La obra “Potestad”, de Eduardo "Tato" Pavlovsky, con dirección de Norman Briski y María Onetto como protagonista, vuelve a presentarse en forma presencial en la sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037), los sábados de febrero y marzo a las 20 horas. Una obra que es de las más significativas de la historia del teatro argentino, debido a su relación con el hecho social histórico, con el genocidio, la muerte y desaparición de 30.000 personas y el uso del “teatro noh” (una de las manifestaciones artísticas más destacadas del teatro japonés) como una estética dogmática concibe esta tragedia.
María Onetto, actriz de vasta e intachable trayectoria en cine, teatro y televisión, dialogó con El Destape sobre los desafíos de habitar un personaje tan monstruoso en uno de los espectáculos movilizante que todxs deberían tener la chance de ver.
- El 2020 fue el año en que el coronavirus desordenó la vida de todos, ¿cómo lo viviste y cómo estás afrontando la lenta reactivación del sector teatral?
Pasé por distintas fases antes de volver al teatro presencial, en donde estoy haciendo dos unipersonales. Fue una experiencia particular, me sentí obligada a alimentar otras zonas que no tuvieran que ver con la actividad artística. Me afectó que el teatro fuera lo último en volver ya que tuvo preparado un protocolo desde las primeras etapas de la pandemia. Entiendo que para la gente está siendo difícil retornar, pero confío en que de a poco la situación se irá revirtiendo. Había una desconfianza excesiva en cómo se iba a organizar el sector ante el COVID y la verdad es que si hay un espacio que está lleno de convenciones es el teatro.
Aprendí a detenerme y comprender los automatismos y alienaciones en las que transitábamos antes de la cuarentena. Pese a que los cuidados nunca se fueron me considero una afortunada ya que no tuve gente cercana que transitara el virus.
- “Potestad” pone en escena la historia de un médico apropiador con lo mucho que nos sensibilizan los horrores ocurridos durante la última dictadura cívico militar, ¿te costó decidirte a aceptar el rol?
Pavlovsky estrena “Potestad” en el ’85, en plena construcción de la Memoria y los derechos humanos. La aparición del texto fue muy controvertida; de hecho las Abuelas de Plaza de Mayo le hicieron un reclamo por imaginar un personaje con el que la audiencia puede sentir empatía en toda la primera parte del espectáculo. Es un hombre que carga un dolor muy grande. Yo pude ver esa versión de “Potestad”, también dirigida por Norman Briski. Cuando decide (Briski) llevar la puesta por segunda vez, con una mujer en el rol protagonista y usando las técnicas del Teatro Noh para mí fue y sigue siendo una experiencia inolvidable.
Es importante recalcar algo que siempre dice Norman: “además de un gran texto, ‘Potestad’ es una advertencia de que esas cosas pueden volver a suceder”. Hay niveles de fascismo que todo el tiempo están presentes, se me ocurre citar la historia real del rapero español que está preso por denunciar el terrorismo de la monarquía y el Estado. Todas las acciones que se cometieron durante la dictadura –y la apropiación de niños sería la más desestabilizante- son de un nivel de monstruosidad enorme. Ser monstruoso no es una situación muy lejana para los seres humanos, estamos permanentemente cerca de nuestras miserabilidades y aberraciones. La naturaleza no nos formatea para que seamos buenas personas, es nuestra ética la que hace que decidamos ir por otro camino.
- Es interesante profundizar en el concepto de la monstruosidad en la vida cotidiana. Cómo un hombre frágil y con conflictos de pareja puede cometer semejantes atrocidades.
Esa es una de las grandezas de las observaciones de “Tato” Pavlovsky. Dibujar un ser mediocre que alumbra la verdad de la situación que charlábamos. Muchas veces hacemos cosas que nos impactan de manera negativa. ¿Cómo pude hacer esto?, ¿cómo pude lastimarlo?, ¿cómo pude ser tan injusta? Acabamos de vivir un debate en relación al aborto donde las monstruosidades estuvieron muy presentes: nadie les decía a los pro vida abortá, aunque ellos quisiesen imponer su pensamiento sobre otros cuerpos gestantes. Ese tipo de opresiones está permanentemente circulando. En ese sentido “Potestad” me ayudó a entender el fascismo.
- No cualquiera tiene las agallas para adueñarse de la provocación para denunciar la etapa más infame de la historia argentina.
Exacto. Y hasta es más, Pavlovsky fue tan completo que hasta es provocador en la ceremonia teatral porque construye una zona en la que el espectador se relaja –diciendo en un principio ‘pobre este hombre’- y después, en dos o tres situaciones lo mueve completamente. Es una experiencia física que viven todos los que la ven.
- La introducción rítmica crea una atmósfera sobrecogedora, uno de los tantos ejemplos de las herramientas del Teatro Noh que hay en “Potestad”, ¿ya habías trabajado con esta técnica?
El espectáculo es un híbrido que toma elementos del Teatro Noh y los mezcla con las necesidades de la trama. Fue una idea que Norman Briski la planteó de entrada, sin siquiera ver si podía llevarla adelante. Él dice que el Teatro Noh es una técnica que pone en primer plano ideas dogmáticas que en “Potestad” se ven en los desplazamientos geométricos, rígidos, el personaje está siempre en una misma posición, no despliega sus manos, en su caracterización es más asexuado pese a que se trata de un varón. Fue meterse en una aventura sin saber cómo iba a salir.
Contrataron a una coach para que me enseñara posiciones y desplazamientos característicos del Noh. El trabajo físico es muy exigente, sacrificado. Tuve varias crisis ensayando “Potestad”. El resultado es de completa calidad, algo que a mí me preocupa muchísimo. El espectáculo puede gustar o no pero jamás subestimaría la mirada de quien viene a disfriutar un trabajo en el que salgo.
- De la oferta presencial actual es una de las puestas más transgresoras. Todo lo contrario a la búsqueda de la mayoría de las propuestas de la Avenida Corrientes.
Me acuerdo que Daniel Veronese una vez definió la idea de lo que buscaba el teatro comercial y eso era ‘consenso’. Pueden haber cosas de puro entretenimiento u otras más comprometidas emocionalmente y con cierto riesgo pero siempre buscando el consenso. Yo siento que durante el último tiempo el teatro comercial se fue devaluando enormemente. Esto antes no sucedía tanto. Te lo digo habiendo hecho espectáculos en el Paseo La Plaza como “Muerte de un viajante” o “Un Dios salvaje”, que interpelaban al espectador, no le daban todo masticado. La mayoría de los trabajos de Javier Daulte y de Daniel Veronese son así, impredecibles. Hay una mixtura inquietante que considero necesaria para la Avenida Corrientes. Incluso se podrían revitalizar clásicos, reversionarlos. Anhelo que vuelvan ese tipo de obras. Es un momento en el que a los espectadores les está costando volver al teatro, creo que hay que arriesgar más todavía, a situaciones creativas que dialoguen con el tiempo que estamos viviendo.
"Potestad", escrita por Eduardo Pavlovsky y dirigida por Norman Briski. Con María Onetto. Los días sábado, a las 20 horas, en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037). Localidades en venta por Alternativa Teatral. Precio: $600. Estudiantes y jubilados con credencial: $300.