Detrás del fútbol: fue parte del Ituzaingó que ascendió a la Primera B y se enamoró de la radio

Alfredo Ávalos fue un destacado jugador del ascenso que encontró una nueva carrera en la radio. La ambición que tuvo a la hora de encarar al arco la tiene ahora para cerrar las notas más difíciles de los medios.

23 de septiembre, 2023 | 00.36

 

El objetivo de meter goles siempre estuvo presente en la vida de Alfredo Ávalos. Primero cuando integró la plantilla estelar del Club Atlético Ituzaingó con la que logró el ascenso a la Primera B en el 2001, y segundo cuando se convirtió en productor y logró cerrar varias notas destacadas en Caja Negra, Cheque en Blanco y Maldita Suerte, entre otros ciclos populares que integró a lo largo de los años. Como si se tratara de una analogía Borgeana, el jardín de Alfredo se bifurca entre el fútbol y el periodismo.

Desde muy chico me gustó jugar al fútbol y mi sueño era poder estar en las inferiores de un club”, recuerda Alfredo en diálogo con El Destape. Cuando estaba en etapa escolar, su rutina de verano siempre era la misma. Iba a probarse a un club, quedaba, y tenía que dejar de jugar cuando arrancaban las clases. Este ciclo de intermitencia futbolera terminó cuando Ávalos cumplió 18 años. Tenía pensado ir a la universidad, pero el director técnico Ricardo Zielinksi, que había sido su profesor, lo convenció de probar suerte en Ituzaingó, equipo que lo incorporó a su plantel inmediatamente.

 

A partir de eso estuve en quinta división,  después tercera y más tarde tuve la suerte de jugar en primera. Una vez que llegué al plantel me tocó jugar e hicimos carrera con el equipo. Fueron unos años muy lindos”, rememora Alfredo de su época como jugador profesional. 

Paso a paso, Alfredo logró destacar en el equipo y se convirtió en uno de sus pilares. Su posición era de lateral derecho, y así fue partícipe de muchas gestas con el León. No obstante, la más importante llegó en junio del 2001. Ituzaingó disputaba la Primera C, y el equipo logró insertarse en el torneo reducido para pelear el ascenso a pesar de que no había ganado ni el certamen apertura ni el clausura. Con mucha garra, el Verde logró imponerse en las eliminatorias y obtuvo la ansiada suba de categoría con un contundente 3 a 0 contra Laferrere. 

“Peleamos varios campeonatos y perdimos varias finales, pero la suerte de poder contar que alguna vez salí campeón y ascendí es algo que no te lo quita nadie, es una estrella que queda en el club, y es el nombre de uno que queda en la historia”, reflexiona Alfredo sobre su máximo logro futbolístico.

Cuando cumplió 26 años, luego de una carrera en el ascenso, Alfredo comenzó a plantearse qué haría después de colgar los botines. Entre sus planes no se encontraba ni ser profesor de una escuelita ni tampoco ser director técnico. Y ese lugar que era del fútbol pasó a pertenecer a su otra pasión, la radio, en la cual hizo aire mucho tiempo como aficionado junto a uno de sus amigos de la infancia y compañero de trabajo hasta el día de hoy: Julio Leiva.

Compañero de trinchera durante muchos años, el entrevistador de Caja Negra recapitula cómo fueron los comienzos de Alfredo en el mundo de la producción radial: “Cuando se recibió empezó a trabajar con nosotros en Cheque en Blanco, después vino conmigo a trabajar en Vorterix con Mario Pergolini y también estuvo en Radio Mitre. Ahora es un productor con muchos proyectos a cargo y es muy bueno, es de esos que consiguen notas muy difíciles”.

La persistencia  para conseguir notas de Alfredo es una habilidad muy respetada entre sus compañeros. Por ejemplo, en plena pandemia se las arregló para explicarle con lujo de detalles al presidente Alberto Fernández las bondades de Google Meet, para poder conectarlo en una nota. También cuando integró La Máquina de Escribir Voces, un ciclo de entrevistas de Leiva que fue el precursor de Caja Negra, Alfredo se las arregló para convencer a Pablo Lescano de Damas Gratis de que le diera una nota a un todavía desconocido Julio. “Ahí ves la capacidad que tiene Alfredo para convencer a la gente”, destaca Leiva.

“Tenerlo como compañero es bárbaro. Es muy dedicado y con una capacidad de aprendizaje y despliegue fabuloso. Yo creo que debe ser uno de los productores que tiene la agenda más amplia y completa de la radiofonía argentina”, elogia el economista Alfredo Zaiat, compañero de su tocayo futbolista y conductor en Cheque en Blanco.

Pero no sólo fue partícipe de grandes producciones como, por ejemplo, “Piedra que late”, que retrata la mística de la misa ricotera desde sus entrañas, sino que además es el hacedor de grandes anécdotas futbolísticas incluso entre sus compañeros de producción. “Alfredo es un gran jugador y justamente era nuestra arma en los equipos que teníamos porque era el que mejor jugaba y nosotros gracias a él hacíamos partidos”, cuenta Leiva, quien se autodescribe como “un jugador malo”. 

“Alfredo es un mítico bebedor de cerveza. Tiene la capacidad de tomar y no palpa, pero me contaron que una vez en una competencia con uno de sus tíos hubo muchos litros que se bajaron y Alfredo conoció la derrota”, recapitula Zaiat.

La vida de Alfredo Ávalos fluye entre arcos y teléfonos. Mientras edita audios para un programa hay un partido de fondo reproduciéndose en su laptop. Sabe historia y recorrido de los jugadores de los clubes más recónditos de Argentina. No hay arrepentimientos en su carrera. Está en paz con el tiempo que le dedicó profesionalmente al fútbol y ahora encuentra su lugar en el éter.

“Siempre intenté buscar  hacer lo que me gusta y esa instancia hay que agotarla por más que hoy esté difícil. No hay cosa peor que no haberlo intentado”, reflexiona Ávalos y agrega: “yo estoy feliz por haber hecho las cosas que me gustan, por haber jugado al fútbol y haberle dedicado una carrera de 10 años hermosos, y también por encontrar esta salida de laburar en los medios”.