A la hora acordada, Margo Glantz se conecta desde su casa de México para hablar con Télam, en una semana en la que cuenta que ha tenido ya dos entrevistas más pero no parece cansada de las pantallas, porque la conversación es una de las pasiones de la autora: su obra, sus clases, las lecturas y los proyectos para los que la convocan la convierten en una interlocutora locuaz y enérgica que sabe recurrir al humor para narrarse.
La autora de "El rastro" asegura que ante la pandemia cambió su rutina, pero mantuvo sus horas destinadas a la escritura (entre las 10 y las 14) y le costó sostener el hábito de la lectura, aunque ahora lo recuperó gracias a Virginia Woolf, sobre la que fue convocada a escribir, mientras tanto planea escribir sus memorias.
-T: Te definís como una viajera y tus viajes han sido insumo para tus libros. ¿Cómo se reorganizaron esas ganas de viajar con la pandemia?
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-M.G.: La pandemia me ha paralizado, hice entrevistas, participé de festivales, ferias del libro, pero no me ha permitido ese descanso de la realidad constante que hace que se vuelva más irreal y me ha sido casi imposible escribir. Lo único que he escrito de manera coherente es un prólogo a "Un cuarto propio" de Virginia Woolf y voy a trabajar en una columna virtual impulsada por un grupo de mujeres. He encontrado cosas muy interesantes de ella porque ya antes de escribir ese libro estaba muy interesada en la escritura de las mujeres y las relaciones de las mujeres con la vida cotidiana y la política. Tiene textos, ensayos políticos y sobre literatura donde podemos encontrar la prehistoria de ese libro. Pero no he podido trabajar en libros de viajes porque me cuesta mucho organizar. Ahora pienso que puedo empezar a reescribir mis memorias porque tengo muchos diarios y creo que he vivido experiencias muy importantes, estuve en bahía de Cochinos cuando se bombardeó La Habana, en los terremotos de Florencia, en Francia cuando cayó el muro, en Estados Unidos poquito antes de la caída de las torres, luego estuve enseñando en Princeton y en Harvard y vi cómo la caída de las Torres influyó brutalmente en la vida de los estadounidenses.
-T: ¿Y hoy tenés una rutina de escritura?
-M.G.: Se ha roto un poco la rutina, ya no soy tan estricta y disciplinada, he dejado de caminar en el patio de mi casa, siempre he escrito de 10 a 2 o a 3 cuando estoy en México y mantuve esa rutina, eso todavía lo hago pero pierdo mucho tiempo en banalidades y me fragmento más. Como la Covid regresa todo el tiempo aun cuando uno cree que se liberó de ella, hay que volver a reestructurar la rutina. Muchos amigos se han enfermado, uno de mis nietos de 25 años se ha enfermando, mi hija menor y su marido también. La preocupación por no enfermarte rompe toda estructura. Estás en una especie de paréntesis vital porque estás pensando solo en no enfermarte. Había perdido el hábito de la lectura, estaba sin poder terminar un libro, ahora volví a la lectura gracias a Virginia Woolf, a quien admiro.
Con información de Télam