"Desmadres", además de plantear un mapa y un "estado de situación", propone plantear nuevas perspectivas o posibilidades que permitan imaginar otro mapa, el del futuro.
-Télam: Hacia el final del libro, hablás de la necesidad de avanzar en un paradigma universal de cuidado que reemplace una moral femenina o materna. ¿Por qué te parece importante hacer este cambio de cosmovisión en el cuidado?
-Violeta Gorodischer: En Argentina, la maternalización de las mujeres acompañó la construcción de los estados nacionales: el único destino posible para una mujer era la maternidad. De ahí en más, esa función "cuidadora" se naturalizó como algo femenino y doméstico, como describe Eleonor Faur en su libro "El cuidado infantil en el siglo XXI", mujeres malabaristas en una sociedad desigual. Yo no sé qué efecto tiene hoy en un niño la feminización de su cuidado (más que seguir reproduciendo estereotipos socialmente) pero sí sé que la desmaternalización del mismo es muy positiva, tanto para ese niño como para las mujeres y la sociedad en general. A mi hija, por ejemplo, la cuidamos mayormente su padre, un niñero y yo, y me encanta que desde chica ella comprenda que el cuidado lo ejercemos entre todos, mamás, papás y todo aquel que quiera hacerlo. Desmaternalizar el cuidado ayuda a comprender hasta qué punto se trata de un derecho y de una necesidad, es un concepto ético, central en un Estado de bienestar. Eleonor Faur me dijo una frase clave: "Todos tenemos la capacidad de cuidar y la necesidad de ser cuidados". Y efectivamente es así, no es algo que se circunscriba únicamente a los niños: las personas con discapacidad y los adultos mayores también requieren cuidados, que una vez más recaen en las mujeres. Los resultados de las últimas encuestas del uso del tiempo evidencian eso, que el cuidado sigue estando terriblemente feminizado en nuestro país. Por eso es fundamental apuntar a una sociedad más cuidadora en general, en paralelo a las políticas estatales que modifiquen la situación actual, como contemplan los proyectos de extensión y equiparación de licencias, la reglamentación para que haya guarderías en los trabajos o la propagación de más establecimientos de cuidado. Además, me parece imprescindible jerarquizar estas tareas por el mismo motivo: que deje de ser un concepto devaluado y ocupe el lugar que merece. Hay que capacitar mejor a quienes ejercen tareas de cuidado que en muchos casos, sobre todo en los sectores populares, ni siquiera reciben un sueldo.
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Con información de Télam