La modalidad que los activistas ecológicos han encontrado en el último tiempo para protestar contra el cambio climático atacando famosas obras de arte, ha sido aplicada ahora sobre una de las pinturas más icónicas del renacentista Sandro Botticelli, "El nacimiento de Venus", una antigua pieza que alegoriza el renacimiento del alma humana y fue cubierta por imágenes que pretenden alertar sobre la emergencia ambiental.
Dos militantes ecologistas de la agrupación "Última Generación" se hicieron presentes ayer en la ciudad italiana de Florencia y una vez dentro de Galería Uffizi --antigua dependencia de los Médici- a modo de protesta, cubrieron el cristal de protección de la obra maestra de Botticelli con fotografías que reflejan los efectos del cambio climático.
Sobre el vidrio que protege la tela de más de 500 años de antigüedad, los activistas pegaron imágenes de la ciudad de Toscana bajo el agua, por la reciente inundación en Campi Bisenzio, y cubrieron así -en parte- el célebre lienzo del siglo XV "El nacimiento de Venus", pintado hace 539 años.
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"Hoy este cuadro, símbolo de amor y belleza, se ha transformado, mostrando la destrucción y el dolor que ya estamos viviendo por la crisis climática. El Gobierno sigue fingiendo que los campos no se quemarán en enero, que el agua no será un problema este verano, que las casas destruidas por las inundaciones son acontecimientos accidentales y no causados por decisiones humanas. Y en lugar de abordar estos problemas reales, dicta leyes absurdas", leyó uno de los activistas, antes de ser detenidos ambos, informó AFP.
Inmediatamente después de leer el comunicado, en el suelo de la sala de los Uffizi se colocó una pancarta que decía "Fondo de reparación de 20 mil millones para reparar los daños causados por los desastres climáticos".
En enero pasado, el alcalde de Florencia, Dario Nardella, había dicho que "una batalla sacrosanta como la de la emergencia medioambiental no se puede librar atacando, aunque sólo sea simbólicamente, el arte y la cultura".
Tan solo en los últimos días, activistas arrojaron sopa de calabaza sobre el cristal que protege La Gioconda de Leonardo da Vinci, a fines de enero, y lo mismo hicieron sobre "La primavera" del pintor impresionista Claude Monet en el Museo de Bellas Artes de Lyon. La seguidilla venía del año 2021, cuando atacaron "Los girasoles" de Van Gogh en la National Gallery de Londres, mientras que en octubre del 2022 la policía neerlandesa detuvo a tres activistas climáticos del movimiento Just Stop Oil luego de que atacasen el cuadro "La joven de la perla" (1665), del pintor del Siglo de Oro Johannes Vermeer, que estaba alojada en la galería Mauritshuis de La Haya. Más tarde arrojaron harina sobre un automóvil pintado por Andy Warhol, o echaron pintura roja a un cuadro de Monet en Estocolmo, entre otros hechos vandálicos.
La modalidad de los ecologistas no ha hecho más que ganar la antipatía de la sociedad por sus formas: irrumpen en espacios cerrados, atacan patrimonio cultural, en su mayoría obras de cientos de años de antigüedad, en otras oportunidades tiran comida en un mundo con miles de hambrientos, en nombre de la defensa del planeta y en contra de los combustibles fósiles.
¿Es que acaso creen que a los museos no les preocupa el cambio climático? se desprendió de una declaración emitida el año pasado por el Consejo Internacional de Museos (ICOM) frente a esta oleada que se ha intensificado en los dos últimos años.
El Parlamento italiano aprobó en enero una ley que aumenta las penas para los autores de acciones contra monumentos o lugares culturales, en respuesta a una serie de acciones por parte de los defensores del clima.
Esta misma obra, "El nacimiento de Venus" ya había sido atacada en el año 2022, por dos activistas que habían pegado sus manos al cristal que protegía la pintura de Botticelli, en los Uffizi. La obra no ha sufrido ningún daño en aquella vez ni tampoco ayer.
Con información de Télam