Charo López es una de las comediantes más importantes de Argentina. Su histrionismo y mirada ácida de la realidad son los sellos de un estilo que perfecciona en la comedia, espacio donde se mueve con total disciplina. En la actualidad protagoniza junto a Adrián Lakerman Un barco llamado Loperman, un fresco ensayo teatral sobre los mecanismos del humor y los cambios de época en el noble oficio de hacer reír. “A Adrián y a mí nos gusta mucho consumir humor y los dos tenemos cierta fascinación por nuestras infancias viendo humor. Estamos muy conectados con lo que veíamos antes, se ve que para los dos eso significó mucho en nuestras vidas y es por eso que tenemos una melancolía retro de lo que pasaba en la comedia de la televisión, que es a lo que teníamos más acceso”, indicó la actriz en diálogo con El Destape.
“El show fue hecho para hilar fino en los mecanismos de la comedia y en tratar de entender por qué algo es gracioso”, señaló Charo López, quien dialogó en un mano a mano con El Destape sobre su nuevo espectáculo, curiosidades y éxitos de su trayectoria, mientras espera para rodar la segunda temporada de División Palermo entre los meses de julio y agosto "se filma si Dios y Santiago Korovsky quieren”.
- ¿Cuál fue tu primer contacto con el humor?
Las películas de Jerry Lewis eran una un un imán… Los Tres Chiflados también. Después me di cuenta que el humor era algo que me atraía en particular porque, cuando mi abuelo llegaba a casa con el diario, lo primero que yo hacía era ir directo a buscar la parte de chistes. En mi infancia, el humor fue un espacio de refugio para los momentos tristes y para esa disociación necesaria que necesitamos para vivir. Me parece importante remarcar que no se trata de algo que solo “te saca” de un pozo o de la desgracia, sino que está también en lo cotidiano y es acompañamiento y cercanía entre personas. Es muy humano reír y tener códigos de humor con las personas que querés.
- ¿Creés en los límites a la hora de hacer comedia?
El límite de lo políticamente correcto es -en cada uno- si algo te produce o no risa. Después cada uno juzga la moralidad; puede pasar que a veces te estés riendo de algo completamente inmoral y ahí pasa un poco más por la aceptación de lo que uno refleja en aquello de lo que se está riendo. Creo que todos los chistes merecen circular y, a la vez, todos pueden ser juzgados.
- ¿Y cómo reaccionás cuando te encontras riéndote de cosas de las que “no hay que reírse”?
Nos pasa siempre a todos, incluso en el espectáculo hay algunos chistes que nosotros después discutimos en el show. “Este chiste está mal por tal y tal cosa”. Hilamos fino, de eso se trata. Igual no voy a sacar esos chistes, generan incomodidad y eso me gusta, porque permite preguntarse la mecánica de las cosas de las que nos reímos.
Después, hay chistes que son para hacer en público y hay chistes para la intimidad, porque puede suceder que por ahí decís algo frente a muchos y fuera de contexto y es una barbaridad, en cambio si estás con alguien de confianza que sabe hacia dónde va ese chiste, está bien correr un poco los límites. El límite, para mí, es cuando el comentario puede llegar a lastimar a alguien.
- Cambiar la cancelación por el cuestionamiento…
Yo no creo en la cultura de la cancelación. Creo en decir qué es lo que no te gusta y lo que está mal; temo que el cancelar de forma sistemática se llegue a un resultado más grave que el mismo gen. Las personas tienen que ejercitar la reflexión y el análisis; no tener la capacidad de sentarse a pensar es preocupante. No se resuelve todo con decir “tal dijo tal chiste: cancelado”. Hay que ir más allá: dijo eso, estuvo re mal, pero también dijo estas otras cosas que están bien, y hace cuadros, y tiene primos, y una totalidad humana que merece ser respetada, más allá de lo que haya dicho que esté mal. Hay una necesidad de anular personas y nadie se fija qué pasa con la persona cancelada por estar corrida de época, que todavía debe moverse en la sociedad. A veces uno falla de manera muy estúpida.
- El mundo va hacía la cultura de la corrección política. En la cultura eso puede verse en estado de gracia con las películas y la inclusión forzada.
Y se nota cuando las películas están armadas como una maqueta. Creo que si se llegó a tener que armar un cupo es porque había una necesidad y tiene que haber una apertura de derecho al acceso a diferentes trabajos para todas estas personas. Son transiciones. Nos la tenemos que fumar hasta que cualquiera pueda acceder al empleo que quiera sin importar estas cuestiones, en un proceso más orgánico. Eso va a pasar recién cuando todos tengan acceso a estudiar lo que quieren y a hacer las cosas mal hasta tener experiencia, hay que ser más amables entre nosotros, no somos IPhones sino personas. En medio de todo, sigo yendo al médico y rara vez me encuentro con una persona trans atendiendo.
