Valeria Lois protagoniza las obras teatrales Precoz y La Vida Extraordinaria y dialogó con El Destape sobre su presente profesional. La actriz reflexionó sobre la industria teatral actual y también habló de los proyectos cinematográficos que la involucran.
¿Cómo estás viviendo este momento de Precoz? ¿Habías visto la versión con Julieta Díaz?
- No, no pude ver en vivo a la de Julieta porque tenía funciones, por pandemia, distintas razones. Pero cuando tuve que hacerlo vi el video, como para empezar a familiarizarme con el material antes de verlo a Tomás y poner el cuerpo. Como él ya tenía muy avanzada la relación con el trabajo, yo tuve que ver el video para ponerme un poco a tono. Y me encantó, me pareció que era un trabajo muy genial el que hizo Juli, te diría que viéndola a ella me entusiasmé mucho para hacerlo porque yo había tenido mis propios resquemores con la obra; en su momento me dio miedo actuarla. Al comienzo, estábamos en el proyecto con Lore, Tomás, las productoras, el adaptador y yo. Por cuestiones de agenda y porque sentía que la obra me iba a exigir demasiado me bajé del proyecto y volví años después.
Claro. Fuiste la actriz que originalmente eligieron. ¿Antes de Julieta la había hecho otra actriz?
- No, no. Fue Julieta, después de que yo dije que no la podía incorporar en ese momento. Era otra época también, pre-pandemia la relación con el teatro, las obras, los proyectos siento que era distinta. La segunda vez, cuando Lore me dijo que Juli no lo iba a hacer más y que querían saber si yo quería retomar esta relación (risas), me copé y dije que sí.
¿Por qué te dio miedo la obra en su momento? ¿Tuvo que ver con la gran cantidad de texto que tiene tu personaje?
- No, con la cantidad no porque es algo que uno finalmente lo termina incorporando. Yo al mismo tiempo estaba ensayando otra obra en el Cervantes también con mucho texto y muy complejo; en un momento creí que me iba a volver loca. De hecho, ahora recién estoy retomando el libro de Mariana Enríquez, Nuestra parte de noche, después de dejarlo en el verano porque mi tiempo era para memorizar, dejó de existir leer por placer (risas). Así que fue muy intenso el tema de memorizar. Y te diría que, obviamente que sé la letra desde el día uno, pero podría decirte que recién ahora siento que la tengo incorporada. Hay algo de la preocupación de la letra que no está tan a flor de piel.,
Los miedos quizá tenían más que ver con apropiarse o contar unos personajes complejos, que tienen el peligro del cliché o de ser actuados desde un lugar golpebajero o solemne. Iba más por ahí el miedo, yo confiaba mucho en Lorena. De hecho, cuando surgió la idea de hacer esta obra, dije “La hago si la dirige Lorena”. Pero bueno, igual me dio miedo de mí misma, de mi propia interpretación. De cómo contar una marginalidad, como unos seres caídos del mapa. Tenía miedo de no darme cuenta dónde la podía estar pifiando. En ese momento yo ya estaba en La Vida Extraordinaria y hacía una obra en el teatro comercial.
Ahora que La Vida Extraordinaria está mucho más acomodada, siempre digo que ya es como si la tuviéramos en sangre, sentí que era capaz de sumar esta obra.
¿Hace cuánto hacés La Vida Extraordinaria?
- La hacemos desde el 2018. Ya van cinco años con sus interrupciones, pero la verdad es que ya creo que está llegando a las 200 funciones. En principio, sus dos primeras temporadas fueron en el Teatro Cervantes y después de ahí en un teatro independiente, donde compartís en general sala con otras obras. No es que hacés de jueves a domingos. Por eso llegar a las 200 funciones es un montón.
¿Y en la pandemia cómo hicieron?
