A los 35 años la vida de Kaori Orita dio un vuelco. Dejó su casa y su rutina en Japón, viajó a Buenos Aires, se enamoró del suelo argentino y se dio cuenta de que ese era su lugar en el mundo, el que le permitiría crecer en su gran pasión: el tango. Hoy, Kaori se desempeña como una de las 100 jurados de Marcelo Tinelli en Canta Conmigo Ahora (El Trece). "En el programa no me maquillo completa porque no me considero una geisha. Yo soy una japonesa tanguera", menciona Kaori en el transcurso de la entrevista con El Destape, donde profundiza en la historia de sus raíces, su camino artístico, las trabas que le puso la vida y su llegada a Argentina para cumplir sus sueños.
- ¿Es cierto que no tenías ningún registro de quién era Tinelli?
Un total desconocido. Capaz lo enganché algún momento, cambiando de canal, pero no me sonaba de nada.
- ¿Cuál fue tu primera reacción cuando lo conociste?
Me dijeron muchas cosas sobre Tinelli y fui con muchas dudas cuando me convocaron. Nunca busqué salir en la tele, pero en la primera reunión me encontré con un hombre muy serio y vi su profesionalismo. En ese encuentro nos dijo ‘tenemos que unirnos. Es un formato nuevo y nunca hice algo así. Tampoco sé si lo voy a poder manejar’. Me pareció muy honesto.
- ¿Qué sensación te produce verte en la televisión?
Todavía no entiendo lo que está pasando (risas) Pero cada participante y sus sueños me hacen estar cada día más orgullosa del proyecto en el que me metí.
- ¿Cómo nace tu amor por el tango?
Fue en Portugal, donde estuve dos años estudiando, país que tiene una cultura más cercana a ustedes que se saludan con abrazos y besos. Recuerdo que eso me llamó mucho la atención y cuando volví a Japón me sentí muy triste porque cuando abracé a mi amiga, se quedó congelada y sorprendida. Pienso que esa tradición que tienen los japoneses de mantener la distancia del otro, por respeto al espacio personal y por incomodidad, es triste. Y cuando fui por primera vez a bailar tango me sentí abrazada. Eso buscaba.
Empecé a bailar tango y cada vez me enamoraba más de la música. En ese momento trabajaba un montón, igual que todos los japoneses.
- ¿De qué trabajabas?
Era organizadora de conferencias internacionales. Luego pasé por un grupo de teatro musical, el más grande de Japón, y ahí encontré la pasión por el arte, aunque siempre estuve en la parte de oficinas y agencia de actores.
- Habláme de tus raíces
Mis papás eran campesinos, no había nada alrededor de mi casa. Como en el campo no había trabajo, mi papá tenía que ir a otra provincia para ganar dinero. Mamá criaba chanchos y también cantaba muy bien, su sueño era ser cantante. El tiempo le permitió ser dueña de un barcito, a pesar de que en Japón no está bien visto llevar esa vida. Papá tampoco la respetaba tanto. Mi papá estaba lejos y solo estaba en casa dos veces por año. Mi mamá siempre decía ‘lo odio’, lo que me hacía sentir triste por ellos. También teníamos problemas económicos, sufrimos mucho. Por eso entiendo mucho la dificultad que están pasando muchas personas acá.
A pesar de todo, me siento orgullosa de ser hija de ellos. Siempre digo que mi familia nunca funcionó demasiado bien y durante mucho tiempo me pregunté cuál sería nuestra riqueza, dado que el dinero nunca nos hizo felices. Después de años pensándolo, en la universidad entendí que mi respuesta es el arte y que el amor de familia es lo que nos hace felices y nos enriquece. Y eso es algo que tienen los argentinos y me encanta: aunque no tengan muchas cosas, siempre encuentran un momento para estar y vivir felices. En Japón vivimos en muchísima soledad.
- ¿Te quedó familia en Japón?
Mi hermano más grande, pero está súper enojado. Es un japonés típico, un cabeza dura. No entiende como pude dejar una vida cómoda en Japón para venir a Argentina a cantar. Creo que parte de su enojo viene de la muerte de mi mamá, pero no lo sé con exactitud porque se guarda mucho lo que piensa y lo que siente.
- ¿Te vio cantar alguna vez?
Ojalá. Yo siempre comparto los videos y las fotos en Facebook así que seguro se enteró. Espero que esté feliz.
- ¿Es popular el tango en Japón?
Sí, y fue una sorpresa darme cuenta de eso. Para mí el tango era algo exótico, pero mamá cantaba estilo tango, bien pasional. Ella me decía que el tango era re lindo. Cuando llegué a Argentina profundicé en las raíces musicales de mi país y descubrí que el tango tuvo una época de oro en los ’70 y ’80, donde se presentaron todas las principales orquestas.
- ¿Cuáles son las letras que más te emocionan?
Malena y Nada. Son los temas que estudié primero y siempre me gustó su belleza y su profundidad. Cuando canto Malena siempre me acuerdo de mi mamá. Ella falleció un mes antes de que llegara a Argentina y sabía todo lo que pasaba por mi cabeza. Pero en algún sentido ella era un obstáculo para cumplir el sueño de salir del país, porque no lo aprobaba y prefería que me casara con un chico rico y consiguiese un trabajo bueno. En su última etapa de vida entendió muchas cosas y cuando le dije lo que quería mi alma, ella por primera vez me permitió avanzar. Me dijo: ‘hace lo que amás’.
- ¿Cómo fue cuando llegaste a Argentina?
Tenía mucho miedo porque en Japón decían que Sudamérica es muy peligrosa. Vine con solo una maleta, muy desorientada. Al principio lloraba todos los días.
- ¿Cuál fue la primera demostración de afecto que tuviste acá?
Es difícil esa respuesta. El primer amigo que conocí era músico de tango. Me ayudó mucho, pero me enamoré mal. Era un típico argentino que no quiere ningún compromiso –en Japón el tener un compromiso ni siquiera se discute- y aunque en principio lo hizo saber, yo no entendí lo que estaba diciendo. Sufrí mucho por ese amor.
- ¿Recordás tu debut como artista en un escenario?
¡No sabés los nervios que tenía! La primera vez fue en una peña de tango. Nosotros, los japoneses siempre vamos en busca de la perfección porque si no no queremos mostrarnos. No somos muy valientes (risas). Ustedes tienen mucha confianza: aunque a veces desafinen se creen los número uno siempre. Es fascinante esa cualidad. Llegué a Argentina y en el primer paso artístico aprendí lo que es la improvisación en escena, algo que los porteños manejan muy bien.
- ¿La interpretación en la peña salió bien?
Sí, aunque si lo escuchara hoy tal vez no me gustaría mucho (risas). Lo que considero que tengo a mi favor es la emoción interpretativa. Mi primera maestra, la cantante Sandra Luna, me enseñó a conectar con lo que dicen las letras y creo que lo eso lo traslado muy bien cuando doy un show. No persigo la técnica, sino la emoción.
- Kaori Orita se presenta el próximo miércoles 21 de septiembre en Bebop Club (Uriarte 1658, CABA)