Nacido a cien años de la Revolución de Mayo y en pleno auge de consolidación de una identidad nacional, el Salón Nacional de Artes Visuales en tanto espacio de legitimación artística y noción identitaria se afianza este año en lineamientos de gestión como la diversidad cultural y las políticas federales de representatividad, tal como lo expresa la directora del Palais de Glace, Feda Baeza.
"A partir de distintos diálogos se llegó a reformas que resumidas consisten en una política de cupos -explica Baeza-. Hemos mantenido el 50 por ciento mínimo de participación femenina en todas las instancias del Salón, elevando del 30 de la edición pasada al 50 por ciento la participación de artistas de las provincias en todas las instancias y hemos sumado por primera vez en la historia de estos certámenes una cuota del 5 por ciento de participación no binaria travesti trans".
"Esto es un punto muy importante para nosotres porque espacios como el Salón Nacional dentro de las artes, como otros ámbitos de la ciencia o el deporte validan formas de vida, dan acceso a la ciudadanía que es un poco el ADN del Salón, ser un espacio de accesibilidad a la ciudadanía artística. Es el modo en que nosotres retomamos esa misión que comenzó como un mandato de la Generación del 80 -finales del siglo XIX y principios del XX- cuando se creó el Salón y la adecuamos a las discusiones actuales".
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Y agrega: "El Salón tiene la situación de pensar lo nacional como espacio de encuentro y también de tensiones de distintas comunidades que debaten cuál es sustrato común que nos reúne. Entonces, la política de cupos ya sea tanto para atender el derecho a las mayorías que es el acceso desde distintos puntos del país de las provincias a esta política y también hacia las minorías, como puede ser la comunidad travesti trans no binaria. son como todas esas políticas de acceso", explica.
Baeza también destaca el proceso de democratización con los "más de 180 candidates (de los que quedaron más de 40 jurados) de todo el país para ocupar distintos lugares", porque "el salón es como un pequeño Parlamento -dictamina- en el que los artistas eligen sus representantes, las asociaciones de artistas, museos, universidades nacionales y provinciales ofrecen candidates a jurados, y en este punto fue central la participación de todos los organismos de las provincias" que presentaron los posibles jurados.
Por otro lado, la curadora, docente y con un doctorado en Historia de la Artes por la UBA, señala que el cambio de denominación para cerámica y gráfica implicó "ampliar para conectar con otras prácticas" que permiten pensar obras que se mueven en esa frontera entre arte y artesanía, "o para pensar en la producción de nuevas generaciones en torno a las publicaciones (fanzine, activismo gráfico), y también -agrega- incluimos espacios no disciplinarios, como un modo de albergar otras esferas de la producción que no necesariamente se incluyen dentro de las disciplinas más tradicionales y que no tienen como resultante final necesariamente un objeto material".
Y por último, "para compensar el tiempo de pandemia se duplicaron los premios adquisición de tres a seis", y también la utilización de "una lógica de premiación ponderada en el que las disciplinas que en los últimos tres años tuvieron mayor cantidad de inscriptes reciben más premios, como el caso de la pintura, con un promedio superior a 500 participantes", concluye Baeza.
Con información de Télam