(Por Milena Heinrich) Una mujer abandona la ciudad y se va a vivir al campo, a un lugar donde el horizonte no parece tener fin, un poco como el tiempo o como las cosas que le dan vuelta en la cabeza y ella quiere silenciar: "Tanto", la primera novela de Nurit Kasztelan sigue la cadencia de una voz -o de una mirada- para construir una sintaxis de la naturaleza con imágenes y sensaciones donde el paisaje se funde en lo monótono y lo bello de la observación.
De Helena, la protagonista, se sabe poco. Es química, quiere aislarse de la sociedad y se va al campo, donde observa la naturaleza con la mirada calma que alcanza a percibir el movimiento minúsculo de las plantas. Lo que no se sabe es por qué decidió instalarse en esa ruralidad, que bien podría ser una llanura pampeana aunque nunca se explicita. "El tiempo parece estirarse, ir más lento, como si tuviera grietas. Afuera todo se revela, el cielo se extiende como un manto sobre el verde opaco. El paisaje la contiene, el recorte de lo que se ve tranquiliza. El aire tiene sabor a membrillo", se lee en las primeras páginas del libro, cuando Helena toma distancia para habitar un nuevo espacio y, también, un nuevo tiempo.
¿Por qué está ahí? ¿Escapa de algo? ¿Qué es lo que está buscando? ¿A si misma? ¿Por que necesita despejar de su cabeza toda referencia a su vida anterior, la urbana? ¿Por qué quiere que el paisaje la contenga? La autora detrás de esta ficción Nurit Kasztelan se propuso narrar a través de lo que se ve: el entorno. Una decisión en la que el paisaje y lo que le pasa a la protagonista confluyen y donde la voz está en los olores, los yuyos que crecen, las aves que pasan, el tiempo de los bichos, de las plantas, los animales, lo que nace, crece y muere.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Poeta, editora y librera, "Tanto" (Eterna Cadencia) es la primera novela de Kasztelan (Buenos Aires, 1982). Empezó a escribir esta ficción en 2018 sin conocer el campo, mirando las plantas de su patio; leyó una pila de libros que atesora en dos largos estantes de su casa - desde volúmenes de naturistas decimonónicos a ficciones como "Estanque" de Claire Bennett, con la que se propuso dialogar-; consiguió una beca que le permitió escribir durante diez horas seguidas; llegó la pandemia y experimentó el encierro, como la protagonista solitaria que ya había imaginado; y más tarde participó de una residencia en un campo, como el que también había imaginado y no había visto. Acaso por eso, para Nurit la literatura es profética.
Mientras escribía "Tanto" (Eterna Cadencia) algunas preguntas del orden de la escritura le rondaban en la cabeza y quiso llevarlas a su historia. Se preguntaba , por ejemplo, "¿es necesario desplazarse geográficamente para hablar de lo que se cuenta? ¿Tengo que haber levantado una azada para saber que es pesada o no? ¿Es necesario vivir las cosas para escribirlas?", plantea en una entrevista con Télam.
-Télam: En esta novela hay un entendimiento con la naturaleza, una conversación ¿cómo lo trabajaste?
-Nurit Kasztelan: Yo quería escribir un campo imaginario que es la pampa argentina por varias razones. Por un lado, me interesaba dialogar con la tradición de la literatura que tiene el campo como centro, esta cosa de que lo que nos define a los argentinos es la extensión, el mirar solo verde, como Paul Groussac que dice que el mal que aqueja la literatura argentina es la extensión. Me gustaba mucho esa tradición, ese poema de Oliverio Girondo Campo nuestro que estás en los cielos, campo nuestro ante ti se arrodilla mi silencio. Porque ahora, por más que haya extensión, por más que haya paisaje, lo que está no es el campo literario sino un campo muy de fábrica, un campo trabajado, y mi campo es uno bucólico.
Por otro lado, está muy de moda lo autobiográfico y quería correrme de ahí. Lo que me interesa es que hay muchas imágenes que son literales de otros libros, creo que hay gente que puede entenderlas y gente que no, no importa eso. La literatura actual se asocia a que tenés que haber vivido algo para escribirlo y yo ni siquiera conozco la pampa, yo quería imaginar.
-T: Es un texto que te invita a subrayar, a marcar, a pensar porque tiene algo de escritura viva y contemplativa.
-N.T: Quería hacer un libro que no se pudiese leer de un tirón, un libro que te hiciera cerrarlo, que te obligara a pensar, a respirar, como si uno lo tuviera que dejar. Yo prefiero los libros que me obligan a cerrarlos porque me dejan pasmada, emocionada y me conectan con otras cosas.
