Gastón Cocchiarale atraviesa un sacudón de popularidad en su carrera artística, producto de su incansable trabajo en cine, teatro y televisión. El Clan, Permitidos, ATAV, Nada o la exitosa serie El Encargado son solamente algunas de las películas y tiras en las que el joven desarrolló personajes de tonos variopintos que le permitieron codearse con estrellas de la talla de Guillermo Francella, Luis Brandoni o Robert De Niro. Pero "la zanahoria" de Cocchiarale no está puesta en la búsqueda del éxito, sino en la importancia de construir su propia autonomía como actor, algo con los que muchos sueñan pero pocos consiguen. “El camino de la autogestión es muy necesario para un artista, más en los tiempos que corren. Ya casi no queda ficción nacional, que en la tele argentina no haya series y telenovelas es una vergüenza, no puede ser que pase eso en un país con una industria audiovisual tan desarrollada”, remarcó en una entrevista exclusiva con El Destape.
- Estás protagonizando 2 obras de teatro en la escena comercial, Comienzo y La gran renuncia, lo que es un tanto atípico si se tiene en cuenta el escenario de crisis que está viviendo la cultura…
Estamos en un panorama difícil. Lo mío es más personal y no me puedo quejar, estos últimos años han sido muy buenos en mi carrera y además de las obras de teatro, doy clases de actuación y tengo muchos alumnos. No dependo tanto de la industria y las obras en las que estoy ahora -Comienzo y La gran renuncia como protagonista y Amantes, casados y desconocidos como director- son producciones mías. Hay mucha autogestión detrás.
Más allá de esto, la situación actual de la cultura es grave y aunque el problema venía de antes, ahora se terminó de asentar una profundidad en la falta de ficción en la televisión abierta, por ejemplo -ya que nadie se ocupó de ver cómo hacemos para que eso no muera-, la falta de inversión de las plataformas en Argentina y ni que hablar de que las cosas en el teatro están fatales, es un arte del reme. La gente tiene que elegir qué obra ir a ver entre tanta oferta, porque ahora todos los actores y actrices se han abocado al teatro, y de pronto se vuelve compleja la competencia. Lo que también me entristece es la paralización del INCAA.
- Mencionás el desguace del INCAA, tema que puso a actores contra actores y disgregó a la comunidad artística. ¿Qué opinión tenés de esta situación?
Creo que está bueno el diálogo y sentarnos a hablar de qué pasó, cómo llegamos hasta acá y cómo salimos de esta. Y en ese sentido todos queremos lo mismo: que el INCAA funcione bien y que tenga instrumentos para darle a las películas el fomento que tienen que tener, eso es muy importante. Obviamente, se ha embarrado muchísimo la cancha con discursos bastante peligrosos en relación a “los chicos del Chaco” y todas estas frases hechas que se dicen para poner a la cultura en un lugar violento y agresivo. No me siento optimista en este momento de Argentina, pero sí tengo la ilusión de que entre todos podamos encontrar un camino para que tanto el INCAA y el Instituto Nacional del Teatro funcionen bien y que no haya ningún tipo de irregularidades, ni favoritismos según bandera política. Tienen que ser organismos neutrales, en ese sentido, que fomenten. El engranaje cultural de una sociedad es muy importante y este gobierno se ha ocupado de destruir eso. El ejemplo más reciente es Ventana Sur, festival de cine prestigioso e internacional que no se va a hacer más en Argentina y cambia de sede a Uruguay.
El gobierno de Milei se olvida del valor económico que tiene la cultura en una sociedad. Yo voy caminando todos los fines de semana por Avenida Corrientes y observo el derrame que hay cuando la gente va al teatro: se viaja en taxi, se va a comer una pizza, un helado o un cafecito, se pasea por las librerías, los estacionamientos están llenos. Y estoy hablando solo del teatro; en el caso de la industria audiovisual pasa lo mismo. Se pierde el foco económico que tiene la actividad cultural y se lo lleva a un estado de degradación lamentable. En este marco, veo a la comunidad artística muy dividida y eso no termina de ayudar. Cada uno debería poder tener su mirada y su partido político, pero debería haber 4 o 5 puntos en los que todos estuviésemos de acuerdo para que no arrasen con todo.
- Quien terminó en el ojo de la tormenta fue Guillermo Francella, a quien se le adjudicaron declaraciones sobre el INCAA que jamás salieron de su boca. Vos trabajaste con Guillermo en dos oportunidades, ¿pudiste hablar con él sobre esta situación que vivió?
No hablé con él, pero sé que no la debe haber pasado bien con todo lo que pasó. Fue terrible la tergiversación de las palabras de Guillermo, si uno escucha la nota completa en ningún momento dice “aguante Milei, estoy de acuerdo con todo”. Simplemente manifestó, como cualquier otro ciudadano, que ojalá las cosas fueran bien en Argentina. Obviamente él opina desde un lugar sin apuro y sin riesgos, que no es el del común de la gente, pero se lo salió a atacar de una forma muy agresiva. No me pone feliz esto de ver que si no estamos en la misma sintonía, no podemos sentarnos a tomar un café. En La gran renuncia, por ejemplo, trabajo con Beto (Luis) Brandoni, que hace de mi abuelo, y lo adoro, aunque hay muchas cosas con las que no comulgo de su forma de pensar. Me parece una locura peligrosa esto de cancelar gente buena por una ideología política.
