Sebastián Presta, el humorista y actor que saltó a la fama con los sketchs de Prestico volvió al teatro con la comedia Mi madre, mi novia y yo. En ella interpreta a un hombre de cuarenta años que todavía vive con su mamá (Graciela Tenembaum) y que teme revelarle este dato crucial a su novia (Victoria Almeida). Usando la cena de Navidad como excusa para comunicarle la emancipación a su madre, el personaje de Presta desencadena un escándalo familiar que es celebrado con risas y aplausos. En diálogo con El Destape, el actor analiza la puesta -que puede verse en el Paseo La Plaza- repasa su trayectoria, reflexiona sobre el humor actual y sus límites y adelanta su último proyecto laboral con Telefe.
- ¿Cómo te llega la propuesta de Mi madre, mi novia y yo?
A través de uno de mis productores, con el que vengo trabajando desde hace 4 años. Venían acercándome varias obras de teatro y cuando llegó esta, al principio no me dieron ganas de hacerla. La historia de un hombre cuarentón que vive con la madre y que nunca le presentó una novia me parecía vieja. Como los productores me dijeron que era la obra que querían hacer y me invitaron a que dejase de hinchar las pelotas, la contacté ala autora -Mechi Bove- y resultó que la conocía, así que nos juntamos y empezamos a trabajar. Le conté muchas cosas de mi vida -que era asmático, que en la escuela fui el boludo que era boyscout- y fuimos rearmando la obra. Es una historia sencilla de una cena entre un cuarentón que vive con su mami y no quiere que se entere su novia.
- En Argentina no es tan común, pero en otras culturas está muy naturalizada la emancipación tardía.
Esto pasa y mucho. Quizás se van de la casa materna pero no pueden cortar el cordón. Una amiga, ya separada, me contó que una vez se enteró de que su exmarido salía del trabajo, se iba a cenar con la mamita y después se iba a cenar con ella. Es gente que no sabe cortar el cordón. En mi caso, fue la psicóloga la que me sacó de casa a los 23 porque era súper “mamero”.
- ¿Cómo fue la primera vez que llevaste una pareja a la casa familiar?
Me costó mucho llevar una pareja a lo de mis padres. Mi viejo murió cuando yo tenía 17 años y creo que no llegó a conocer ninguna novia. Mi mamá murió hace cinco meses y le llegué a llevar dos novias. Mamá no socializaba mucho, una vez vino una chica a cenar a su casa y no cruzaron palabra. En la obra cuento que mi padre no me hablaba y eso es verdad. Era un gran hombre, pero en casa no hablaba, almorzábamos mirando la tele -que estaba las 24 horas del día prendida- y nunca tuvimos una conversación. Ni de sexo, ni de la escuela, ni de nada.
- Tanto este personaje como el de Prestico, de Duro de domar, representan al tipo perdedor. ¿Es un lugar desde el que te es fácil empatizar con la audiencia?
En Prestico hice muchísimo del perdedor y el antihéroe, y me garpó. Por lo general, la gente siempre va a estar más identificada con el perdedor que con el ganador. Y yo me siento más cómodo en ese rol porque tampoco tengo la pinta como para hacer del canchero. Ese personaje que triunfó en la televisión, lo llevé al teatro medio sin querer y medio porque lo sentía cercano a la gente. Pero ahora que lo pienso, y gracias a tu pregunta, me doy cuenta que vengo robando con esto desde hace varios años (risas).
- En la comedia son esenciales las risas, ¿cómo es la sensación de no poder ver sonreír al otro por el barbijo?
El último fin de semana, de feriados de Carnaval, volví a tener una sala llena y no lo podía creer. En plena fiesta, ver a la gente con barbijos fue muy raro, creo que cuesta que la risa explote. Por suerte en mi obra, gracias a Dios, no paran de reírse. Es una sensación rara.
El año pasado, en medio de la pandemia, participé en la filmación de la ficción El Primero de Nosotros, y toda la grabación fue con barbijos. Hubo compañeros a los que no les conocí la cara, había una persona encargada de vigilar que todos tengan sus barbijos puestos. De alguna forma lo incorporé, pero sigue siendo una sensación extraña, aunque agradezco que al menos podamos volver al teatro y sea una actividad segura.
- ¿Cuándo se estrena El Primero de Nosotros?
¡Estoy tan ansioso! La serie estrena el lunes 21 de marzo en Telefe. Ya vi el primer capítulo y es increíble. Se tocan temas muy serios pero también hay mucha comedia. Es la primera novela que hago en mi vida, aunque las veo desde chiquitito. Solo participé en un par de bolos feos en televisión, hasta el llamado de Telefe que, puntualmente, me quería a mí para un papel. No me tomaron casting, solo un Zoom con productores y directores que me explicaron el personaje. Me contrataron por tres meses y quedé en los 60 capítulos, con un elenco fantástico.
- ¿Y tu personaje hace reír o hace llorar?
Lo que le pasa al personaje de Benjamín Vicuña es muy dramático y lo que sucede a su alrededor es muy gracioso. Mi personaje, Gustavo, es un gordo bueno, un trabajador chapado a la antigua. Es el prototipo de hombre que no te va a lavar un plato; él trabaja y su esposa cocina y lleva la nena al colegio. Hasta que ella se empieza a cansar de sus actitudes y se da cuenta que la vida no es así y hay que organizarse de otra manera. Con ese conflicto desencadenado, Gustavo va a tener que aggiornarse o se va a perder la posibilidad de tener una familia hermosa.
- Hacés de un machista en deconstrucción.
De alguna manera sí. Como muchos de nosotros que nos estamos deconstruyendo.
- En ese proceso de deconstrucción también entraron las formas de hacer humor, ¿ves tus sketchs en retrospectiva?
Sí, y hay segmentos de humor que no los haría más porque dejaron de causarme gracia. Lo que nos pasó a nosotros, en Duro de domar, es que hacíamos muchos sketchs por semana. Algunos muy divertidos y buenos, y otros en los que la pifiamos. Igual estoy muy orgulloso de lo que logramos con Prestico. Fue un equipo increíble y nos permitimos actuar como jóvenes irrespetuosos.
- ¿Crées que un formato como Duro de domar podría funcionar en la actualidad?
Sí, siempre que esté hecho bajo un ala de respeto a la hora de encarar los contenidos. Por supuesto no podría haber chistes picantes o personajes como ‘la abuela cocainómana’. Hoy los programas que intentan parecerse a lo que fue Duro de domar son todos iguales: informe, debate, informe, debate. En ‘Duro’ había un despliegue terrible de secciones, muchísimo laburo.
- En el 2016 ganaste un Martín Fierro por tu labor humorística en el programa, ¿dónde guardás el premio?, ¿está a la vista de cualquiera que visite tu casa?
No lo tengo a la vista, está guardado, no lo muestro. Creo que por un lado lo merecía, pero por el otro lado tuve suerte. Mis compañeros de terna eran Diego Capusotto -que para mí es el mejor desde siempre- y Migue Granados. Y yo no estaba del todo bien en esa época. Después de la pandemia bajé ochocientos mil cambios y hoy me siento más yo, más auténtico. Creo que si me ganase un premio ahora lo expondría de otra manera. Este lo tengo escondido, no lo muestro (risas).
- Mi madre, mi novia y yo. En el Paseo La Plaza (Avenida Corrientes 1660), los días jueves, viernes, sábados y domingos. Localidades en venta por Plateanet y en boletería del teatro.