La autora de "Donde brilla el tibio sol" repasa las lecturas que marcaron su infancia y adolescencia, las influencias que tuvo en cuenta para escribir este libro y la relación que tiene hoy, en 2022, con Independiente, que ya no es el equipo en la cima que supo ser en sus años de juventud.
-T: En el libro hay referencias o guiños a Perlongher, a Pizarnik, a lugares de Avellaneda que te marcaron o que son parte de tu historia. ¿Cómo era tu relación con Avellaneda antes y como es ahora?
-S.G: Bueno, pienso en esa Avellaneda industrial, la Avellaneda de los trabajadores de fábricas en los relatos familiares. Esa evocación del pasado, de la que mi familia formó parte, me hacía pensar de una manera intuitiva: ¿esto soy yo? ¿Este es mi ADN y mi destino? Yo me retobaba contra esa idea... ya me gustaba leer, pasar tiempo sola. Descubrir a los 16 años a Pizarnik y luego a Perlongher fue como: "Ah, claro, también existe la posibilidad de ser poeta acá". No hay que terminar la secundaria y conformarse con un trabajo precario. Alguien acá, a 20 cuadras, fue una de las poetas más importantes de la Argentina. Pizarnik. Eso fue habilitante.
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-T: "Sé que si necesito llorar, me voy a Independiente", decís en el primer texto. Y en casi todo el libro se recuperan momentos gloriosos del club, figuras icónicas y jugadas tradicionales. ¿Cuál es tu visión del equipo hoy?
-S.G: Yo no recuerdo haberme hecho hincha de Independiente por una decisión racional. No sé si mi viejo, por dejarme ser independiente, no me instigó o no le interesó participar de la elección de mi club. Yo pienso mucho en el nombre del equipo del que soy hincha. Independiente en los 80 era el Rey de Copas, el equipo más importante de Argentina y de América. Ganaba todo, llegaba a finales. Tenía jugadores descollantes: era un equipo en la cumbre. Hoy rechazo un poco esta idea de aferrarme a la nostalgia y a lo que fuimos. Abrazo la historia, la atesoro y es parte de lo que me emociona del club. Pero no me copa tanto el énfasis de lo que fuimos cuando ya no lo somos. El famoso vivir del pasado. Veo a Independiente y voy a la cancha, aunque últimamente me hace mal porque juega horrible, no gana ni disputa. Y eso me arruina el día.
-T: ¿Cuáles dirías que fueron las influencias fundamentales para vos a la hora de escribir este libro?
-S.G.: Obviamente y fundamental "Regreso a Reims", de Didier Eribon. Luego un libro de Jeanette Winterson, una autora inglesa, que son memorias, que se llama "Por qué ser feliz si se puede ser normal". Es una historia sobre su infancia, muy dura, porque fue hija adoptada por un matrimonio ultra religioso que la restringía en sus deseos y en su vida. Su madre repudió que ella fuera lesbiana, la echó de su casa, se fue a vivir a un auto, pero ella luego consiguió una beca y terminó estudiando en un lugar súper reconocido en Inglaterra. Después de mucho tiempo tuvo la inquietud de buscar a su madre biológica y la encontró. Y eso le permitió volver a su madre adoptante y valorar lo que había hecho por ella. Ese libro es, también, un regreso. Son libros que, como el mío, trabajan de repensar las sensaciones de la juventud y adolescentes con respecto a lo familiar.
Con información de Télam