"El lenguaje es imposible de prohibir porque nadie puede controlar la forma en que hablamos. Aunque no nos quieran nombrar, no pueden ya evitarlo: las personas trans siempre existimos y vamos a seguir estando acá", reflexiona Oliver Nash para dar cuenta de hasta qué punto el debate sobre el uso del lenguaje no binario en las aulas es determinante en las biografías de las personas no binarias o de quienes eligen cambiar sus nombres y pronombres.
T.: En los capítulos en los que relatás tu adolescencia hay muchas escenas, marcas, canciones y apostillas que dan cuenta de una época, la Argentina post crisis de 2001. ¿Por qué hiciste hincapié en eso? ¿Qué cuenta la época y el contexto de tu propia historia?
O.N.: Durante mucho tiempo estuve perdido sin entender quién era y esas canciones y marcas de época me fueron marcando el camino a esos recuerdos para volverme a encontrar. Fueron mi ancla en ese pasado que hicieron que no terminara de perderme. La crisis que viví siendo un chico influyó en mi vida y también en las prioridades que yo sentía conmigo. ¿Si afuera el mundo está explotando y mis papás tienen problemas económicos por la crisis cómo voy a siquiera intentar decir que me siento diferente? A su vez hay otra cuestión, a medida que crecía me aislaba más del mundo por sentirme raro y diferente a las otras chicas, por no poder ser una de ellas. Casi no tenía amigos y la música era mi única compañía. Eso es también parte de lo que soy y quería ir relatándolo. Me parecía interesante enmarcar el contexto en esa época que en parte explica el por qué no podía saber que era trans, en ese momento no solo nadie hablaba de eso sino que ni siquiera existía la ley de Identidad de Género.
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T.: Contás el largo proceso que te llevó a elegir tus nombres y el por qué de cada uno. ¿Qué te dejó ese autobautismo? ¿Qué hay en esa cadena de decisiones?
O.N.: Me dio mucha felicidad porque me permitió poder nombrarme frente al mundo y sentirme cómodo con quién soy. El nombre es primordial en la identidad, es la manera en que los demás se van a referir a vos. Y por eso también fue muy difícil elegirlo porque ¿cómo ponerte un nombre a vos mismo si nunca nadie te dijo así y no sabes si te gusta cómo te queda? Es una responsabilidad grande. Pero cuando lo encontrás de verdad es como sentir que por fin estás donde siempre quisiste estar.
T.: Por estos días se debate el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas. ¿Qué posibilidades crees que te hubiera dado si hubiera sido una práctica más habitual en las aulas?
O.N.: Sin duda hubiera sido una pequeña posibilidad de sentirme contenido. Cuando yo iba al colegio nadie hablaba de ser trans, apenas si había alguien gay al que encima burlaban por serlo. El lenguaje no son solo letras sino que son la forma en que nos mostramos el mundo. Y esto va más allá de si a uno le gusta usar lenguaje inclusivo o no, o si le gusta cómo suena. Lo que importa es que hay personas no binarias que utilizan pronombres neutros, como elle, y hay que respetarles.
Sin duda, si lo hubieran usado en su momento yo hubiera sentido que había gente dispuesta a respetar mi identidad ahí afuera, a escuchar lo que me pasaba. Y eso que ni siquiera uso pronombres neutros para mí porque mis pronombres son masculinos. Sin embargo, cada vez que escucho hablar a alguien en lenguaje no binario siento que estoy en un lugar seguro. Estimo que la gente trans que va al colegio debe sentir lo mismo y también supongo que el ver que desde afuera quieren prohibir tus pronombres debe ser duro.
Con información de Télam