Sylvia Aguilar Zéleny: "Me interesa observar cómo se navegan las relaciones en la frontera"

21 de agosto, 2022 | 14.32

(Por Claudia Lorenzón) Habitante de un territorio fronterizo, la mexicana Sylvia Aguilar Zéleny convoca en su novela "Basura" las voces de seres desplazados que sobreviven de la prostitución y del rescate de ropas, alimentos y calzados que otros desechan, como una metáfora del capitalismo que expone desde la frontera "la facilidad con que desechamos, no solo objetos, sino experiencias y personas", según la autora.

En ese universo de marginación y despojo de Ciudad Juárez viven la travesti y regenta de un prostíbulo, Reyna (Reynaldo) y la joven Alicia -abandonada en dos oportunidades por su familia-, quienes aceptan la realidad del basural en el que habitan a la espera de un futuro mejor. Griselda, médica habitante de El Paso, analiza las condiciones de vida de ese basural, mientras asiste al deterioro de la mujer que la crió.

Autora de "El libro de Aisha", "Nenitas" y "Todo eso es yo", Aguilar Zéleny, en esta novela editada por Tránsito, rescata el tono, los giros coloquiales y la cadencia de las voces de los personajes que se imponen con una fuerza descomunal, como si solo fueran dueños de sus voces, en una realidad deshilachada de abandonos.

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"Las circunstancias de mis personajes son completamente resultado del capitalismo", afirma la autora en diálogo con Télam y agrega que a partir de los personajes que construye le interesa "observar cómo se navegan las relaciones en la frontera".

- Télam: ¿A partir de qué circunstancias surgió esta historia?

- Sylvia Aguilar Zéleny: Vivo en El Paso, Texas. Es muy común dejar muebles, ropa, cosas con cierto uso, a veces casi nuevas en los botes de basura, que son del municipio y que son grandes contenedores. Hay gente, además, que se dedica a recorrer ciertos barrios para revisar y llevarse lo que hay. Eso me llevó a tramar un cuento primero sobre una niña y su hermanito, sacando cosas para vivir justo de un basurero municipal. Pensaba en cómo en Latinoamérica hay colonias enteras en el perímetro de estos lugares precisamente porque se puede vivir de ello.

Eso me llevó a pensar que en un basurero de frontera los desechos tienen otra capa de significación. La basura pues, tiene otro valor. Así que lo que originalmente era un cuento se convirtió en una novela. Me encantaría llevarme el crédito pero en un taller con Luisa Valenzuela ella me hizo ver justo eso y me puso a leer "Quién mató a Diego Duarte", de Alicia Dujovne Ortiz, quien habla de los cirujas en Buenos Aires.

- T: En ese universo de la prostitución, algunos de los personajes son travestis, ¿cómo llegó esa temática a vos para que te permita construir estas historias?

- S.A.Z: En nuestra comunidad Lgbtti quienes son más marginadas y violentadas son las personas trans. Eso es algo que he tenido muy claro siempre, y al mismo tiempo son las que con gran valentía se enfrentan a ello simplemente siendo. Reyna surgió de una mujer trans que conocí en un pequeño café en un pueblito de Nuevo México. Estábamos varias personas ahí, en lo nuestro, y de pronto entró y no sólo se apoderó del lugar con su presencia por su belleza, sino por su deseo de ser visibilizada. Tenía al menos 60 años y lo único que yo podía pensar era en todo lo que había tenido que pasar en su vida para que ella estuviera ahí, riendo a carcajadas, con su cabello largo y maquillada en un pueblo de adultos mayores y blancos medio de derechas. Así que la historia de Raymundo/Reyna y de sus "hijas" trabajadoras sexuales era mi propia manera de visibilizar y establecer un diálogo que nos sigue haciendo falta sobre la disidencia sexual.

- T: Los personajes lejos de tener familias tradicionales, han tenido que vincularse con otras personas a las que llegan por distintas circunstancias y pasan a ser sus familias. ¿Cómo fue trabajar lo fronterizo desde los vínculos en esta historia?

- S.A.Z: Me interesa observar cómo se navegan las relaciones en la frontera, aquí se puede llegar a solas, pero se terminan construyendo redes y lazos con personas que ya pasaron por lo que significa vivir acá. Las familias por elección surgen en todos lados, sí, pero es muy visible acá. Y, por otro lado, es bien sabido, tanto en México como en Estados Unidos, que a la llegada de una persona le acompaña con el tiempo la de otros familiares. Es como si uno abriera el terreno de los demás y las diferencias y los conflictos que existen fueran irrelevantes porque de lo que se trata es de salir adelante. En mis tres personajes hay eso, una mano que levanta y jala a otras.

- T: Hay una metáfora del reciclaje de la basura como una idea extrema de la indigencia, ya que se reutiliza lo aparentemente inutilizable, y el negocio que se crea a partir de eso.

- S.A.Z: Diría que sobre todo hay esta idea de la facilidad con que desechamos, no solo objetos, sino experiencias, personas. Y en ello hay una práctica bien capitalista sobre qué es entonces a lo que le otorgamos valor, qué es utilizable y qué no. Quién lo decide. Las circunstancias de mis personajes son completamente resultado del capitalismo: las tres de alguna manera se ven obligadas a tomar decisiones para encontrar su lugar en la sociedad. Cada una lo hace distinto, es el capitalismo lo que construye el poder adquisitivo, es el capitalismo lo que sugiere qué cosas y hasta cuándo tienen valor. Alicia vive de lo que familias o industrias desechan, artículos y materiales que aún tienen vida. Reyna y sus hijas adoptivas tienen que ser trabajadoras sexuales y ver por sí mismas porque personas en sus condiciones no pueden aspirar a empleos que les ofrezcan los medios para llevar a cabo su transición. Ni Reyna ni Alicia se lo cuestionan, hay que hacer lo que hay que hacer para sobrevivir. Es Gris quien puede darse el lujo de estudiar ese desplazamiento, analizar la basura y volver a la comodidad de su casa.

- T: Reyna y sus compañeras imaginan la posibilidad de un futuro mejor desde un presente de gran pobreza y pese a esa realidad parecen sostenerse desde la carencia.

- S.A.Z: Completamente. Las lectoras se darán cuenta que es curioso: a pesar de las violencias y carencias que enfrentan, son precisamente las mujeres con Reyna quienes son capaces no solo de imaginar un futuro mejor sino incluso de vivir un presente cálido. Los afectos, el acompañamiento, esos pequeños lujos como ir a tomarse un clamatito (gazpacho) enriquecen su vida. Si comparas el día a día de Reyna con el de Gris, te das cuenta de que hay una gran diferencia en tanto cómo negocian sus emociones.

- T: La novela está dominada por el lenguaje coloquial. ¿A qué respondió el uso de este lenguaje?

- S.A.Z: El mío es un trabajo de caracterización que va más allá de las palabras y está también en la sintaxis. Si comparas cómo habla Alicia con Reyna, a pesar de que ambas pertenecen en cierto modo al mismo estrato, es muy distinta su forma de hablar. Alicia es parca, oraciones simples, breves. Reyna en cambio habla en encabalgamiento, se adueña de la conversación.

La narración en primera persona era la mejor manera de que las lectoras se adentraran en cada uno de los personajes, la forma en que hablamos responde a nuestra personalidad, a la situación en que estamos, a lo que sentimos. Y sí, hay coloquialismos, a fin de cuentas esto ocurre en la frontera, en un espacio donde el inglés y el español conviven, pero más allá de eso hay individualidades y el lenguaje es nuestro contenedor de la experiencia.

- T: Hay tres voces narradoras. ¿Cómo fue la experiencia de construir esas voces donde predominan personajes femeninos?

- S.A.Z: Algo que me preocupaba muchísimo era que, aunque son tres distintas mujeres, la narrativa estaba en primera persona y me daba temor no lograr la individualidad de cada una y que las tres timbraran más o menos igual. Así que en la primera parte del proceso me puse estas reglas sintácticas: Alicia, por su personalidad y circunstancias, habla en oraciones simples y concretas, es un tanto monosilábica. Griselda, en cambio, habla utilizando oraciones coordinadas y subordinadas, el vocabulario es distinto además y su tono. Y Reyna pues, ocupa el espacio entero aunque hay interlocutoras, es su voz la que predomina así que con ella apelé al encabalgamiento, oraciones larguísimas, constante saltos de temas, preguntas que se responde ella sola. Conforme avanzaba en la novela ya no tenía que pensar en mis reglas sintácticas para cada una, pues casi naturalmente fluían sus voces en el texto. No puedo mentir, me divertí horrores escuchando el "dictado" de Reyna y fue un aprendizaje tremendo brincar de una voz a otra.

- T: Formas parte de un taller literario al que asisten personas trans. ¿Cómo surgió esa experiencia?

- S.A.Z: Se trata del Laboratorio de Escrituras Disidentes que contó con el respaldo del Museo Universitario del Chopo; yo había dado un taller en el Chopo y me he especializado en talleres de escritura de no ficción. Y junto con la maestra Abril Castro propusimos la idea de ser un espacio para integrantes de la comunidad LGBTTI de Latinaomérica. Nuestrxs alumnxs eran de México, Bolivia, Chile, Argentina, Perú. El objetivo era ofrecerles las herramientas y el acompañamiento para que escribieran sus historias personales que, en todo sentido, rompen la norma. La representación literaria, cinematográfica y televisiva de la experiencia disidente, con pocas excepciones, ha sido escrita por personas que no necesariamente pertenecen o comprenden la comunidad. Ha sido representada desde la exotización, el cliché, etc. Así que nuestro objetivo era ser un espacio seguro para que encontraran su manera de hablar por su diferencia, como diría Pedro Lemebel.

Con información de Télam