Con una performance de Moria Casán, la obra de teóloga Marcella Althaus-Reid sorprendió en el CCK

04 de marzo, 2023 | 20.41

(Por Ana Clara Pérez Cotten) - Como parte de la cuarta edición del ciclo feminista Nosotras Movemos El Mundo (NMEM), este año organizado con el lema “Por la democracia”, se presentó en el Centro Cultural Kirchner “Teología indecente. Perversión teológica en el sexo, el género y la política”, libro fundamental de la fallecida teóloga argentina Marcella Althaus-Reid, con una mesa debate en la que no faltaron referencias a la Virgen María, Dios, la Teología de la liberación y el placer y que cerró con una lectura performática a cargo de Moria Casán.

En la Sala Argentina colmada, la actriz -que supo hacer de su cuerpo un instrumento político con el que disparó mensajes a lo largo de las décadas- esta vez, compartió el escenario con un elenco de intelectuales: el teólogo y político Iván Petrella, la escritora Teresa Arijón (traductora del libro), el investigador Juan Eduardo Bonnin, la filósofa Esther Díaz y el sociólogo Fortunato Mallimaci. Durante más de una hora analizaron tramos del libro, la relevancia de la obra de Althaus-Reid y nuevas claves para leer a la autora, quien falleció en 2009, en Escocia, donde trabajaba como profesora en la Universidad de Edimburgo.

Escrito originalmente en inglés, “Teología indecente” es la piedra fundamental del pensamiento de Althaus-Reid, en el que su autora explora las formas en las que la sexualidad condiciona el acercamiento a Dios. Para ella, toda teología implica una praxis sexual basada en codificaciones sociales aceptadas que configuran nuestra visión de la vida y las proyecciones místicas que relacionan la experiencia humana con lo sagrado. “Teología indecente” toma las experiencias sexuales de los pobres y utiliza el análisis económico y político para develar la ideología sexual de la teología sistemática.

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El encargado de presentar el panel-performance fue el escritor y periodista Franco Torchia. La elección no fue casual. En 2021, trabajó con Alejandro Tantanian en una adaptación de la ópera Theodora, con música de Händel y textos de Althaus-Reid. A Torchia se le ocurrió enlazar la obra del alemán con la de la teóloga argentina Marcella Althaus-Reid y así “actualizar la pieza para indecentar su lamento original”.

Aquel espectáculo encendió debates periodísticos, acusaciones de la Iglesia, violentos posteos en redes sociales y solicitudes de renuncia. La obra de Marcella Althaus-Reid era desconocida en la Argentina y su lectura sexual de la teología, enmarcada en la teoría queer, el posmarxismo, el feminismo y el análisis poscolonial, despabiló a muchos. Ahora, editada por Paidós gracias a la insistencia de la escritora Ana Ojeda y con la traducción de la poeta y escritora Teresa Arijón, Althaus-Reid podrá ser leída en su país (y en su idioma).

“No sabemos si este libro en verdad no circuló por algún tipo censura, por desinterés o porque la Conferencia Episcopal Argentina se ocupó de que no tuviera el alcance y la trascendencia que tiene que tener. Pero está acá. La llegada del libro a les lectores gracias a su editora, Ana Ojeda, es un acto muy destacable”, remarcó Torchia antes de presentar a los invitados, quienes en distintas intervenciones iluminaron la obra desde sus disciplinas.

Mientras relojeaba las notas que llevó para la presentación que ubicó en forma de abanico en el piso, el teólogo y politólogo Iván Petrella recordó los días en los que conoció a Althaus-Reid en los claustros de las universidades donde se estudia aquello que, en Estados Unidos, se entiende como “estudios de la religión".

“Ella era una estrella de rock. Sus paneles atraían a cientos de personas, a estudiantes de licenciatura y de doctorados, a rabinos, sacerdotes y también a personas de a pie que eran muy interpelados por Marcella. Además, siempre iba con una estela de personas que la seguían”, recordó y contó que ella fue muy generosa cuando, tras elogiar su tesis doctoral en 2003, le propuso trabajar en un proyecto para publicar los clásicos de la Teología de la Liberación en ediciones en inglés, un idioma en la que esos textos tenían poca circulación.

