Willem van Gogh: “Las cartas que dan forma a esta muestra son una joya documental”

24 de febrero, 2023 | 20.00

(Por Dolores Pruneda Paz) Las cerca de 800 cartas personales con las que el Museo Vincent van Gogh de Amsterdam dio forma a la muestra “Meet Vincent van Gogh”, que hasta el 30 de abril podrá verse en el porteño Campo Argentino de Polo, “son una joya documental”, dice a Télam Willem van Gogh, asesor del museo y sobrino bisnieto del pintor neerlandés que habiendo vendido un único cuadro en vida torció la historia de la pintura del siglo XX y hoy es uno de los maestros más populares del arte universal.

Con la invitación a entrar en la subjetividad de un artista y la pretensión de explicar qué ve y siente mientras trabaja, la exposición montada al 4086 de la avenida Figueroa Alcorta (CABA) propone un recorrido pedagógico por la vida del autor de series tan icónicas como “Los girasoles“, algo así como la biografía autorizada de un personaje romantizado por el imaginario popular.

Construida a partir de las más de 650 cartas que durante décadas Vincent van Gogh (1853-1890) intercambió con el menor de sus hermanos, Theo, marchante profesional que lo apoyó toda la vida en la prosecución de su vocación de artista, y de otras 150 que compartió con amigos artistas y familiares -como su padre Theodorus, un severo pastor protestante, o su madre Anna Cornelia Carbentus-, la muestra repasa vida y obra de este maestro postimpresionista “a partir de su propia voz”, advierte su familiar y también curador Willem van Gogh.

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Esas cartas, rescatas por la bisabuela de Willem y cuñada del artista, Johanna Bonger, enviudada de Theo con un hijo pequeño meses después de la muerte de Vincent, “son una joya documental en la historia del arte porque revelan al artista y al hombre -dice el curador-, comienzan mucho antes de que Vincent decidiera convertirse en artista, a sus 27 años, 10 antes de su muerte, y guardan "las esperanzas, pensamientos e inspiraciones que le confió a la persona más íntima de su vida".

Se refiere a Theo, ese hermano cuatro años menor que lo acompañó desde pequeño en la fría casa familiar de la localidad agrícola de Zundert. El que le permitió compartir la ternura que no llegó de una crianza severa y religiosa; quien lo animó a pintar los cuadros que se preocupaba en vender, sin éxito, en París, donde Vincent se instaló con él tras intentar, sin éxito, ser predicador como su padre y minero del carbón.

Fue Theo el que lo presentó a grandes artistas como Toulouse Lautrec o Paul Gauguin (con quien Vincent convivió ilusionado y atormentado en la famosa Casa Amarilla de Arlés donde absorbió como nadie los colores intensos y brillantes de los campos del sur francés). Theo, quien lo mantuvo económicamente y quien lo sostuvo en sus sucesivas crisis psiquiátricas, fue después de una visita suya al Sanatorio de Saint Rémy de Provence que pintó “La noche estrellada”.

Fue Theo quien reposó junto a Vincent los dos días de agonía previos a su muerte, por un disparo en el pecho, en la casa de su amigo y doctor Gachet adonde se había ido a vivir en Auvers-sur Oise, “donde los campos y la luz eran ideales para pintar” y dar sustento a esa paleta vibrante que hizo que a mediados del siglo XX Vincent fuera reconocido como uno de los grandes maestros universales de la pintura, un pintor que en vida vendió un único cuadro, “El viñedo rojo”, en una de las únicas tres exposiciones en las que participó en vida.

Vincent murió a los 37 años, el 29 de julio de 1890, Theo el 25 de enero de 1891, a los 33. La primera muestra donde se reconoció su genio llegó en 1901 por la persistencia de Jo Bonger, fue en París, por primera vez se exhibían 71 de las más de 800 pinturas y 1600 dibujos que hoy reúne el museo neerlandés que organiza la muestra que ahora se exhibe en Buenos Aires.

“Esta exposición usa las mismas palabras que Vincent escribió en esas cartas, sus propias palabras, no hay forma de estar más cerca de Vincent que en esta experiencia multimedia”, indica Willem van Gogh sobre el recorrido que, dirigido por una audioguía en español castizo, reproduce parte de esos textos e invita a tocar las reproducciones de algunos de esos cuadros, a sentarse en una escenografía, que reconstruye en cálidas mesas plásticas que niegan al mármol que intentan simular, del café parisino Le Tambourin que Vincent visitaba a mediados de 1880, o a probar la cama de un reconstruido dormitorio de Arlés.

“Queremos mostrar a la mayor cantidad de personas alrededor del mundo la vida y el arte de Vincent, uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos y unos de los más amados también -dice su sobrino bisnieto, de visita en Buenos Aires con motivo de la inauguración en estas latitudes de ‘Meet Vincent van Gogh’-, creemos que muchas cuestiones de su vida interior son interesantes especialmente para la gente joven y también para los adultos, esta experiencia es un viaje por su vida y arte a través de sus palabras”.

