Un fallido plan para "reforzar" la masculinidad: Cristian Alarcón estrena la obra "Testosterona"

05 de febrero, 2024 | 11.25

Desde un formato híbrido que entrecruza el teatro con el periodismo y la literatura, Cristian Alarcón pone pausa en su labor como director de la revista Anfibia para debutar como actor en "Testosterona", una performance teatral que se presentará a partir del jueves en el Teatro Astros y donde recrea una experiencia autobiográfica que atravesó en su infancia cuando fue sometido a un tratamiento con esa hormona para diluir los rasgos "afeminados" y "encauzar" su masculinidad.

La historia surgió como desprendimiento de la novela "El tercer paraíso" -con la que ganó el Premio Alfaguara 2022- tras haber estado soterrada en su conciencia durante décadas, hasta que un día el recuerdo afloró y ya no pudo esquivarlo: tenía seis años la primera vez que lo llevaron a una clínica para inyectarle testosterona. "No recuerdo si entonces me lo dijeron o en qué momento lo supe, y cómo lo guardé entre pañuelos de lino: fui inyectado al menos ocho veces", contó recientemente el autor de "Cuando me muera quiero que me toquen cumbia".

Decidido a desentrañar los razones que empujaron a sus padres a someterlo al tratamiento y en la huella que había dejado en él mismo la experiencia, Alarcón realizó numerosas entrevistas y consumió textos que lo ayudaran a comprender la noción de masculinidad en la escala de la época. Después llegó el contacto con Lorena Vega, la premiada directora que en "Imprenteros" llevó al teatro una experiencia autobiográfica que también dejó huellas persistentes en ella.

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Juntos comenzaron a darle forma a "Testosterona", la performance que llega al teatro Astros el próximo jueves y donde Alarcón debuta como actor en un rol exigido donde baila, interpela al público e interactúa con el perfomer Tomás de Jesús.

La obra, que además de sus archivos personales escarba en otras experiencias similares, conecta el uso de la testosterona como terapia para "disciplinar" la masculinidad con el terrible laboratorio de experimentos genéticos que se constituyó durante el régimen nazi, cuando las terapias de conversión fueron una excusa para sumar soldados a sus ejércitos, además de discurrir sobre el trauma infantil y los modos de gestionar las masculinidades contemporáneas.

Nacido en Chile en 1970 pero radicado en la Argentina desde hace 45 años, Alarcón se dedica desde 1990 al periodismo de investigación. Escribió en diarios como Página/12 y en las revistas TXT, Rolling Stone y Gatopardo. Fundó Anfibia, revista digital de crónica narrativa; Cosecha Roja, la Red Latinoamericana de Periodismo Judicial; y el Laboratorio de Periodismo Performático que convoca a artistas y periodistas a generar piezas conjuntas. Además, coordina la Maestría en Periodismo Narrativo de Universidad Nacional de San Martín.

"Recuerdo el color de las cubrecamas de mi casa en Chile. Recuerdo el cerezo detrás de la ventana por el que miraba llover antes de los cuatro años. Recuerdo el viaje a Argentina, la pieza de adobe donde vivimos al llegar los exiliados, las casas que tuvimos hasta los seis. Recuerdo con precisión la ropa de mi madre, las telas de las que estaban hechos talones, los zuecos que usaba para ir a la escuela. Y sin embargo, a partir del momento en que soy inyectado, no recuerdo nada hasta más o menos los ocho o nueve años, es decir, cuando el tratamiento terminó", había contado a Télam el director de la Revista Anfibia en una entrevista que tuvo lugar hace unos meses cuando ensayaba la performance.

¿Por qué los padres del periodista intuyeron que el tratamiento con testosterona iba a mejorar su vida? Alarcón desplaza la cuestión hacia otra pregunta: "¿Por qué era insoportable para los padres jóvenes y modernos que habían sido, que bailaban twist y probaban marihuana en la década del 60 en un pueblo conservador del sur de Chile, dos campesinos desplazados pero subidos a la modernidad de la época?", se interroga. Y explica: "Mi madre, una mujer que sale a trabajar tempranamente, sostiene a su marido estudiando en Santiago mientras cría a sus hijos como una mujer jefa de hogar de ahora en aquel pueblo y que, sin embargo, no puede tolerar dos cosas: la idea de que su hijo sea maltratado por ser diferente y por no ser lo suficientemente masculino. Pero también la idea de que su hijo varón no va a poder cumplir con el mandato de la reproducción y que ella no va a poder ser abuela".

La performance cuenta también su adolescencia como presidente del centro de estudiantes de un colegio de Cippoletti, sus novias, su primera experiencia con un hombre, su primer acercamiento a la no ficción y también las noches adrenalínicas de la Ciudad de Buenos Aires. Cada escena, sitúa un discusión sobre la identidad en la que Alarcón se recrea a sí mismo y vuelve a contar su propia historia con valentía, erguido en el medio del escenario.

Con una duración de poco más de una hora, la obra se podrá ver los cuatro jueves de febrero y los cinco jueves de marzo en el Teatro Astros (avenida Corrientes 746) y tuvo antes de llegar a Buenos Aires tuvo su estreno en Chile el 16 de enero. "Es un objeto periodístico al mismo tiempo que un objeto artístico", sintetiza Alarcón.

Con información de Télam