Ingrid Pelicori, Victoria Roland, Marcelo Velázquez y Analía Fedra García cuentan los desafíos de adaptar novelas para llevarlas al teatro: cómo pensaron esas historias, qué decisiones tomaron para resignificar lo narrativo y qué elementos fueron aliados durante el proceso creativo.
Para "Enero", Fedra García pensó en distintos planos porque advirtió que la relación con el libro en la puesta en escena se plantea así: "Desde el enfoque de la actuación, desde la búsqueda de la relación del público con la obra y con la construcción de escenas, que van en línea paralela con la literatura de Gallardo", sostiene.
En primer lugar, decidió plantear las distintas escenas como cuadros, en los cuales, Nefer, la protagonista, ya adulta evoca, reconstruye, se "mete o sale" de distintos cuadros. "Casi como si alguien se metiera dentro de la foto de un recuerdo", grafica.
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"Lo que trabajamos en el abordaje de la actuación fue por momentos el distanciamiento que se genera al tratar de reconstruir una imagen, una situación, como si fuera esa otra que observa. Vanesa hizo todo un trabajo corporal con Diego Rosental para tener una composición corporal por fuera del cotidiano. Hay un cuerpo callado, contenido, que acumula en el ámbito familiar, más comprimido; y en contraposición a eso cuando está sola en medio del paisaje, en relación con la naturaleza, el cuerpo se libera, hay un enfoque más feroz", señala.
De esa manera el unipersonal propone poner a ese personaje "en relación con los árboles, la tierra, el caballo, sólo ahí encuentra refugio y puede abrirse" y eso permite, para la directora, que quienes asisten a ver la obra, formen parte de este mundo natural, "como confidentes secretos de la protagonista".
En el caso de "La débil mental", Pelicori cuenta que en general, respetaron "la estructura de la novela, su carácter fragmentario, y la alternancia de monólogos y escenas" e intentaron "recrear algunos procedimientos del texto, ya que en la novela se puede decir que es la hija quien habla, y que la madre está en su cabeza" mientras que en su versión, "los textos están repartidos de modo de producir también por momentos una suerte de monólogo a dos voces".
Teniendo en cuenta que Ariana Harwicz, la autora de la novela, también es dramaturga, ¿intervino a la hora de pensar la puesta? "No participó ni en la adaptación ni en los conceptos de la puesta en escena. Hubo una primera etapa de nuestro trabajo que ocurrió durante la pandemia, entonces la adaptación y los primeros ensayos (que eran lecturas) los hicimos por zoom. En esa ocasión pudimos intercambiar con Ariana, que vive en Francia, y ella presenció alguna de esas primeras lecturas. También cuando estuvo en Argentina el año pasado pudo presenciar un ensayo. Pero en realidad ella entregó su novela, y permitió que nosotras hiciéramos nuestra búsqueda con nuestros propios criterios", dice la actriz y relata que la autora vio la obra, y les manifestó cuánto le había gustado.
Velázquez y Fraile, director y actriz de "La pasión según G.H.", tuvieron como primer desafío trabajar en un unipersonal. Llevaron adelante el trabajo con el material de Lispector que intervino Velázquez durante la etapa de mayor aislamiento de la pandemia. "La comunión que le había pedido a Fraile con el público es la que habíamos tenido nosotros y construido durante años. Eso allanó el camino, prueba y error, pero siempre con mucho apasionamiento como pediría Lispector sobre este material. Ella en el prólogo dice que esta novela esta destinada a lectores con el alma formada. Eso nos gustó y lo tenemos muy presente", expresa el director.
A la hora de la puesta, recupera el porqué, por ejemplo, de la inclusión de nuevas tecnologías en el teatro, ya que hay en la obra un fragmento audiovisual que realizó con un grupo de cineastas y la actriz y se proyecta a la hora de hacerse cargo de la llegada de una cucaracha a la vida de esa protagonista. "Hicimos casi un cortometraje, me interesaba esa inclusión, que apareciera la pantalla de cine y el teatro se transformara en una sala de cine para ver ese acto en relación a la cucaracha", sintetiza sobre la decisión de mediatizar un fragmento.
Para Roland, la idea fue mixturar dos disciplinas: la actuación y la música, por eso convirtió a la novela en un espectáculo performático-musical, ¿cómo fue la decisión de darle esa impronta?
"El dispositivo cuenta lo que le pasa al personaje. Desdobla a Carla Crespo en escena. Puede haber un trap y una cumbia de Pablo Lezcano. La música ayuda como el mayor recurso para entrar en la experiencia que se está contando. Hay distintos recueros que te hacen entrar en la trama de la novela", responde y define a la obra como "un viaje de escucha".
"Al volverla un show DJ se producía otra operación que era no plantearla a ella, a la protagonista, como una víctima. La obra también explora estos lugares en los que nos han ubicado a las mujeres a lo largo de la historia como la santa, la loca, la puta, la histérica. La idea era exorcizar esas figuras a través de un show musical", sostiene sobre su versión de la novela de Cabezón Cámara.
Con información de Télam