Cuando Adiaratou Iglesias cruzó la línea de meta en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, no sabía que se había colgado el oro en los 100 metros T13 femeninos hasta que se lo dijeron.
La atleta española con discapacidad visual, que se hace llamar Adi y también ganó una plata en 400 metros en Tokio, dijo que ahora soñaba con oír a su familia adoptiva gritar "oro" cuando terminara sus carreras en los Juegos de París la próxima semana.
Iglesias nació en Malí con albinismo, una enfermedad genética que inhibe la producción de melanina, que pigmenta la piel, el pelo y los ojos. El albinismo impide su percepción visual en un 90%, pero unas gruesas gafas correctoras le permiten ver alrededor de un 20%.
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"No, yo no sé nada cuando cruzo la meta, porque al final no veo por los lados", dijo a Reuters la joven de 25 años.
Iglesias dijo que sus padres biológicos decidieron enviarla a España cuando tenía 11 años para evitar que sufriera ataques por su albinismo.
En algunos países de África subsahariana, las personas con albinismo a veces son asesinadas por las partes de su cuerpo, que son apreciadas en rituales de brujería.
De niña, Iglesias solía hacer recados para su madre en Bamako y lo hacía invariablemente lo más rápido posible.
"De pequeña hacía todo corriendo, entonces siempre me ha gustado muchísimo y me había apasionado y al final no pude hacerlo (practicar atletismo) por circunstancias de la vida hasta 2014", explica.
Atribuye el mérito al apoyo de su madre adoptiva, Lina Iglesias: "Mi vida hubiera sido bastante diferente si yo no hubiera conocido a mi madre, a mi madre Lina. Creo que ambas dos estamos destinadas a encontrarnos y nos hemos encontrado y a mí me ha dado una vida, un hogar que yo no tenía".
Tras pasar un tiempo en un centro de acogida de niños en el norte de España, Iglesias fue adoptada en 2013 y se trasladó a la ciudad noroccidental de Lugo, en Galicia, donde obtuvo la nacionalidad española.
Lina, de 60 años, contuvo las lágrimas y sonrió con orgullo cuando se le preguntó qué significaría abrazar a su hija después de ganar en París. "Sería una gran emoción para mí, pero no mucho más de lo que siento cada vez que la veo correr o ganar".
El año pasado, Iglesias —que es admiradora de la estrella del tenis español Rafael Nadal— fue invitada por la Comisión Europea para hablar sobre la lucha contra la incitación al odio y los delitos motivados por el odio.
A pesar de pasar la mayor parte del tiempo en un centro de alto rendimiento para atletas de élite en Madrid, quiere conservar sus medallas —que incluyen dos oros del Campeonato de Europa de 2021 y dos platas del Campeonato del Mundo de 2019— en la habitación de su infancia en Lugo.
"Será mi museo y eso la hace muy feliz (a Lina)", dijo Iglesias sentada en su cama.
Con información de Reuters