- ¿Quiénes fueron los primeros en ser amables con vos en tus inicios?
¡Un montón de personas! Este cambio cultural tan individualista y depredador de la esperanza me preocupa, porque hay jóvenes que se quieren dedicar a todo tipo de artes y saben que tienen un Estado que los odia, es muy triste que la bajada política sea que tu profesión es un hobby y no podés dedicarte a eso de manera profesional. Pienso todo esto porque empecé a tomar clases gratis en la Municipalidad de Lomas de Zamora, estudié teatro porque hubo un Estado que me ayudó y me sostuvo en ese proceso. Tomé todos los cursos gratis que se me cruzaron en la vida, después empecé a estudiar con Mosquito (Sancineto) que me ayudó un montón y luego con Savignone (Marcelo), que también fue muy bueno y paciente conmigo.
El boom de CUALCA y su relación con Malena Pichot
- ¿Qué recuerdos te quedan de tu paso por CUALCA?
Fue el momento en el que más personas de diferentes círculos sociales quisieron juntarse conmigo. La pasé muy bien. Antes de hacer CUALCA estaba haciendo un streaming -en un momento donde todavía no se hacían streamings- con un programa que se llamaba Paralell World y teníamos un productor en común con Malena Pichot. Él le dijo que viera lo que hacíamos y al poco tiempo Malena me mandó un mensaje para decirme que había salido un trabajo para hacer unos sketches en Duro de domar. Y en ese contexto nos conocimos con ella, Juli Kartún y Lucero (Julian). Jamás imaginé que CUALCA iba a ser un éxito porque nunca lo vivimos como eso; siempre nos importó más el contenido que el prestigio. Todo era juntarse con amigos a pasarla bien, no vivimos los códigos raros de la tele, fue muy liviana la exposición y estábamos en otra, no éramos busca fama. Además, teníamos muy poco presupuesto (risas). ¡Con CUALCA no gané nada de plata! (risas)
- ¿Sentís que CUALCA podría volver a producirse y adecuarse a formatos como el streaming?
En el streaming no, porque no veo cosas ahí que tengan tanta producción…Pensá que CUALCA se veía muy bien y para eso teníamos muchas horas de rodaje para hacer dos sketches que no duraban más de 5 minutos. En este momento no veo nada que sea tan artesanal.
- ¿Cómo se te ocurrió la idea para el sketch ‘empanada de concha’?
De una vez que me puse un pantalón de tiro alto que me quedaba un poco apretado y me la encontré a Malena (Pichot) en una esquina en San Telmo, le pregunté si se me marcaba mucho y nos reímos. La otra semana ya estábamos haciendo el sketch.
- ¿Siguen hablando con Malena?
No.
- Trabajaron muchos años juntas
Sí, hicimos Tarde baby, Mundillo, Jorge y cinco temporadas de teatro con Persona, con giras por todos lados. Laburamos un montón.
- ¿Por qué se distanciaron?
Porque la vida es así. Hicimos todo lo que teníamos que hacer juntas. No creo que ahora esté abierta la puerta para un reencuentro artístico o de amistad…pero no sé, la vida es impredecible.
- Su última película, Finde, es muy buena. ¿La viste?
No la vi. Me dijeron que es buena.
MÁS INFO
"Suar es un tipazo, le tengo mucho cariño"
- Lo que me parece curioso fue la película que te unió con Adrián Suar. Sus estilos de encarar la comedia son muy diferentes.
Suar es espectacular y a Jaque mate llegué por un casting, leí la escena y lo que tenía que hacer y me pareció genial estar en una peli de agentes secretos, vacunas y motos de agua. Aprendí la escena un montón, fui al casting preparada (risas). Y cuando me tocó encontrarme con Adrián Suar descubrí a una persona muy graciosa, un tipazo, y que tiene un gran oficio de productor. Sabe todo, no sé cómo lo hace. Es una persona que hizo y hace de todo, lo respeto y le tengo mucho cariño. Es un tipo que reivindica lo popular para generar algo en el otro, admiro mucho eso.
- Todos conocen a la comediante, pero, ¿te gustaría explorar algún registro dramático en la actuación?
No, no puedo. Soy mala actriz. Lo mío es el oficio de hacer comedia, no cualquiera puede hacer todo. Nunca hice algo tan serio y siento que no lo sé hacer. Es cierto que existe una imposición del sistema para que hagas llorar a la gente después de hacerla reír. Se piensa que lo dramático es más importante y los que piensan eso están equivocadísimos. La comedia mueve muchísimas cosas en las personas, uno quiere a la gente que le hace reír, se generan relaciones muy amorosas
- Un barco llamado Loperman. Funciones: jueves a las 22.30 horas en el Metropolitan (Avenida Corrientes 1343, CABA).