“¿Dónde ubicar a Marcella en el mundo de la Teología de la Liberación? Ella suma algo que los Teólogos de la Liberación no habían considerado: la sexualidad. El cuerpo que sufre de sed y de hambre también siente placer y de formas diversas. Fue totalmente disruptivo. Parece obvio pero fue una ruptura con teología clásica y, además, sacó a la teoría feminista y queer de su zona de confort al abordar temas como la religión”, consideró Petrella y advirtió que “su coraje intelectual sigue siendo un ejemplo a seguir”.

Teresa Arijón, poeta y traductora de la obra, contó que a pesar de no conocer sobre Teología, el texto le generó muchísimo entusiasmo. “Traducir a Marcella fue un desafío y un descubrimiento y una maravilla -en la antigua acepción de la palabra- que me condujo a pensar viejas ideas y dogmas. Su escritura erudita y firme y radicalmente innovadora suena como una voz persuasiva y familiar”, sostuvo.

Después, confesó los problemas que tuvo al momento de traducir a una autora que había escrito en inglés pero cuya lengua era el castellano, había vivido en Argentina hasta los 30 años. Y contó su receta, basada en la “indecencia” de no usar bombacha, un gesto que Althaus-Reid recupera de las mujeres que vendían limones en la calle y que tanto la interpelaba cuando era niña.

“Me entregué al fluir de su escritura, algo que sucede solo con algunos autores. Y encaré la traducción sin bombacha, con los sentidos alertas y pecados, las notas de traducción”, cerró Arijón.

“Entendemos perfectamente por qué Marcella dice que a la Teoría de la Liberación, con ropa, le cuesta sintonizar con el sexo. Como si el sexo fuera un obstáculo para la liberación política. Me parece importantísimo la separación entre sujeto y objeto de conocimiento, sus observaciones sobre el voyeurismo en ciencias sociales y la reivindicación de la incoherencia teórica”, repasó Juan Eduardo Bonnin.

Se animó, además, a establecer una lectura de las debilidades del texto: “¿Desde dónde enuncia? Desde un lugar de privilegio en la academia europea y algunas cosas son narradas con cierta frialdad. Y me pareció muy raro que no apareciera el asunto de la Iglesia como una red de trata y abuso sistemático”. Cerró con una reivindicación de la intelectual: “Queda muy en claro que tenía buen humor, irreverencia y que puede reírse de la propia formalidad del acto de generar conocimiento científico”.

La filósofa Esther Díaz, presentada por Torchia como “la más punk de las filósofas”, dedicó su intervención a analizar una interpelación polémica que Althaus-Reid hace en el libro: “¿La virgen María es la Momia de los pobres?”. “Marcella se atreve a levantarle la pollera a la virgen” dijo Díaz, generó una carcajada en el auditorio y explicó por qué la autora sostiene que el culto mariano consiste en domesticar a los pobres. “¿Por qué Dios es varón? Algo tan simple como es tener consciencia de que hemos vivido siglos bajo una sociedad machista y patriarcal es fundamental y se puede ver en la negación del sexo y de la idealización de alguien virgen. Celebro la apertura que hace Marcella porque propone muchísimas líneas de investigación e ideas que no se me habían ocurrido nunca”, cerró la filósofa.

Fortunato Mallimaci se preguntó, en el cierre, por qué las Ciencias Sociales evitan considerar a la sexualidad como una parte constitutiva de lo humano. “Ella creía que era un tema vital para entender al sujeto social y político. Este libro nos invita a una mirada indecente de las Ciencias Sociales, la Teología y el feminismo”, sostuvo y advirtió que “sin justicia, sin solidaridad y sin placer sexual es difícil construir una sociedad distinta”.

La presentación de “Teología indecente” en el CCK finalizó con la intervención de -como la presentó Torchia- “la más indecente de todas y experta en `indecentar´”, la mítica actriz Moria Casán.

“¿Doy virgen como Wanda Nara?”, le preguntó Moria al auditorio, vestida íntegramente de negro y con un velo que le cubría el pelo, en una imagen que emulaba a una virgen alternativa. Después, recitó distintos tramos de “Teoría indecente” y, en varias oportunidades, se emocionó al punto de que su voz, tan popular, experimentada e icónica, sonó quebrada al interpretar a Althaus-Reid.

Con información de Télam