Carlos Belloso es uno de los actores más reconocidos de la televisión argentina y el mundo del teatro, ya que trabajó en innumerable cantidad de series y películas nacionales. Durante el 2024, se despegó un poco de la pantalla chica para abocarse a los escenarios con El Aparato, la obra que sigue en el Teatro El Vitral todos los miércoles y sábados a las 22; Operarius, que la llevó adelante durante el transcurso del 2024; y dos producciones audiovisuales en plataformas digitales, por lo que se mostró explorando varias facetas. La historia del artista de 61 años que también experimentó en la música y la pintura, arrancó a trabajar como carpintero, tiene una cruda experiencia dentro del Servicio Militar Obligatorio en tiempos de Guerra de Malvinas y se considera un "obrero cultural", entre los ejes que más profundizó en diálogo con El Destape.
El concepto de "obrero cultural" le sienta bien a Carlos Belloso mimetizándose con Ricardo Mollo, quien se considera un "obrero musical". Lo particular es que ambos profundizaron en el mundo de la carpintería: el actor tenía un amigo cuyo padre era carpintero y después de sus 10 años, le interesó hacer ese tipo de trabajos para juntar unos pesos. Luego fue evolucionando hasta que comenzó a trabajar en carpintería metálica, un poco más complicado. "Es un oficio que me es muy afín porque lo relaciono con un oficio noble", dijo.
Si bien lo aprendió por necesidad, no le fue complicado. De hecho, descubrió un nexo entre la carpintería y la actuación. "Todo era curiosidad. La carpintería iba a confluir en la actuación. Yo no soy un carpintero, soy un actor que sabe de carpintería. Y tengo que transpirar en el escenario porque sino creo que no estoy trabajando", expresó entre risas sobre la utilización de un overol en sus unipersonales. Carlos también está atravesado por otra historia muy particular: hizo el Servicio Militar Obligatorio en 1981 en Piedrabuena, Santa Cruz. "Fue algo aterrador. Era un delirio esa época con la comunicación, era todo de temer. Una geografía horrenda. Te encontrás con 18 años, había nacido en Munro y me iba a bailar a Pinar de Rocha y de ahí a una temperatura extrema, vientos terribles, cargando armas, obedeciendo órdenes, vestido de militar. Y era como vivir una pesadilla real. Encima un año y tres meses... te lo regalo", dijo Belloso, quien busca que lo reconozcan como excombatiente.
En el último tiempo, se mostró muy crítico del gobierno de Javier Milei: expuso que es "aterrador" que se haya votado a alguien que admira a Margaret Thatcher; sostuvo que dentro de la voz política y la voz cultural "hay que hablar y no hay que tener miedo"; y además, viene de hacer su obra teatral El Aparato con un guiño al jefe de Estado.
¿Cómo estás artísticamente?
- Artísticamente estoy bien, me estoy dando los gustos que quiero. Tenía ganas de dirigir una obra con cierta temática, precarización laboral, la supuesta concientización de clases, la lucha de clases y al mismo tiempo un homenaje al albañil, al trabajador lindante a la esclavitud. No es la primera vez que escuchamos noticias de que un albañil muere en una construcción, eso habla ya de un trabajo límite que encima es muy mal pago, como todos los trabajos últimamente.
Yo tenía una inquietud hace dos años sobre esta ola de las derechas y los neoliberalismos extremos, aceleracionismos filosóficos de extrema derecha, neoreacción. Me interesaba ver esos movimientos tan despiadados en un punto, otorgándole al mercado toda la libertad para diezmar y esclavizarnos definitivamente. Me puse a jugar un poquito sobre este tema. Había que ponerle la cara de un dictador porque me imaginaba una distopía, una sociedad futura. Y dije “bueno le pongo la cara de Milei” porque quizás es el más payaso, el más figurín, y resultó que todo se articuló para estar hablando de una coyuntura. Cualquier parecido al presente es pura coincidencia con el pasado. Los nombres de Sturzenegger, Bullrich, Caputo... no se los pueden bajar con nada. Son voraces con sus intereses. Una marcha donde son apaleados los jubilados es festejada... estamos en un lugar que realmente uno no se lo podía imaginar.
¿Qué te deja cada uno de esos personajes que has hecho y cómo influyeron en tu evolución como actor?
- El actor lo que hace es juntar todo lo que yo necesito para expresarme. Los fui probando en distintos formatos, pero siempre el actor aglutina todo y el teatro es el manantial al que yo siempre voy para un personaje en una tira o en una serie que tengan características definidas. Mis personajes son en base al producto, entonces a veces trabajo por pedido, y otras veces, como en este caso, mi unipersonal, donde hay personajes a los que me voy acercando en base a deseos de expresarme, entonces se configuran queriendo decir algo.