- Tengo como una especie de amnesia, de amnesia sana (risas). Hice de todo en pandemia. La Vida Extraordinaria se interrumpió el día que declararon el cierre total de los espacios y fuimos volviendo de a poco. Fue de las obras que volvió con treinta personas con barbijo, después con cincuenta. Vivimos todo ese proceso, inclusive en un momento nos volvimos a guardar y después salimos de nuevo. Hubo algunas invitaciones a participar de cosas por streaming, de lecturas, vivos, una especie de streaming-teatro, porque no es ni teleteatro ni radioteatro. Hice algunas cositas de esas, pero La Vida se guardó.
Recién mencionaste una obra que hacías en el teatro comercial. Has participado en proyectos chicos y en otros masivos, ¿cómo vivís cada uno? ¿De qué depende que digas que sí o no a una propuesta?
- Siempre hay algo de los actores o los directores, el equipo. En cualquiera de los tres circuitos, es necesario que haya una buena circulación entre los que trabajan: admiración, ganas de trabajar juntos. Eso es algo que siempre me guió. En el teatro uno está realmente entregando el cuerpo muchas veces a la semana, a la noche. Hacer teatro comercial implica estar de jueves a domingo fuera de tu casa, con dos funciones los sábados. Entonces uno pone bastante en la balanza: si tenés que distribuir tu energía entre eso y algo que estés filmando, es más difícil. Hay épocas en las que uno le entrega más el cuerpo al teatro y otras en las que necesitás estar en tu casa en jogging un sábado a las 7 de la tarde.
Vengo haciendo teatro hace mucho, muy seguido, y siempre amenazo con que me voy a tomar un descanso pero siempre aparece algo que me termina interesando hacer.
También has hecho bastante cine y televisión. ¿Qué pasa con el mundo televisivo y los actores? ¿Hay cierto prejuicio de que el teatro y el cine son más prestigiosos?
- Me parece que depende mucho de cada persona y de cada momento. Y también qué hay de bueno en esos proyectos. En principio, ficciones en televisión ya no hay más, hay una sola ahora y creo que se está grabando otra para el año que viene de la misma productora, de Polka. Pero Telefe no tiene y América y El Nueve tampoco. La única ficción que hay al aire es ATAV 2. Creo que se viene una el año que viene pero ni siquiera estoy muy segura de que eso va a pasar, creo que sí.
En otra época todo se manejaba más desde los prejuicios, tanto quienes venían del teatro con los de la tele y viceversa. Me parece que ahora eso está un poquito más diluido. Lo que antes se leía como un galán de la tele o una chica linda, heroína de la telenovela, puede tener muchas ganas y codiciones para hacer algo en teatro. Y también alguien que viene más como “bicho de teatro”, como se solía decir antes, con todo lo que eso implica -una gestualidad más marcada, una intensidad más fuerte, una expresividad más exagerada- puede tener su lugar en la tele.
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¿Y vos en qué lugar te sentís más cómoda?
- Es innegable que mi lugar, donde yo crezco y cargo mis energías y me siento como en casa es el teatro. Ahora, hacer cine en este momento te diría que es lo que más me gusta. Cada vez que estoy en un set sigo sintiendo una adrenalina muy distinta a la que implica vivir un proceso de ensayo, estrenar y repetir funciones todos los días o tantas veces por semana. Hay algo de cómo se arma toda una historia entre la mirada del director y todas las áreas, el vestuario, fotografía, la dirección de arte y la actuación; hay algo medio mágico siempre en el cine. Pero el teatro es un lugar muy de comunidad donde yo me encuentro con la gente que quiero. Pasa eso.
Cuando uno va a estudiar actuación se arranca por la actuación teatral, ¿no?
- Sí, ahora me aparece que hay una formación de actuación frente a cámara. No tengo muy explorado lo que son esas clases pero entiendo que hay lugares donde entrenar eso desde el vamos. Pero es cierto que el clásico taller de actuación tiene que ver más con lo teatral. Sigue siendo así y me parece que esos encuentros, talleres y esas formas de acercarse a la actuación son claves y necesarios. Hace mucho que no entreno pero puedo decirte que mis socios y socias del lenguaje salieron de los lugares donde yo tomé clases. Si tuviera que aconsejar algo, es insistir con ir a esa búsqueda. Más allá de que después hagas o no un obra, me parece que uno se junta con gente en el lugar donde se forma.
