(Por Carlos Aletto) La novela "El origen de la alegría", de Pablo Ramos, tiene como centro, por un lado, la muerte de Julia, la hermana del protagonista Gabriel Reyes -alter ego del escritor- y, por el otro, el final del derrotero de excesos y locuras del personaje, ya que para darle valor a esa pérdida debe otorgarle sentido a su vida. "Prefiero el dolor de haber perdido por haber tenido, que la tranquilidad de no perder por no haber tenido nunca", dice el narrador.
A todas las novelas de la tetralogía de Ramos, publicadas por Alfaguara, las vincula una muerte importante. En "El origen de la tristeza" es la del Tumbeta, su mejor amigo, que coincide con el fin de una época. En "La ley de la ferocidad" y "En cinco minutos levántate María" se narra la desaparición del padre. Dos puntos de vista, uno el de la madre, el de la ternura , y el otro el de Gabriel, el de la ferocidad.
En este nuevo libro, "El origen de la alegría", a la muerte real de Julia/Verónica -la hermana del protagonista en el primer caso, la del autor en el segundo-, se le suma la muerte simbólica de la vida de exceso e irresponsabilidades, el fin de una existencia sin rumbo: para darle valor a la muerte de la hermana, Gabriel decide darle sentido a su vida.
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Ramos, quien nació en Avellaneda en 1966, escribe la hermosa locura de Gabriel Reyes desde "El origen de la tristeza", el protagonista que siempre tiene un origen sentimental pero no parece tener un destino espiritual. Esta vez vuelve al viaje, al derrotero que tiene su destino geográfico: Rosario. El duelo de su hermana lo "obliga" a una nueva aventura: junto a su amigo Alfredo se encuentra en el recorrido con prostitutas, un cura, una perra, un caballo, su primera novia, amigos de la juventud y la madre de su hijo mayor.
En el poema escrito a la ausencia de su hermana Verónica "Tu nombre sobre mi nombre", incluido en el libro de misceláneas "Amor no Roma mi amor" -publicados por la editora Andrea Álvarez Mujica- el escritor promete: "porque no pienso aceptar tanta muerte, tanto dolor / te voy a escribir, te van a leer / y te prometo / porque te conozco / que voy a hacer lo posible /por demorar mucho el próximo encuentro".
"El origen de la alegría" cumple sobradamente con este objetivo. durante el viaje alucinado a Rosario el protagonista trata de encontrar una respuesta a esa ausencia que duele, un dolor que calma con drogas y sexo, pero también recurre a la religión y a la amistad.
- Télam: ¿Para Gabriel Reyes una trilogía nunca la componen tres libros?
- Pablo Ramos: Gabriel Reyes es inconsciente de su trilogía, es inconsciente de ser un personaje, un inconsciente y punto. Pero plagado de conciencia. No soporta mucho hablar con mujeres, dice que el mundo femenino lo aburre, pero en verdad lo abruma. Lo bueno y lo bello juntos sólo sería posible, según él, en el ámbito de lo femenino. Y eso lo trastorna. Porque ellas sufren a los hombres como él, y más él se mete en el mundo de sus mujeres, ellas la pasan mal. Porque tratan de salvarlo, porque es un hermoso perdido insalvable al que les gustaría salvar.
- T.: ¿Cómo trabajás la fascinación por la mujer en esta novela y el relato misógino de Reyes que choca con ese estado?
- P.R.: No hay misoginia, no hay machismo, no hay feminismo en Gabriel. Sólo hay juicio. Carver decía que casi el noventa por ciento de las personas son ineptas en eso a lo que se dedican, yo le agregaría aburridas, maliciosas, mezquinas, ciegas y sordas. Son solo bocas parlantes eructadoras de irresponsabilidad.
Gabriel es ácido, es corrosivo, pero dice siempre lo que piensa. Lo que piensa es ácido, es corrosivo. Cuando le dice a esa chica que quiere embaucarlo con un premio del banco, que por un sueldo trabaja de engañar a la gente para una multinacional, "menos mal que sos Anabella, porque si fueras Bety la fea, no te atiendo, a las feas ni cabida, viste". No está diciendo "a las feas ni cabida". Está criticando toda esa mierda que es la televisión. Bety la fea se saca las lentes, se suelta el pelo y es linda. Son unos caretas. La televisión es basura. Toda la televisión es basura.
- T.: ¿Cuál es el verdadero origen de la alegría? ¿Empieza en un lugar opuesto al de la tristeza?
- P. R.: El origen de la alegría es el despertar a la conciencia de que prefiero el dolor de haber perdido por haber tenido, que la tranquilidad de no perder por no haber tenido nunca. Me di cuenta de que mi vida fue un privilegio. Mi hermanita Verónica murió joven, con apenas cuarenta años, era la luz de mis ojos, la alegría de mi familia como bien lo dice el cuento al final del libro. Yo no podía estar triste por haberla perdido, tenía que usar esa muerte para entender que estaba obligado, la responsabilidad existencial me obligaba, a estar alegre por haber compartido cuarenta años de mi vida con ella.
"El origen de la alegría" es, en definitiva, la perspectiva desde la cual se mira la vida. Gabriel prefiere enfrentar el dolor de esa pérdida inconmensurable, pagar ese precio por haberla tenido cuarenta años.
- T.: ¿Cómo funciona en la novela el sostén espiritual que mantiene en pie al protagonista?
- P.R.:.: En la novela lo espiritual funciona en el amor de amigos, el amor más hermoso que hay, en el punto de no retorno de Gabriel Arcángel Reyes (Arcángel en honor a Gabo Ferro), que va de acidez extrema e intolerancia hacia el despojo total. Y lo religioso en los mantras de sus palabras, en los finales de capitulo, en la idea de que las cenizas tienen la esencia, por eso son sagradas, tibias y aparentemente inocuas: guardan el germen de la vida.
- T.: ¿Si se acaban las aventuras de Reyes quién aparecerá ocupando ese lugar?
- P. R.: Lo que viene ahora es el libro de las canciones que hice con Gabo Ferro, las del disco "El hambre y las ganas de comer". Hicimos 13, grabamos 12. La número trece se la hice yo a él, se llama... "Arcángel". Una parte dice: "Como trompetas al viento / Tu garganta en si Bemol / Cuando envenenaste el género / Y aclaraste la cuestión".
Para este proyecto voy a escribir un cuento por cada canción, la historia de la letra de la música, publicar las letras corregidas y las versiones fallidas. También la alegría de los hallazgos.
Luego de eso voy a escribir una novela narrada por el ser más entusiasta de la creación: el perro. Un perro que recorre las ciudades del conurbano, de la capital en busca de una perra que no esté castrada en un mundo al borde de la extinción. O sea, en la época actual. Y va contando y describiendo todo lo que ve, todo lo que lo entristece. Él se conforma con poco, con las bolsas de basura y huele culos y vaginas buscando una hembra que ovule, que no le tenga miedo a la vida, que quiera quedar preñada, que quiera parir a un próximo comedor de bolsas de basura.
La novela empezaría así: "Me llamo Rey, tengo 3 años que por siete dan... No lo sé... Pero treinta kilos, de pelo negro, cola como un plumero, tengo pocas cosas en la cabeza, pero todas son buenas".
Con información de Télam