-T: ¿Y por qué te inclinaste por la prosa? ¿Qué diferencia supone con la poesía, aunque en este texto hay algo de la voz que parece mucho a la poesía?
-N.K: Me aproximo de formas distintas. En la novela tengo más capacidad de invención y puedo despegarme un poco más de mí misma. Para escribir poesía necesito un estado particular, cierto desborde, la poesía mía es mas autobiográfica y aparece cuando hay algo que me ronda, mientras que la narrativa no, me permite jugar más con la imaginación inventando cosas. Disfruté mucho del proceso de escribir esta novela y, en general, cuando la escribía no tenía después que corregir pero sí tuve que pensar cosas más de estructura, orden. Lo que más me importaba era la construcción de una voz.
-T: Así como la voz, está muy latente el ojo que mira esa extensión, un ojo que va cambiando a medida que se adentra en el paisaje y lo habita.
-N.K: Sí, yo creo que es una novela de la mirada, una mirada disléxica. El personaje solo contempla, casi que no hace nada. Empieza de un modo más realista, parece como literatura contemporánea y se va corriendo hacia una novela más de época. Y después empieza a transformarse en términos de lenguaje que se va rompiendo, en términos de tiempo que se va fragmentando por los saltos, y en términos de que el personaje empieza a quedarse quieto: solo mira, no hace nada más que reflexionar y mirar, pero pasan un montón de cosas a la vez. Yo quería que la transformación fuera en el personaje y que la transformación del paisaje se trasladará a ella.
La novela podría leerse un poco como rompecabezas: se puede empezar por la mitad o por el final, podrías saltearte cosas. Como son estados y uno va entrando no es necesario que haya linealidad, se podría leer de cualquier lado y eso también me divierte.
-T: Sin embargo, sí se nota que la protagonista está queriendo dejar algo atrás o buscando algo, acaso a sí misma. Tenemos muy pocos datos de ese pasado que quiere silenciar...
-N.K: Cuando uno escribe no puede estar tan consciente de todo. Yo misma me fui transformando al escribirla y hay un punto que se te va de las manos lo que escribís. Lo que me importa es la voz, de hecho la trama no me importaba, ni el anclaje. Me aburren un poco las novelas tradicionales donde pasan cosas. Yo no quería que se supiese nada de la protagonista, sí me interesaba trabajar la transformación del personaje y en un punto es una novela de transformación y, a la vez, no se transforma nada. El libro promete una revelación que nunca te da.
-T: Hay una aproximación al tiempo como inconmensurable, pausado o repetido ¿cómo interviene la idea del tiempo cuando se contrapone la geografía, ya sea el campo o la ciudad?
-N.T: Quizá está trabajada por la pandemia, pero no sé si solo eso. A mí me interesa el ensayo y lo teórico en términos de qué es el espacio, qué es el tiempo. Todo el mundo vivió la situación del tiempo infinito, como cuando estás en un hospital que es un no lugar donde el tiempo pasa y vos no tenés idea, es una sensación de irrealidad total. Hay situaciones extremas que te hacen vivir tiempos infinitos, situaciones cercanas a la muerte o cercanas al encierro, donde el tiempo te pasa. Yo con esta novela dejé de trabajar, hice todo para dedicarme a leer y a escribir y entonces tenía un tiempo infinito delante mío y me interesaba teóricamente pensar eso.
-T: Al principio la protagonista está muy distanciada del campo pero después se empieza a fundir y sus emociones toman la forma de la naturaleza.
-N.T: Si, es que la naturaleza templa. Para que narrativamente el personaje fuera interesante yo tenía que exagerar su urbanidad, su torpeza. Ella cree que mucho tiempo en territorio algo de su personalidad puede trasladarse al paisaje, pero es al revés. Acá me interesaba ver si ella con su neurosis y con su exceso modifica el paisaje. Es una pregunta ridícula y divertida.
-T: ¿Es posible romper con el pasado yéndote a otro lugar? ¿Hay algo de esa pregunta?
-N.T: Claramente no, se llevan los fantasmas a cuestas y creo que eso es lo que se trata la novela: ella se puede ir pero los fantasmas le saltan todo el tiempo, no desaparecen. Esa ingenuidad de creer que uno va a modificar el paisaje, que uno va a olvidarse de todo por estar aislada y reinventarse y no. La realidad te impone y es más fuerte el contraste.
Con información de Télam