Siempre desde el primer momento quise tener una paleta amplia para, primero, trabajar y ganar plata. Antes que lo artístico pienso en mantenerme. Más allá de eso, ahora que estoy más tranquilo, puedo elegir los personajes. Puedo producir mis propias cosas. Y entonces ahí estoy más relajado, tengo más posibilidades de multiplicar otros personajes y es muy variado. Ahora que no hay tanta televisión y hay plataformas, se pueden lograr series. A mí siempre me gustó más el teatro. Si tengo ganas de hacer algo, lo hago. En lo audiovisual vienen con una propuesta. Traté de hacer todo porque tengo más curiosidad que ganas de explorar solamente un formato. A mí me gusta estudiar también ciertos personajes para ir a fondo, es una oportunidad para saber más.
¿Qué te pasa cuando la gente te recuerda con un personaje? O sea, realmente dejar algo desde la actuación con el público
- A mí me encanta que me reconozcan por personajes, me gusta mucho más que por Carlos Belloso, no sé por qué, hay algo que se nota que trabajé en un personaje y quedó. Al mismo tiempo, también exploré lo popular. El Vasquito -de Campeones de la vida- es un personaje popular, puede estar dentro de los personajes populares argentinos, como Minguito, Catita de Niní Marshall.
¿Sentís que las redes transformaron el papel del actor?
- Sí, creo que las redes transformaron el papel del actor. Las redes arman personajes de tendencia que son usados por el cine, las plataformas de ficción, y al mismo tiempo, el actor que también hace ficción, puede incursionar en las redes y sumar tendencias y seguidores. Es una retroalimentación. Y ahora se busca quién tiene más seguidores en teatro a veces. En una producción grande, que tenés que meter mucha gente... El Gran Rex llenarlo una vez puede ser, pero ¿tres veces por semana o un fin semana? Tenés que agarrarte de todo. Me parece que no hay que luchar contra eso.
Contame un poco tu trabajo de carpintero ¿Cómo surgió?
- Es un oficio que me es muy afín porque lo relaciono con un oficio noble ¿El padre de Jesús era carpintero? Bueno, vamos por ahí. El padre de un amigo trabajaba de hacer sillones de playa, entonces siempre necesitaba alguien que lije la madera, que ponga enduido, y me daban unos pesos. Esto fue después de mis 10 años. Iba, te daba dos mangos y te daba un oficio. Cuando necesité plata, me ofrecí como carpintero. Después fui evolucionando hasta llegar a una empresa de aluminio y trabajé en carpintería metálica. Era más complicado, había que hacer sierra sin fin, cortar los perfiles, remachadora... lo aprendí por necesidad, pero no era tan complicado.
Hay que tener herramientas y hacerlo. Cuando agarré la actuación, eso lo veía como más distante. Yo pintaba y los bastidores salen 100 pesos, pero si me los hago yo me salen 50. Eso me llevo a unir dos cosas: pintura y carpintería. Tuve una novia vestuarista muy prestigiosa, yo 25, ella 50 años. Estuvimos bien juntos y aprendí el oficio de la escenografía. Todo era curiosidad, pero esto me iba a servir para tener un trabajo. Vi que la conexión con la actuación tenia que ver con eso. La carpintería iba a confluir en la actuación. Yo no soy un carpintero, soy un actor que sabe carpintería.
Mollo se define como un "obrero musical" ¿Te considerás un "obrero cultural"?
- No sabía bien la definición de Mollo de obrero cultural. Me pasa que tengo que transpirar en el escenario, porque sino creo que no estoy trabajando. Mis personajes en mis unipersonales usan overol, es algo como simbólico. Yo me pongo el overol para laburar, en mi trabajo estoy una hora transpirando con un overol para decir "también estoy trabajando eh, no se crean que estoy disfrutando tanto”. Es un poco cola de paja, disfruto tanto de actuar que necesito ponerme un overol y decirme “estoy trabajando”.
Sus años en el Servicio Militar y su voz política
¿Cómo fue la etapa en la que hiciste el Servicio Militar? ¿Por qué cosas estabas atravesado independientemente del contexto país?
- Termino la secundaria en el 81 y me toca el Servicio Militar. Entro a hacer la colimba, mi viejo orgulloso dice “vas a tener muchos amigos, vas a poder viajar” y yo dije “bueno, es un año”. Imaginate ese contexto... un año ahí al servicio de los milicos. Cuando me incorporan en febrero digo “si esto es para estar orgulloso…”, pero yo intuía algo más denso, no por los oficiales en ese momento. Esto me iba angustiando para un vector hasta que en un momento es “nosotros le estamos declarando la guerra a Gran Bretaña”. Y no se podía creer. Mi destino fue Piedrabuena en Santa Cruz. Cuando se declaró la guerra, me convocaron como orden de combate, defender el aeropuerto de Rio Gallegos.
¿Qué implicaba eso?
