“Mi vieja quiso llamarme Rudy, pero en el Registro Civil no se lo permitían, así que figuro como Rodolfo. Igual, para toda la familia siempre fui Rudy. Si me decís Rodolfo ni me doy vuelta”, relata Rudy Chernicof, uno de los actores, humoristas y monologuistas argentinos que construyeron un nombre distinguido, por fuera del establishment de famosos que transitan diariamente por los medios. De su madre no solo se lleva el nombre, sino el amor eterno por el piano y el hecho artístico.
El señor del baño es el espectáculo con el que conoció la gloria y abrazó la popularidad en el público argentino. Por medio de la sátira, retrató durante décadas las “formas” en las que los hombres van al baño, costumbres y conductas típicas del género masculino que le valieron aplausos y risas de España, Francia, Estados Unidos, Italia y Colombia, entre otros países. “Creo que la clave del éxito yace en que, lo que pasa en los baños nos alcanza a todos por igual”, reflexiona Rudy en diálogo con El Destape, y habla sobre la vida, los éxitos, recuerdos del pasado y las nuevas formas de hacer reír en pandemia.
- ¿Estás pasando la cuarentena solo?
Sí. Ya viví suficiente tiempo en pareja. Ahora me siento muy bien en soledad y en cuarentena, con la que estoy absolutamente a favor.En el encierro aproveché para adaptarme a las nuevas tecnologías y llevar mis espectáculos al streaming, desarrollar una idea de documental autobiográfico, comunicarme con mis nietos por Zoom y tocar el piano. La verdad es que no me puedo quejar. Habiendo tantas muertes en el país, yo tengo el privilegio de poder quedarme en casa y transitar este período a resguardo.
- Vacunados de risa, tu próximo espectáculo vía Zoom, tiene la particularidad de considerarse “interactivo”, ¿cómo diseñaste esta propuesta?
Apelando a la creatividad que, por ahora, no me falla (risas). Lo atractivo de este show es que aquellos que ingresen al Zoom van a poder armar su propio menú de chistes y cuentos. Hay relatos de todo tipo: de niños, adolescentes, abuelos, sexo, gallegos, judíos, amigos, del baño, etc. Es humor a la carta.
- ¿No te deprime contarle chistes a una pantalla y no recibir el calor de las risas?
No ahora. La primera vez que incursioné en esta forma de pensar al teatro fue con mi espectáculo más querido, El señor del baño (sin barbijo), y ahí sentí esto que me estás preguntando. La práctica que me dio haber hecho varios “Zooms teatrales” hizo que vaya tomando la costumbre. Y además, pensá que todos los actores que hemos hecho larga trayectoria en cine y televisión estamos habituados a actuar sin el espejo del público, frente a una cámara. Con el humor es igual: un buen ejemplo fueron los micros de Inodoro Pereyra que hice junto a Canal Encuentro o el icónico Operación Ja-Já. Después de muchos años, uno sabe e intuye lo que le pasa al otro y a la otra cuando escucha un chiste. En base a eso, los humoristas construimos el timing perfecto para cada remate aunque no tengamos presencia humana.
La presencialidad es maravillosa y la sensación que se genera ante el público que festeja los chistes es placentera, pero ya lo dijo un especialista: la única verdad es la realidad. Y hoy, considero que la actividad teatral debe pensarse para nuevos formatos, que serán un paliativo hasta que sea seguro para todos y todas volver a las salas.
- ¿Se puede hacer humor con todo?, ¿tenés límites a la hora de pensar el género?
Tu pregunta me despierta una reflexión: en este mundo la alegría no está bien vista, no se la considera una emoción. Cuando era chico y me reía, la maestra me regañaba; ahora bien, si lloraba, venía a consolarme. Volviendo al eje, hay temas que a mí me pegan con muchísimo dolor y con los que jamás me atrevería siquiera a bromear: como es con los desaparecidos y la última dictadura cívico militar. Sin embargo, tengo cierta flexibilidad con otros temas: hago chistes sobre la vacuna Sputnik V, por ejemplo. La pregunta despierta zonas y recuerdos, como el humor gestual de los judíos durante la Alemania nazi.
Los límites para el humor los pone uno, porque en sí no hay límites. Si no, analicemos a Chaplin y algunas de sus obras emblema, como Tiempos modernos (1936) o El gran dictador (1940).
De la pasión Maradoniana a la amistad con Daniel Rabinovich y el turbulento recuerdo de Carlos Monzón
- Antes mencionaste que estabas desarrollando un documental autobiográfico, ¿podés adelantar más sobre el proyecto?
