Obras de Gerardo Hochman, Mariano Stolkiner, Pilar Ruiz, Ana Frenkel y Rita Terranova forman parte de la decena de proyectos ganadores de la convocatoria al Premio Banco Ciudad a las Artes Escénicas 2020-2021, impulsados por la entidad bancaria y el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) que se dieron a conocer esta tarde. Cada proyecto recibirá una retribución de 500.000 pesos destinados al financiamiento de la creación y la producción.
Además de Hochman con Fenómenos” Ruiz con Aire de montaña, Stolkiner con Rota, Frenkel con Grub, Recital de Danza y Terranova con Babel cocina, se seleccionaron otras seis iniciativas de la escena independiente porteña. Ellas son Yo duermo con la ropa del día, de Leticia Coronel; El buen destierro, de Alfredo Staffolani; Antártida, de Analía Fedra García, Samurai Punk, de Santiago Pedrero; y El arte es amor, de Rodrigo Arena.
En este marco de buenas noticias para un sector golpeado por la pandemia El Destape dialogó con el Jorge Telerman, Director General y Artístico del Complejo Teatral Buenos Aires (CTBA), sobre la importancia de que el teatro público genere puentes de conexión con el circuito independiente.
- ¿Siempre estuvo como objetivo establecer un diálogo con el teatro independiente?
En nuestra gestión tratamos de generar un vínculo muy fluido con el sector independiente. De hecho, en el Teatro Sarmiento se robusteció la idea de que sea el espacio predilecto para la experimentación y el riesgo, con una presencia decisiva de artistas que vienen del off. Igual en nuestras producciones siempre hay una búsqueda constante por establecer estos puentes ya que consideramos que es uno de los espacios centrales en los que debe nutrirse el teatro público. Esto lo digo en un doble sentido: por un lado, para lograr el vínculo con el gran público, pero también para darles una posibilidad a quienes ya tienen una trayectoria demostrada en el sector -que trabaja con limitaciones presupuestarias muy acotadas- de desarrollar sus proyectos con un acompañamiento económico y con los técnicos del CTBA.
En ese sentido le planteamos la idea del premio estímulo al Banco Ciudad, nuestro sponsor más importante: es una propuesta integral no solamente destinada a la creación sino a proyectos que incluyan la dirección, los elencos, la obra y la sala donde se presente el trabajo final. Es más que un diálogo, es un vínculo para estimular la actividad del teatro independiente.
- ¿Los proyectos ganadores se van a presentar eventualmente en el CTBA?
No es condición excluyente que quieran presentarse en alguna de las salas del CTBA, pero estimulamos a que sean proyectos para salas independientes.
- ¿Sabés cuántos proyectos se presentaron a la convocatoria?
Sí, 219 proyectos. Fue una convocatoria muchísimo más contundente que lo que imaginábamos. Hay muchos materiales interesantes que quedaron afuera y no vamos a poder premiar. Pero hay nombres muy seductores de la escena independiente entre los ganadores.
- Dentro de tu rol como director del CTBA, ¿cómo viviste el 2020, con todo lo que la pandemia implicó en el cierre de la actividad presencial?
Al principio me quedé perplejo como todo el mundo. Fui uno de los muchos que creía que esto pasaba rápido, un pensamiento de mucha ingenuidad. Recordemos que en las primeras semanas de cuarentena nadie se imaginaba lo que íbamos a padecer con el coronavirus. Por suerte -y con protocolos- ahora pudimos retomar funciones de Happyland, Recital Olímpico y, en semanas, Siglo de oro trans.
Durante el período de cierre del complejo trabajamos ofreciendo obras de nuestro archivo fabuloso para consumo hogareño. Un material riquísimo que fue muy bien recibido. Y con respecto a todos los directores y directoras que iban a estrenar en el 2020 y no pudieron hacerlo, les dimos la consigna y el apoyo técnico y fílmico para que hicieran cápsulas de treinta minutos que evocaran las obras que iban a hacer. Esos trabajos los estrenamos en el ciclo Modos Híbridos. Mariano Tenconi Blanco, Vivi Tellas, las hermanas Marull, Alfredo Arias y Felcitas Kamien fueron algunos de los directores y directoras que participaron en este híbrido muy creativo que sigue disponible. La respuesta fue tan buena que lo vamos a continuar como forma de seguir ampliando nuestra producción. Por último, viniendo al 2021, tenemos la fantástica gratificación de que el Teatro San Martín sea un vacunatorio para combatir al coronavirus.
- ¿Ya te pudiste vacunar?
Sí, ya no soy tan joven (risas)
- ¿Sentís que la pandemia desnudó la precariedad fílmica en la que fueron registradas la mayoría de las obras de archivo, la mayoría a dos cámaras?
Así se hacía, efectivamente. A dos cámaras. Me parece clave lo que comentás porque la pandemia aceleró procesos que ya estaban sucediendo para bien y para mal. Casi todos los teatros teníamos la costumbre de hacer el registro de las producciones estrenadas con el fin tener un archivo para la consulta de periodistas, académicos, y no tanto para la exhibición. Se hacía muy poco teatro filmado, más allá de las polémicas que se abrieron con la idea de pensar en ello. La pandemia clausuró todos estos debates y nos abrió nuevos caminos para profundizar estos cambios, al punto de que ya dejamos de tener estas discusiones. No importa que no sea teatro en vivo, es arte y ante la situación epidemiológica es una salida para apoyar a los actores y actrices, generando fuentes de trabajo.
- ¿Cómo sentís que va a ser el teatro a futuro?
Eso tiene que responderlo quien hable con Dios. Es tan incierta la situación global con la pandemia. Lo que sí sé y sostengo desde el primer día, más allá de mi patología optimista, es que va a continuar la necesidad de consumir y producir arte. No hay crisis económicas o naturales que hayan podido matar la comunión que genera compartir un rito tan bello como lo es el teatro. Sin ir tan lejos, cuando se abrieron las localidades para los espectáculos con aforo reducido que estamos exhibiendo, se agotaron todas. Varias personas compraron entradas sin saber que iban a ver. Hay ganas de volver al teatro.