- Consistía en estar con un cañón antiaéreo cerca del aeropuerto para detectar un hostil y derribarlo, o hacer alguna maniobra para que ese avión no bombardee el aeropuerto. Esa era la orden. Me quedé ahí todo lo que duró la Guerra. Comíamos, dormíamos ahí. Y era realmente muy terrible, mucho frío. Pasé 25 grados bajo cero. No era muy valiente. En las guardias no dormía porque era el único lugar para dormir, ya que trabajaba todo el día cargando municiones, movimiento nocturnos, muchas alertas rojas. Estuve en el litoral marítimo defendiendo la base aeronaval de Rio Gallegos. Tenía terror, pero al mismo tiempo tenía 18 años y venía de bailar en Pinar de Rocha, quería seguir de joda.
¿Y cuando terminó la Guerra?
- Cuando volvimos de la Guerra era como si no hubiésemos estado. Después, investigando, con las agrupaciones en las que estábamos reclamamos haber sido excombatientes. Vimos que en todo el Litoral marítimo hubo incursión de ingleses. El TOAS -Teatro de Operaciones del Atlántico Sur- se establece para saber donde está la guerra y quién combate. Si estuviste en el Teatro de Operaciones, combatiste y sos excombatiente. Cuando repartieron las pensiones, corrieron 200 millas y quedó todo el Litoral marítimo afuera, como si de las bases aeronavales no hubieran despegado los aviones. De ahí viene la injusticia.
Pusimos el cuerpo. De los 649, 17 murieron en el Litoral marítimo. Fue atemporal, fue una aventura de un pibe de 18 años, algo aterrador. Era un delirio esa época con la comunicación, era todo de temer. Una geografía horrenda. Te encontrás con 18 años, había nacido en Munro y me iba a bailar a Pinar de Rocha, a una temperatura extrema, vientos terribles, cargando armas, obedeciendo órdenes, vestido de militar... era como vivir una pesadilla real. Encima un año y tres meses... te lo regalo.
¿Qué te genera que desde el Estado, que es el aparato que debe bregar por la memoria, estén haciendo justamente todo lo contrario? ¿Qué te pasa cuando ves estas cosas?
- Es aterrador que la gente lo vote diciendo que admira a Margaret Thatcher, una mujer que asesino a 323 marinos. No es que en una guerra de igual a igual el ejército inglés mató a soldados, sino que al estar fuera de exclusión el Crucero General Belgrano, decidió hundirlo y murieron 323 compatriotas por crimen de guerra, que jamás lo enjuiciamos. Que el presidente de una Nación diga que la admira, es vivir otro mundo. Pero también nos tenemos que hacer cargo nosotros: en la canción del ultimo campeonato que ganamos las tres estrellas decimos “con los chicos de Malvinas que jamás olvidaré”. Ese canto, que tanto emociona no solamente a los que estuvimos ofreciendo nuestra vida, se va de un plumazo cuando el cincuentipico por ciento en un ballotage votó a Milei.
¿Estás tratando de que te reconozcan como excombatiente de Malvinas?
- Las agrupaciones donde estuve tratando de que me reconocieran se enfrentó con soldados reconocidos. Entonces no quiero herir susceptibilidades. No ataqué desde la ficción el tema Malvinas. Si bien me cala hondo e hice algunas cosas que pensaba que sí tenía que hacer, como en Canal Encuentro, que hicimos escenarios de guerra; y las obras de teatro que hablaban de la Guerra de Malvinas y lo presentaba yo, me parecía que cerraban muy redondamente.
No quise herir susceptibilidades con soldados que no me reconocen. Yo nunca voy a defender a un gobierno que no defiende la soberanía, porque soy un excombatiente, brindé mi vida presionado, obligado, a un momento para defender a las Islas Malvinas. A la Patria. Y volví vivo. Esa es la sensación final. Ofrecí mi vida, pero eso tiene un costo, y no voy a defender a un Milei ni a un gobierno que avale a la OTAN porque son nuestros enemigos.
¿Qué pensás de la voz política y la voz cultural?
- Hay que hablar, no hay que tener miedo a hablar de lo que uno piensa para bien o para mal con este gobierno, porque muchos lo admiran y tampoco lo dicen. Lo digo por los operadores de prensa, la prensa dice “soy imparcial”, pero vos ves que le están dando palos al campo nacional y popular, que ocultan cosas. También pasa con la población que no dice nada. Por ahí estás charlando con alguien y decís “no alcanza la plata” y responden “sí, claro”, y no ponen su opinión.
Este tipo blanqueó que hay que confrontar y hay que confrontar, con la mejor de las ondas, para que todo tire para el pueblo y los más necesitados, pero hay que decir que es un gobierno cruel. Y decirlo abiertamente, porque si vamos a andar con eufemismos, chau. No sirve más. Estoy mucho mas cuestionador del sistema que en otros años. Yo estaba limitado antes, un productor me decía “no, no hables de política” o “para qué te vas a meter en política”. Ya está, no tengo más filtro. Ya no puedo. No quiero. Además sería antipatriota, y me tocás la soberanía y el tema de Malvinas y me pongo peor.