Se va a llamar Un cómico resistiendo por el mundo y la idea surgió luego de que me conectase con un director de cine argentino, mientras trabajaba en Barcelona, España, para contarle historias de mi vida, anécdotas, viajes e inventos para resistir sin ser un actor del establishment. Él me propuso hacer un documental. Va a haber mucho material de archivo, entrevistas y testimonios fundamentales para respaldar los huecos de mi vida en los que no hay fotografías y videos. Otro tema que se va a abordar será mi gran pasión por el fútbol; es tan grande que me siento más cholulo con los deportistas que con los grandes actores.
- La muerte de Maradona te debe haber golpeado durísimo, ¿qué sentiste ante su partida?
Que fue un único y un inigualable, capaz de trascender el deporte para convertirse en ícono transversal a cualquier cosa. Cuando Sorrentino (Paolo) le dedica el Óscar al Diego, entre otros, lo primero que hicieron fue preguntarle por qué la mención, a lo que él les dijo: de Maradona aprendí la relación entre el protagonista y el público. Descubrí que Diego jugaba para mí y me hablaba a mí, aunque supiera que estaba siendo visto por millones de personas. Eso era Diego.
- Otra de las personas importantes de tu vida fue el actor Daniel Rabinovich. Tengo entendido que fue productor tuyo, ¿es cierto?
Fue “una especie” de productor. Para darte un panorama de mi relación con Daniel me remonto al secundario, donde fuimos compañeros de banco. Teníamos un trío folclórico. Yo tocaba la viola, no tan bien como él. A partir de ahí nos convertimos en íntimos amigos hasta su partida. He pasado fiestas, veranos, caminatas, viajes por Europa, Madrid y París.
- ¿Y nunca te ofreció ser parte de los Les Luthiers?
Lo único que no le perdonaré a Daniel Rabinovich es no haber sido uno de los Les Luthiers (risas).
- De lo que no solés hablar es de tu faceta como docente de teatro y, específicamente, de tus clases de actuación al ex boxeador detenido por femicidio, Carlos Monzón, ¿cómo llegaste a él?
Hay un poco de mito en eso y me causa mucha gracia que se siga alimentando. La verdad es que me encanta enseñar. Fui docente de teatro en el Conservatorio de Arte Dramático Nacional, en el ’73, por concurso. Éramos una barra maravillosa: Carlos Gandolfo, Augusto Fernández, Agustín Alezzo, Lito Cruz, Beatriz Matar, Carlos Gorostiza. Por mis clases pasaron artistas de la talla de SusúPecoraro –a quien siempre la consideré un auténtico descubrimiento como actriz-, Salo y Mario Pasik, Gustavo Garzón y Pablo Cedrón, entre otros. Recién en el ’84 me convocaron para la telenovela Pelear por la vida, con Graciela Borges y Carlos Monzón. Yo hacía del amigo rengo y manager de Monzón, quien interpretaba a un boxeador. Una historia muy lacrimógena. Fue el director de la tira quien me pidió que en las escenas con Carlos, le marcase los tiempos. No fui el profesor, pero sí el coach durante la telenovela.
- ¿Cómo fue tu relación con Monzón?
Era muy amable conmigo, nos llevábamos bien. Los tres o cuatro meses que pasamos en rodaje fueron muy lindos, con anécdotas que jamás voy a contar porque son absolutamente privadas. Traté de escapar siempre de sus facetas más agresivas. El recuerdo que tengo de Monzón navega entre la diversión y la tragedia. Considero que este sistema mediático jamás se preocupó por cuidarlo ni por tratar su costado más peligroso.
- ¿Qué te pasó por la cabeza cuándo te enteraste del asesinato de Alicia Muñiz?
Mucha impresión, porque conocí a Alicia Muñiz, dos años antes de su asesinato, cuando vino a ver El señor del baño a Villa Gesell. Recuerdo que vino a saludarme con su hijo, muy chiquito, que tendría 7 u 8 años. Por otro lado, en algún lugar profundo de mí siempre imaginé que podía llegar a ocurrir algo así dado el ADN extremadamente agresivo de Carlos. Si a eso se le suma una historia personal muy dura, su adicción al alcohol y a las drogas, se forma un cóctel explosivo. Después del rodaje de Pelear por la vida jamás volví a tener contacto con él.
- ¿Viste la serie?, ¿qué te pareció?
Partes, no toda. Está bien hecha. Me hubiera gustado que la parte agresiva sea igual de agresiva que en la realidad; así como su parte más tierna. No creo que la serie busque contar la verdad. Le veo un fin absolutamente comercial.
Vacunados de risa tendrá su función el sábado 29 de mayo a las 21 horas. Localidades en venta (vía mercado pago): $850. Link a compra: https://mpago.la/11oxqjC Encuentro vía Zoom.