Soledad Pastorutti se presenta en cinco funciones en el Teatro Coliseo de Buenos Aires basadas en su último disco, Natural. El tercer encuentro de la arequitense con su público en el icónico recinto porteño se dio el 16 de julio y se prolongó durante dos horas en diferentes climas que pasearon a los espectadores por contrastantes emociones.
La sala del Coliseo estaba envuelta entre los sonidos alusivos a la naturaleza -olas, brisa, pájaros- que salían de los parlantes y el tenue bullicio de las personas que charlaban, ya ubicadas en sus lugares, expectantes por el comienzo del show. Las luces se apagaron y sonó la introducción de Copla de Amor mientras se proyectaban plantas y flores que crecían en formas de bordado en una tela de proyección desplegada delante del escenario.
La Sole se hizo visible en un efecto que simulaba estar flotando alto en el aire, tocando una caja coplera y cantando el mencionado track que abre su último álbum. Hispano y Esta Vida fueron las siguientes canciones, causantes del despertar eufórico del público.
Las proyecciones de imágenes y siluetas vinculadas a la naturaleza estuvieron presentes durante todo el show: en la pantalla ubicada en el fondo y en el escenario mismo se vieron representaciones agrestes de paisajes, animales, flores y cielos. La distribución espacial puso a La Sole en el centro de escena y sus músicos y coristas por detrás, ubicados en una plataforma con diferentes niveles de altura.
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Ninguna de las diez canciones que componen Natural faltó en el repertorio del show, a pesar de que hubo varios tracks pertenecientes a los casi veinte álbumes de Soledad. Su último trabajo discográfico está basado en piezas folklóricas bien tradicionales y el concierto aludió a ese clima a nivel conceptual: las canciones no pertenecientes al disco fueron los tracks menos poperos de Pastorutti, a pesar de que no faltaron hits como Tren del Cielo y Lejos de Ti.
A pesar de la renovación musical que La Sole ha presentado en los últimos años, las personas presentes evidenciaron cuán marcadas quedaron por los primeros discos: cantaron las canciones más viejas a todo pulmón y a las nuevas con menos fervor, con excepción de La Paloma, single del último álbum que fue coreado por todo el Coliseo.
“Rompimos con todo este hermoso espectáculo que iba muy serio”, soltó entre risas Soledad en medio de una especie de stand up que protagonizó con su guitarrista al frente del escenario. Con cortinas blancas de fondo que tapaban al resto de los músicos y la escenografía, la artista cantó clásicos como Alma, Corazón y Vida y Que Nadie Sepa Mi Sufrir con el único acompañamiento de la guitarra.
La Sole se mostró fiel a su espíritu dicharachero; bromeó y habló con las personas de las primeras filas durante gran parte del show causando carcajadas en el público. “Pasa que mañana no tengo que cantar y no me tengo que cuidar tanto la voz. ¿Saben lo que es eso?”, explicó a modo de justificación de su verborragia.
Los bloques de chamamés, zambas carperas y chacareras clásicas no faltaron. Entra a mi pago sin golpear y A Don Ata, himnos que La Sole resignificó en los 90 con su energía adolescente, pusieron a saltar y revolear camperas y bufandas a todos los presentes. Las banderas arrojadas por el público al escenario fueron tomadas por la artista para hacer su icónica coreografía, a falta de un poncho en su vestuario.
El año pasado Soledad brindó un show en el Movistar Arena con un espíritu rockero y pop tanto a nivel estético como musical; en contraste, esta ocasión se basó en outfits con guiños a la vestimenta tradicional folklórica y toques modernos. Asimismo, los bailarines que subieron a escena en varios momentos del show presentaron vestimentas autóctonas.
La Sole se despidió de sus fans rodeada de niños que bailaban el carnavalito Caña con Ruda y salió del escenario después de reivindicar el arraigo a la música autóctona y la importancia de que existan asignaturas escolares que refuercen el sentimiento identitario de los niños con el folklore. “Es mi verdad. No sé si es la verdad de todo el mundo, yo la defiendo de esta manera”.
El telón bajó y a los pocos segundos subió ante los rostros alegres de la gente por el inesperado plus. “El que no baila es un aburrido”, gritó La Sole al volver al escenario para interpretar un bloque de cumbias de su repertorio y algunas versiones de clásicos de ese género. El momento de euforia terminó y el verdadero cierre de show se dio con la interpretación de Brindis. “Porque los días se nos van, hay que cantar hasta el final”, armonizó el público a puro sentimiento y lágrima. Y le dio el pase a su ídola: “Por otra noche como esta, doy mi vida”.
Próximas funciones de Soledad en el Teatro Coliseo
Soledad se presentará en el Teatro Coliseo el 21 y 22 de julio a las 21 con su espectáculo Natural, después de haber dejado atrás las funciones del 14, 15 y 16 del mismo mes.