Diez poemas para recordar a Alejandra Pizarnik

Una recopilación de los poemas de la escritora Alejandra Pizarnik.

25 de septiembre, 2020 | 12.17

Los poemas y la prosa de Alejandra Pizarnik es volátil y con una profunda melancolía. Se podría definir como una herida abierta. Sus poemas son tristes, profundamente femeninos y delicados. Aún hoy, sus poemas están vigentes y en El Destape seleccionamos solo algunos, para conmemorarla.

Flora Alejandra Pizarnik nació en Avellaneda el 29 de abril 1936, en el seno de una familia de inmigrantes rusos que perdió su apellido original al instalarse en Argentina: antes de ser argentinos, los Pizarnik eran los Pozharnik. Estudio Filosofía y Letras en la UBA, al mismo tiempo que se inició en el mundo de las artes de la mano del pintor surrealista Batlle Planas. Además de pintura estudió periodismo, técnica que utilizaría para escribir críticas en distintos periódicos.

En 1955 publicó su primer libro de poemas: La tierra más ajena, de editorial Botella al mar. Cinco años después, con cuatro libros publicados, se trasladó a París. Allí trabajó para la revista "Cuadernos" y varias editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona.

 En esos años conoció a Octavio Paz, Julio Cortázar e Ivonne Bordelois. Volvió a Buenos Aires en 1964, conoció a su amiga Silvina Ocampo y publicó otras siete obras con poemas, escritos, relatos surrealistas y hasta novelas cortas. En 1971, recibió la beca Fullbright. Un año más tarde, a los 36 años, Pizarnik se suicidó.

Cenizas

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

Porque a Ti te debo lo que soy

Pero no tengo mañana

Porque a Ti te…

La noche sufre.
 

Despedida

Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.
 

NadaEl viento muere en mi herida.La noche mendiga mi sangre.

 

Siempre

Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios!
Cansada por fin de las muertes de turno
a la espera de la hermana mayor
la otra la gran muerte
dulce morada para tanto cansancio.

 

La carencia

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

El ausente

I
La sangre quiere sentarse.
Le han robado su razón de amor.
Ausencia desnuda.
Me deliro, me desplumo.
¿Qué diría el mundo si dios
lo hubiera abandonado así?

II
Sin ti
el sol cae como un muerto abandonado.
Sin ti
me torno en mis brazos
y me llevo la vida
a mendigar fervor.

 

El olvido

en la otra orilla de la noche
el amor es posible
-llévame –
llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu memoria.

13

Explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome

 

La última inocencia

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.

He de partir

Pero arremete, ¡viajera!

Para Janis Joplin

(fragmento)
a cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.
así como duerme la gitana de Rousseau.
así cantás, más las lecciones de terror.
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
me pregunto si eso no aumentó el error.
hiciste bien en morir.
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo.