La actriz Mara Bestelli es una de las cuatro protagonistas de Fitz Roy. Secretos de montaña, comedia dramática del dramaturgo Jordi Galcerán que dirige Mariana Chaud y la tiene compartiendo funciones con Laura Novoa, Leonora Balcarce y Romina Richi en el teatro Metropolitan. La historia narra la aventura de cuatro amigas escaladoras que se proponen superar sus límites y llegar a la cumbre de una montaña, pero en el camino se encuentran con una tormenta de secretos que salen a la luz y ponen en jaque su vínculo inquebrantable. Hay conflictos, infidelidades y un diagnóstico fatal entre los temas que se abordan en tono ligero y con los que se busca apelar a la emoción de la platea.
“Que estuviera Mariana Chaud en el proyecto ya era una señal inequívoca de que estaba bien estar ahí”, señaló Mara Bestelli, actriz de larga trayectoria, en un mano a mano con El Destape a raíz de la puesta que la devolvió a la escena comercial. Oriunda de Ramos Mejía, fue "la primera y única" de tres hermanas que se fue a vivir al centro porque descubrió su vocación a la temprana edad de 16 años: la danza. “La primera vez que bailé sentí una profunda sensación de libertad", exclamó, con visible emoción, al rememorar ese primer contacto con su pasión durante los '80, la época del furor por Flashdance.
- Fuiste la última actriz en incorporarse al elenco de Fitz Roy, después de los rumores que surgieron sobre la salida escandalosa de Leticia Brédice de la obra. ¿Vos estabas al tanto de esta situación?
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
No, y tampoco nadie me habló del motivo que llevó a la salida de Leticia de la obra. La verdad es que el recibimiento de las chicas fue hermoso, ellas ya estaban ensayando y yo me acoplé a su trabajo en un proceso muy rápido. Lo que me llevó a aceptar la propuesta de trabajo fue el grupo de gente involucrada y confiar en la mirada de Mariana. Quizás es un texto al que le faltan algunos ajustes para que el enganche sea más grande, pero pienso que eso se sana con una buena dirección y con lo que sucede en el escenario con mis compañeras.
- En la obra hay una intención de correrse de los lugares típicos de las comedias dramáticas que suelen verse en la Avenida Corrientes…
Lo interesante en Fitz Roy es cómo las protagonistas reaccionan a las situaciones extremas que les suceden en lo alto de la montaña y sacan lo mejor y lo peor de ellas. Si bien son escaladoras y conocen ese espacio, están expuestas a un riesgo emocional que las interpela al punto de que se replanteen cuestiones de su vínculo. En ese sentido, antes de estrenar fuimos las cuatro a hacer escalada, en un lugar de la ciudad donde se practica esta actividad, para tratar de experimentar qué se siente estar en la carne de esas mujeres que conocen tan bien las montañas. Es increíble el vértigo que te genera la experiencia.
- Y saber que es una actividad en la que tu vida depende de otro…
Exacto. En Fitz Roy eso está plasmado en una situación crítica que pasan estas cuatro mujeres y surgen diferentes formas de abordaje porque ninguna piensa de la misma manera ni tomaría las mismas decisiones. Aún así son un conjunto y tienen que ponerse de acuerdo como grupo, sí o sí. Eso es lo más interesante… la idea de lo colectivo.
- ¿Es tu primera vez haciendo teatro comercial?
La primera vez que estuve en calle Corrientes fue hace muchos años. Mis inicios fueron en infantiles, en la época que era bailarina. La primera propuesta grande y comercial fue una versión de Romeo y Julieta en la que Gustavo Bermúdez interpretaba a Romeo. Estrenamos en Mar del Plata y después hicimos temporada en el Metropolitan. ¡Era muy joven! Esa fue una experiencia muy intensa que me permitió trabajar con grandes actores de los que aprendí mucho y de los que todavía hoy soy amiga, como Fernanda Mistral… era un elenco extraordinario: estaban Ulises Dumont, Dora Baret, entre otros. Yo tenía 25 años y tuve esa suerte que es impagable.
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- Empezaste como bailarina y mutaste a la actuación, ¿cómo fue ese proceso de cambio?
En los ‘80 estudiaba danza con Noemí Coehlo y Rodolfo Olguín, quienes estaban haciendo una coreografía para una adaptación de la obra de teatro Bodas de sangre, que dirigía Alejandra Boero en el San Martín, y yo estaba en el grupo de bailarines que íbamos a hacer del pueblo. Estaba súper feliz. Y sucedió que una actriz que tenía el personaje de la niña se iba del elenco -Laura Novoa- y ahí empecé… con 20 años.
Alejandra me convocó para un ensayo y quedé, no estaba en mis planes. Recuerdo que cuando llegué a la prueba estaban sentados en la sala de ensayo Alicia Zanca, Juan Leyrado, Juan Carlos Puppo, Patricia Etchegoyen, Héctor Calori, todos actores que conocía de la tele… ¡y yo venía del pueblo conurbano! (risas). Los vi a todos y lo primero que le dije a Alejandra fue: “¿tengo que actuar frente a todos ellos?”. Me dijo que sí, que “uno a un ensayo se va a equivocar”. Además de actuar, fui parte del pueblo y pude bailar. Luego de Bodas de sangre me fui a estudiar teatro con David Amitin y luego con Augusto Fernándes, por más de 20 años. El otro día le conté a Laura Novoa esta historia y no lo podía creer.
- El año pasado te vimos en Puan, una de las películas argentinas más resonantes de esta década. ¿Qué te produce haber sido parte de lo que se convirtió en un fenómeno que traspasó la pantalla de cine?
Puan es uno de los mejores proyectos en los que participé, me da orgullo haber estado en esa película y después de verla siento orgullo de ser argentina. No pasa muy seguido que el arte se convierte en algo masivo, son muy poquitas las veces que se da ese fenómeno. Eso habla muy bien de la visión de Benjamín (Naishtat) y María (Alché), que son dos artistas en un país donde no hay muchos artistas.
Ahora le está yendo muy bien en los cines de Francia, ya va por su sexta semana en cartel. Es una película que fue escrita antes de 2020… se adelantó a los hechos que estamos viviendo en Argentina.
- De hecho, el impacto que causó la película fue tan grande que desde el gobierno de Javier Milei fue censurada por tener a Lali Espósito en el elenco…
No estoy enterada de eso, pero me parece terrible. Siento que estas épocas nos piden que más que nunca hagamos lo que sabemos a hacer y en ese plan estamos con Marcelo Subiotto, mi esposo. Creemos que como actores tenemos que construir una propuesta superadora: con plata, sin plata, en cooperativas, como sea. De hecho en el verano nos fuimos a Entre Ríos a hacer una película con Iván Fund, quien nos dirigió en Piedra noche, sin un peso. Armamos una cooperativa de trabajo entre amigos, Iván consiguió un dinero para filmar durante 15 días y la película terminó elegida en un Work in Progress en el Festival de San Sebastián. No es fácil entrar ahí. Estamos pasando un momento donde no tenemos que bajar los brazos. No nos van a detener.
- Se los ve súper compañeros a vos y a Marcelo.
Sí, tenemos muchos proyectos juntos. Hay una obra de teatro para el año que viene y una película en la que estoy trabajando en el guión.
- ¿En qué contexto se conocieron?
Nos conocimos trabajando en una obra de teatro que dirigió Daniel Veronese, una versión de Tío Vania que se llamó Espía a una mujer que se mata. Con esa obra giramos por todo el mundo y pude conocer lugares que de otra forma hubiese sido difícil llegar… Hace mucho tiempo que estamos con Marcelo, 12 años. Lo amo mucho, me hace muy feliz estar con él.
- ¿Están casados?
¡Sí! Nos casamos este año. Es algo que queríamos hacer desde hace muchos años y nunca teníamos tiempo porque siempre andábamos con proyectos de laburo. Y cuando en abril le confirmaron a Marcelo que iba a tener trabajo en el San Martín a partir de junio, le dije “casémonos el mes que viene porque sino hasta el año que viene no lo vamos a hacer”. Esa fue la propuesta de casamiento (risas).
Fitz Roy. Secretos de montaña puede verse de jueves a domingos en el Metropolitan (Avenida Corrientes 1343, CABA). Entradas en venta en Plateanet y en boletería del teatro.