Lo importante de compartir su experiencia, explica, está en que “se trata de un maestro universal de la pintura que no fue reconocido en vida y que a pesar de los muchos altibajos que tuvo en vida logró consagrarse a su deseo, el arte, ser pintor, eso nos parece inspirador, haber continuado, a pesar de todo, siendo fiel a sí mismo, gracias a una red de amor que sostenía su hermano Theo”.

“Al principio no pudo encontrar su camino en la vida, tuvo muchos trabajos distintos pero 10 años antes de su muerte decidió dedicarse al arte que tanto le gustó desde pequeño, que tanto practicó en sus dibujos diarios y en sus estudios, con la misión de innovarlo. Trabajó muy duro y nunca se rindió y ese es el mensaje que queremos dar a los jóvenes: si sabés lo que querés, andá por eso porque vas a conseguirlo”, aventura.

Respecto a si la muestra reflexiona sobre las posibles vinculaciones y entendimiento de las sociedades actuales en torno a la salud mental -habida cuenta de los episodios sufridos numerosas veces por el artista-, su heredero dice: "nosotros hablamos de gente con problemas mentales, nunca de locos. La sociedad romantiza la locura y existe el imaginario de que los artistas más importantes tienen su locura, vinculan locura con creatividad, pero yo no sé quién era un loco: Andy Warhol estaba ok, Picasso estaba ok, Van Gogh estaba ok. Hay que rectificar esta idea”.

El relato sobre la vida de Van Gogh habla de una abrasadora soledad, pero esta biografía autorizada que puede recorrerse en el barrio porteño de Palermo, “habla de amigos pintores que se vincularon a su vida aparte de la carrera de marchante de Theo y que lo reconocieron como un gran artista más allá de la indiferencia del mercado y el gran público, artistas famosos artistas le dedicaron retratos y que lo respetaban, que en su funeral dijeron que con él se iba uno de los más grandes artistas de su generación”, dice el pariente.

“Siempre amé mucho el arte de Vincent, había mucho en lo de mis abuelos, disfrutaba de los ‘Girasoles’ de niño de visita en su casa o del ‘Almendro en flor’, el que más me intrigaba y gustaba, no podía dejar de mirar ese cielo turquesa detrás de esas flores blancas y abiertas, una pintura que Vincent hizo para el nacimiento de su sobrino, es decir, mi abuelo, el ingeniero que finalmente creó el Museo Van Gogh que organizó esta exposición que yo curé”.

Su abuelo ingeniero diseñó el museo inaugurado en 1973, homónimo con él entrevistado y el artista, “una tradición de familia -explica-, son cuatro los Vincent Willem van Gogh de esta familia, el primero fue el hermano mayor del aquí homenajeado”, nacido muerto y bautizado con ese mismo nombre.

El museo tiene más de 200 pinturas, casi 500 dibujos y unas 700 cartas, la mayor colección de obras de Vincent Van Gogh de la historia y la más visitada del mundo. El abuelo que fue a diario al museo hasta 1978 cuando murió, almorzaba con los guardias porque ellos sabían si el museo iba bien o qué cuestiones había para mejorar. Así como en esta muestra en Buenos Aires, el museo tenía un espacio para que los visitantes pinten.

La exhibición llega a Argentina tras un exitoso paso por Europa y Chile en su primera parada por Sudamérica que ya lleva vendidos más de un millón de entradas, que en Buenos Aires tendrán un costo que va de los 2.500 pesos para menores de 10 años, 3.500 para jubilados y estudiantes hasta 4.500 para adultos fines de semana. Los menores de dos años pasan gratis sin audioguía.

Beijing, Barcelona, Londres, Lisboa, Madrid y Santiago de Chile son las ciudades por donde ya pasó la muestra promovida por Foggia y producida por Proactiv Entertainment, que en Argentina cuenta con el apoyo de la Embajada de los Países Bajos y del Ministerio de Cultura porteño. Fue su responsable, Enrique Avogadro, quien destacó las bondades del evento en el acto de apertura realizado anoche, junto a la embajadora neerlandesa Alexandra Annemieke, y los empresarios Renna y Marcelo Dionisio respectivamente.

La visitas son de miércoles a viernes de 14 a 21 y los sábados y domingos de 11 a 21, con un aforo para 175 que ingresarán por turno cada media hora (16 a 16.30 o 16.30 a 17 por ejemplo). Para acceder a la tarifa con descuento habrá que presentar una credencial digital que demuestre la condición de estudiante, discapacitado o jubilado. Los grupos de más de 20 personas deben consultar por correo a info@foggia.company y los menores de 16 años deben ir acompañados por un adulto. Hay más información en el sitio www.vincentvangogh.com.ar

Con información de Télam