- ¿Creés que la información que consumimos en las redes es responsable de esta polarización?
Sin dudas. Un poco de eso habla La gran renuncia, obra que protagonicé, que cuenta la historia de una persona que un día se anima a dejar de ser un esclavo de los celulares y las aplicaciones y se desconecta de todo ese mundo de discursos que acrecientan la agresividad. La obra critica esa exacerbación en la que estamos viviendo, en todos los sentidos: a niveles laborales, amorosos, afectivos, sociales. ¿Qué estamos haciendo con la tecnología moderna?, ¿cómo nos vinculamos con la necesidad del "todo ya"?
- ¿En algún momento te sentiste esclavo de la tecnología?
Sí. La obra está escrita por eso. Nadie le puede escapar al consumo tecnológico, es una conversación diaria en mis grupos de amigos y no estoy exento a caer en la tentación de la tecnología. A partir de la obra empecé a reflexionar sobre esto y a modificar algunas conductas: si sé que me voy a juntar a comer con un amigo, el celular lo tengo en el bolsillo silenciado; cuando veo una película, borro todas las notificaciones para que no se entrometa. No dejo que me gane la ansiedad. Por suerte tengo espacios que me permiten no estar pendiente del teléfono.
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Una comedia que coquetea con el cine de Woody Allen
- También protagonizás Comienzo junto a Vanesa González, una historia de comedia romántica que coquetea con el cine de Woody Allen. Son personajes tiernos y exasperantes, ¿qué te sedujo de ellos?
El proyecto me llegó por Sebastián Blutrach, que es el director del Teatro Picadero, y cuando me contó la obra lo que más me incentivó, más allá de la historia que es muy linda y divertida, fue trabajar con Daniel Veronese, que me parece uno de los mejores directores de teatro en Argentina. Sus obras me conmueven.
Me interesa hacer un teatro que hable de los problemas de la actualidad y no únicamente del pasado, esa búsqueda es la que me interpela. Quiero contar cuentos con los que la gente se sienta reflejada y charlando con amigos, solteros y en pareja, salió el tema de la dificultad de relacionarse hoy en día, algo muy atravesado por la tecnología pero también por nuevos mandatos en relación a la felicidad, la maternidad, a cierta forma de vincularse e incluso mandatos en relación a la fragilidad y la ternura. La obra retrata a dos seres rotos que de pronto se dan cuenta que se necesitan y que se desean a pesar de sus fragilidades. Son personajes que desnudan sus verdades y no huyen, eso es muy poderoso.
- ¿La obra hizo que replantees tus formas de vinculación?
No en mi caso. Soy una persona de andar soltero y ahora tengo una pareja estable. Nunca tuve Tinder ni me bajé aplicaciones para citas, no sé de qué se trata ese mundo. Soy de los que si me gustás, te encaro y te invito a tomar un café, no soy vueltero ni dependo de los “me gusta”. Vengo de la generación del “te llamo por teléfono”, aunque obviamente tengo mi cuota de histeria y coqueteo. Hoy creo que lo que nos está faltando es volver a los encuentros.
La tercera temporada de El Encargado: su personaje y qué actores se suman
- ¿Tu personaje vuelve a la tercera temporada de El Encargado?
Sí. La serie regresa en junio (el 26) y mi personaje crece mucho. La nueva temporada es una bomba porque trae un par de temas de actualidad relacionados con lo político y social, a través de la figura maquiavélica de Eliseo, y mi personaje sigue acompañándolo y tratando de quedarse con su puesto. Es la mejor temporada de las tres. Por otro lado, ya se confirmó la cuarta temporada y la vamos a filmar el año que viene. Estamos súper felices con la serie, que es la primera que tiene tercera temporada en esta época de la televisión.
- ¿Quién se suma a la serie?
Van a estar Daniel Aráoz, José María Listorti y Mónica Raiola en personajes importantes. Esas son las incorporaciones que recuerdo.
El audio de Instagram de Bizarrap y la conexión menos pensada
- Lo que es rarísimo es tu conexión con Bizarrap. ¿Ahí cómo llegaste?
Fue una cosa del destino. Biza había visto muchas películas mías y le había encantado El Encargado y la dupla que hacíamos con Guillermo. El año pasado, un día me levanté de dormir una siesta y tenía una solicitud de mensaje de un pibe con gorrita, con 20 palos de seguidores. ¿Bizarrap? Lo tenía de oído nada más. Me mandó unos audios contándome que le había encantado mi trabajo, que estaba a punto de venir a la Argentina a filmar un corto que anticipaba un nuevo videoclip y que quería que actuara con él. Después me enteré que iba a estar Francella. La experiencia fue muy divertida.