Edgardo Moreira sobre El fixer: "Le pegamos al periodismo corrupto"

En diálogo con El Destape el destacado actor reflexiona en torno al thriller político de Mario Diament, que critica los oscuros entramados del poder y la Justicia, adelanta sus nuevos proyectos y confiesa su amor por el teatro musical.

15 de agosto, 2021 | 00.05

“Soy un fixer, un arreglaquilombos. Me especializo en arreglar las cosas que no tienen arreglo”, dice el misterioso y calculador personaje de Edgardo Moreira en El fixer, la puesta de Mario Diament que lo tiene como villano. Junto a Enrique Dumont, en El Tinglado (Mario Bravo 948), repasan algunas de las tragedias que sensibilizaron a la Argentina reciente (la muerte de Nisman y los atentados a la embajada de Israel y la AMIA) en un atractivo thriller. En diálogo con El Destape el actor Edgardo Moreira analiza el camino hasta llegar a este éxito de teatro político y anticipa sus nuevos proyectos laborales.

- ¿En qué momento de la vida estabas al inicio de la pandemia?

A 15 días de estrenar un musical en el Teatro Maipo, una obra llamada Come From Away. Una producción importante, costosa y totalmente montada que fue a pérdida absoluta por el contexto.  Sí debo reconocer que pagaron todo el dinero de los contratos. No entró un peso. Supongo que la estrenaremos en el 2021. Hace poco que hablé con la productora y me dijo que la fecha de estreno estaba cerca.

- ¿De qué trata la obra?

Come From Away se sitúa en pleno atentado a las Torres Gemelas, en un aeropuerto en desuso de Canadá.  Allí derivan todos los aviones con destino a Nueva York ante el shock de la caída de las Torres. La obra cuenta cómo los habitantes de esa región empiezan a alojar a los viajantes en sus casas. Gente de todas partes del mundo. Es un canto a la solidaridad. Creo que, de una manera diferente, es una historia que se vincula con la pandemia: es algo inesperado que generó la necesidad de pensar en los demás porque, después de todo, estamos todos en el mismo barco.

- ¿Es tu primer musical?

Trabajé en la primera versión de Aquí no podemos hacerlo, dirigida por Pepe Cibrián. La obra fue un exitazo y después opté por seguir con el teatro de texto. Hubo solamente una experiencia aislada, Rosaluz de Agustín Alezzo, pero estuve distanciado del musical hasta que hace dos años emprendí el camino de regreso. Estoy tomando clases de canto y siento que Come From Away va a ser el comienzo de una etapa distinta en mi vida. Una en la que me gustaría desarrollar en paralelo el teatro musical. Tengo muchas ganas de cantar.

- El fixer tiene una carga política muy delicada, ¿qué te atrapó del texto para participar en ella?

Cuando la leí por primera vez dije ‘cómo mierda hago para decir tanta cantidad de letra con tanta información, nombres y hechos’. Pensé que la gente se iba a aburrir con una obra así. Aún así, El fixer era lo único que teníamos como un salvavidas, la posibilidad de ejercitar el disfrute del trabajo en medio de una situación terrible.  En noviembre empezamos a ensayar de manera presencial, en mi estudio. De esa manera, también me garantizaba la higiene y desinfección para no contagiar ni contagiarme. Ahí fue que incorporamos los barbijos a la obra, porque la situación nos atravesó a todos por igual. Nos pareció apropiado usarlos dada la historia. El tema central siempre fue ver cómo íbamos a hacer al texto atractivo: a simple vista lo único que se percibe es una muerte, dos atentados.

No pensábamos ganar un solo peso. En medio de semejante quilombo sentimos que no iba a venir nadie y terminamos logrando ingresos que jamás hubiésemos imaginado, y desde la primera función.  Lo que empezó siendo una tabla de salvación en medio del naufragio, se convirtió en sustento laboral estable. No creo que se le pueda pedir más a un espectáculo en este momento de pandemia.

- ¿Sentiste miedo de que la oscuridad del personaje te consuma?

Puntualmente con El fixer, no. El personaje es tenebroso y, a la luz de lo que sabemos todos, ha contaminado nuestra vida social y política. Las muertes existieron, los atentados sucedieron, ambas son heridas que siguen abiertas. Lo que me salvó de caer en la oscuridad del personaje fue haber tomado el camino del histrionismo para componerlo y no haber perdido de rastro la última frase del texto: “vos podés escribir una obra de teatro o una novela, pero quién te lo va a creer”. Esta ambivalencia que plantea el autor entre la ficción y la realidad.

Con El Padre, una obra de Strindberg que hice años atrás, sí transité por un terreno oscuro. El personaje tenía una locura total, intentaba matar a la hija, muy siniestro. En su momento, me pareció una obra peligrosa para transitar.

- La obra está escrita Mario Diament, un periodista que pasó por varias redacciones. ¿Qué opinión te merece el oficio?

No veo todo porque me parece que es contaminante, aunque sí quiero estar en contacto con la realidad. Una de las virtudes de El fixer es que le pega al periodismo corrupto. De hecho, en una parte de la obra, lo ejemplifico con los periodistas de Clarín que llevan, traen y cobran por escarbar la basura.  El periodismo es una corporación que defiende sus propios intereses. También es un oficio indispensable si está hecho con equilibrio y objetividad. Y el equilibrio hoy tiene que ver con la salud. En una situación como la que venimos viviendo todos, donde la salud está comprometida, la información es un poder enorme.

- Con la industria dando señales de reactivación y el próximo estreno de Come From Away, ¿estás con más proyectos?

Hay una obra teatral muy atractiva que gira en torno a la apología de Sócrates. El cargo por el que fue enjuiciado y condenado fue por haber corrompido a los jóvenes, cuando, en realidad, desde la mayéutica él desnudaba a todos los que decían saber y no sabían nada. Los ayudaba a que pensaran. El personaje es extraordinario. Estoy trabajando con Dardo Dozo, quien dirigió a Melina Petriella en un monólogo filosófico basado en la obra de Darío Sztajnrajber. La idea es no quedarnos en el Sócrates clásico sino permitirle reflexionar sobre la justicia, la moral, la libertad.

Por otro lado desde SAGAI –donde soy parte de la comisión directiva- estamos llevando adelante un gran trabajo solidario en pandemia. Me estoy ocupando de darle visibilidad al colectivo de los bailarines y armé una plataforma de acceso gratuita para que se anoten todos los bailarines del país y ofrezcan sus servicios, para ser tenidos en cuenta en proyectos laborales, y que puedan ser contratados.

El fixer. Sala: El Tinglado (Mario Bravo 948). Funciones: los sábados, a las 20 horas.

 

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