso.
Los organizadores han administrado cerca de 275.000 pruebas, los atletas son evaluados diariamente y a los periodistas se les hace un test antes de los eventos y cada cuatro días en el centro de prensa.
La tasa de positividad en las pruebas relacionadas con los Juegos es solo del 0,02%, dijo el portavoz del Comité Olímpico Internacional, Mark Adams. "Esta es la comunidad más testeada casi con certeza en cualquier parte del mundo".
Los atletas que son confirmados como positivos son puestos en cuarentena, salvo algunos casos. El doble campeón mundial estadounidense de salto con pértiga Sam Kendricks y su rival Germán Chiaraviglio de Argentina fueron descartados el jueves luego de dar positivo por COVID-19.
Dos personas en los Juegos han sido hospitalizadas por COVID-19, dijo el jueves un portavoz de Tokio 2020, aunque ninguno de los casos es grave. Se informaron 24 nuevas infecciones relacionadas con los Juegos, incluidos tres atletas, con lo que el total asciende a 193.
A los atletas neerlandeses en cuarentena les ha resultado "muy angustiante" estar confinados en un área "muy pequeña", dijo el director técnico del equipo, Maurits Hendriks. Los periodistas, durante su cuarentena de dos semanas, deben informar su temperatura y estado diariamente y descargar una aplicación de rastreo de contactos.
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En el principal centro de prensa del recinto ferial más grande de Japón, los reporteros se higienizan las manos antes de hacer fila para los controles de seguridad. Se requiere usar mascarilla en todo momento, excepto durante los análisis de reconocimiento facial y mientras se come. El desinfectante de manos es omnipresente y en las conferencias de prensa los funcionarios limpian el micrófono después de cada pregunta.
Tokio, otro mundo
Afuera, el estado de emergencia al estilo Tokio tiene poca semejanza con las condiciones de la burbuja, o incluso con los confinamientos que generaron pueblos fantasmas en ciudades como Londres, Nueva York y Sídney, ya que hay multitudes de personas en las calles.
El primer ministro Yoshihide Suga dijo el jueves que tenía un "fuerte sentido de urgencia" sobre el COVID-19 y nuevamente instó a la gente a quedarse en casa y ver por televisión los Juegos, que se llevan a cabo casi sin espectadores. Se mantienen las restricciones de viaje y las recomendaciones para trabajar desde casa.
La afluencia de público alrededor de la estación Shinjuku de Tokio cayó más de 80% durante el primer estado de emergencia en abril y mayo de 2020 desde una línea de base prepandémica, de acuerdo a un análisis del gobierno metropolitano de las cifras de la firma privada de datos Agoop.
Pero esas cifras ahora han bajado a solo un 37% a medida que el encierro empieza a cansar. Muchos habitantes de Tokio dicen que el entusiasmo del gobierno realizar los Juegos Olímpicos ha hecho que la gente sienta que es aceptable salir.
Las infecciones por COVID-19 en Tokio comenzaron a aumentar poco antes del inicio de los Juegos Olímpicos, a un récord de 3.865 el jueves, desde menos de 1.000 diarias a mediados de julio, aunque los casos graves y las muertes se han mantenido controlados. Solo el 21% de las personas en Tokio, una ciudad de 14 millones de habitantes, está vacunada.
Durante una congestionada hora pico en el moderno distrito de Shibuya, la estudiante universitaria Nae Onaka, de 19 años, dijo que intentaba evitar salir cuando podía, "pero cuando se trata de trabajar (...) tienes que salir". Dados los múltiples confinamientos, "la conciencia de todos se ha ido desvaneciendo poco a poco".
Después del trabajo, aunque se supone que los bares cierran a las 8 pm, algunos están desobedeciendo abiertamente las reglas y las tiendas de conveniencia en Japón suelen estar abiertas toda la noche.
En el densamente poblado distrito de Ikebukuro, una noche de esta semana, unos jóvenes encontraron un lugar para sentarse al aire libre y reunirse de forma improvisada.
"En este punto, no creo que se pueda hacer mucho para no contraer COVID. No quiero contraerlo, pero mucha gente no puede evitarlo", dijo Yuka Toma, una trabajadora a tiempo parcial de 19 años. "Estoy en la industria del turismo, así que cualquiera puede contagiarse. Por eso acabo de empezar a salir".
Con información de Reuters