(Por Josefina Marcuzzi) En un ineludible contrapunto con la jornada inaugural de hace tres semanas, cuando el escritor Martín Kohan reivindicó en el acto de apertura la centralidad de la lectura y los lectores como eje fundante de este hito cultural, la Feria del Libro tuvo esta tarde como una de sus postales de cierre al excéntrico candidato liberal Javier Milei, quien con aires de rockstar se presentó ante a un público enardecido que celebró su inflamada retórica y desplazó por unas horas el clima festivo en torno a los libros que había instalado el autor de "Ciencias morales".
"La serpiente siempre está alerta. Si vos no la molestás, no hace nada. Pero si la molestás, te pica". En la fila de ingreso a la presentación del libro de Javier Milei, un militante le explica a otro lo que significa la serpiente que lleva en una bandera colgada en sus hombros. Todavía no leyó el libro, aclara. Su compañero tampoco. Un grupito de más atrás asume que lo leerá, quizás, en algunos días.
Y es que en esta jornada de domingo a la tarde, en la sala más grande del predio, la José Hernández, los libros no importan tanto. El impacto de la presencia de Milei se avizora desde el acceso al predio: hay vendedores ambulantes con banderas, pins y stickers tornasolados para el celular con la imagen recortada del economista y candidato a la presidencia. En el ingreso a la sala las personas se amontonan contra unas vallas: bien podría ser un recital de una banda de música. Aunque no lo es.
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Lo interesante es ver de qué manera estos días tan de fulgor y frenesí del evento extraordinario traspasan a los días ordinarios, los días de tonalidad media, los días de ritmo común, sostuvo el escritor Martín Kohan, hace tres semanas en su discurso de apertura. El fulgor y frenesí hoy se personifican en los cientos de adolescentes y jóvenes que gritan ¡Viva la libertad! en loop y con la voz rasposa, imitando a su líder. Ante la pregunta, casi siempre es la misma respuesta: Y, eso, ser libres. Hoy no somos libres.
En la tapa del libro que se presentó hoy, titulado "El fin de la Inflación", está la imagen del dirigente con un gesto como si fuera un mago: así, la retórica del texto plantea que Milei tendría todas las respuestas para eliminar esa suerte de patología económica. Delante del escritorio y muy bien iluminado, un billete de 100 dólares en gigantografía lleva, también, su cara impresa.
Los universos que recuperó Kohan en el discurso inaugural de la Feria estaban centrados en las ideas de lectores, autores, traductores, difusores, compradores y vendedores de libros que se convierten en los protagonistas de este hito cultural. No hubo, entonces, posibilidad de imaginar lo que acontece esta tarde en una sala repleta de fanáticos enardecidos que agitan consignas agresivas y se mueven como súbditos sumisos de un líder mesiánico.
Basta captar un momento de la espera en la fila para entender este fenómeno: de repente y por casualidad sale de otra sala el referente y líder uruguayo Pepe Mujica, a paso lento y acompañado por unos asesores. En unos pocos segundos y sin mediar diálogo, una horda de militantes desarma la fila para acercarse y gritarle en la cara que la casta tiene miedo.
Una vez empezada la presentación, fuera de la sala las personas que no pudieron entrar, se quedan escuchando al dirigente por un altoparlante. Entonces, la frase recurrente: "son todos burros, con perdón a los asnos", dice Milei, en referencia a los dirigentes políticos de otros partidos. Los posteriores gritos eufóricos se abren paso en los pasillos del pabellón ante personas que no eligieron formar parte de la "gesta" libertaria.
La idea que planteó Kohan de la Feria como "un fenómeno de concentración e intensificación, en un tiempo de vértigo y en un lugar transformado de elementos que se encuentran en distintas partes a lo largo del año como el libro en las librerías, en una presentación, en una ronda o en un debate", se reduce en esta ocasión a la intensificación de las formas sin el trasfondo: se intensifica el discurso y se amplifica la retórica vaciada de sentido. Y entonces se impone el vaciamiento como posicionamiento político y cultural.
Es muy importante que se escuchen las ideas que son tildadas como ideas políticamente incorrectas, pero que son las ideas de gran parte del pueblo argentino que simplemente espera ser escuchado". ¿Cuáles son esas ideas? Seguridad, defensa, justicia, dice Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta en la fórmula que integra junto a Milei conocida por sus posiciones negacionistas.
Villarruel y Karina Milei, la hermana del candidato, son las dos personas que están paradas frente al escenario en el momento en el que Javier Milei hace su ingreso por el pasillo principal de la sala, como una estrella de rock que atraviesa una alfombra roja, con una canción sonando muy fuerte de fondo y decenas de jóvenes libertarios tirándosele encima. Una entrada eufórica, una escena que podría parecer épica pero que también estuvo al borde de la tragedia en varios momentos de descontrol.
La imagen del león en remeras y banderas, ahora sí, recortado en su propio peinado. De fondo, el canto: ¡Presidente! ¡Presidente! Una vez en el escenario, la presentación del libro está comandada por el famoso libertario Alberto Benegas Lynch hijo, quien es el encargado de dar el discurso inicial e insiste en la necesidad de eliminar el Banco Central para poder terminar con la inflación. Javier Milei ya ganó, porque puso los valores de la libertad de nuevo en la discusión y el debate en la Argentina después de 80 años, dice.
Hacia la mitad de la sala, una niña acompaña de muy mala gana a sus padres que vinieron a ver al dirigente. Durante toda la presentación, con la capucha del buzo puesta, como escondida, lee un libro de literatura infantil. Nunca en toda la presentación mirará a su alrededor ni escuchará el llamado de su mamá. Esta imagen quizás recupera algo del espíritu de lo que planteó Kohan: Agazapados, camuflados, convirtiendo en una ventaja posible la desventaja inicial de pasar desapercibidos, la Feria puede ser un caballo de Troya con el que hacer que la literatura penetre en la ciudad, aunque también puede que haga falta un caballo de Troya para penetrar en la propia Feria, para recorrerla y para estar en ella. El libro parece ser para esa niña el caballo de Troya que traza su posible escapatoria.
Con información de Télam