Claro, se genera comunidad.
- Sí.
Recién hablabas de la pandemia. Después de ese momento hubo un auge bastante fuerte por consumos culturales porque la gente empezó a salir. ¿Eso continúa así?
- Creo que continúa, no vamos a generalizar porque supongo que debe haber compañeras y compañeros que deben estar remando. Pero me parece que la gente cada vez va más al teatro. Quizás antes era más para un nicho o un micromundo o se elegían solo algunos tipos de obras, ahora está todo muy expandido. Que alguien haga una obra un lunes en Colegiales no es un impedimento para que la gente vaya. Antes había horarios, días mejores, peores. Ahora basta con que vos elijas cuál es el mejor día o la mejor sala para poner tu obra y si está bueno lo que hacés y tiene un espíritu, la gente va. Y personas de muy distintas edades; eso realmente me sorprende: va gente de veintipico y gente de sesenta y pico sin prejuicios.
Muchos actores han tenido la necesidad de expresarse artísticamente y escribir sus obras o dirigir. ¿Te ha pasado eso?
- Por ahora escribí algunas cositas, cada tanto logro concentrarme y entregarme a escribir cositas. Pero nunca escribió obra, no pasé por ahí y no tengo ni la necesidad ni he hecho el intento. Sí ahora estoy dirigiendo: estamos en proceso de ensayo con Mariano Saborido, que va a actuar, y Juan Segundo Rauch que va a dirigir junto conmigo un texto escrito por Santiago Loza. Eso me tiene muy entusiasmada. Ver un poco de afuera y tomar decisiones me tiene muy contenta.
¿Ya has dirigido otras obras?
- No.
Ah, es la primera. ¿Qué desafío representa?
- Es rarísimo porque hasta ahora me pasa mucho que todo el tiempo Mariano hace algunos comentarios respecto de lo que le pasa con la letra, que necesita cambiar tal o cual parte. Lo re entiendo como actriz, empatizo porque me pasa exactamente lo mismo cuando estoy con el cuerpo ahí. Mirando desde acá uno se pregunta por qué cambia esta palabra por esta otra, si está buenísima esta, o por qué no vuelve a hacer lo que hizo en el ensayo anterior si estuvo buenísimo. Estar de este lado me entusiasma mucho.
¿Qué fue Parte de una religión?
- Una serie que hicimos en la pandemia y fue vendida por streaming y ahora está en Flow. Le está yendo muy bien, está primera. Es un formato de tres capítulos de veinte minutos, es una serie muy corta con un elenco muy divino y soñado.
Se va a estrenar una peli que es uruguaya, con Diego Cremonesi, Franco Rizzaro, Ángela Torres y yo. En Uruguay se estrena el 24 de agosto y en Argentina, el 14 de septiembre. Se llama Temas Propios, está escrita por Guillermo Rocamora y creo que quedó linda. Es una relación padre-hijo y yo hago de la madre, ahí aprendiendo cosas.
Digamos que proyectos no te faltan.
- No, la verdad que no (risas). Eso me pone muy contenta porque nuestra vida es ir de proyecto en proyecto. La estabilidad no existe, es saber navegar en las aguas de la inestabilidad.
Sí, convivir con la ansiedad me imagino. No sé si has tenido momentos de baches o ese tipo de situaciones.
- Sí, sí, total. Aparte en este momento laboral de los actores y actrices, un mes parado hace muchísimo la diferencia. Quizás en otra época se completaba con lo que habías hecho y tus ahorros, pero ahora estamos en un momento realmente muy complicado. Además de saber ahorrar, hay que saber esperar y entender. También producir, autogestionar, y ojalá haya cada vez más trabajo para actrices y actores, que se reparta un poco más lo que hay.