En su libro "Furia travesti", Marlene Wayar redefine conceptos que incluyen a la comunidad travesti-trans, revelando aspectos que no solo tienen que ver con la vulnerabilidad a la que están expuestas las personas adultas, sino también, las niñas y niños de ese colectivo.
Reeditado por Paidós, el libro que lleva como subtítulo "Diccionario de la T a la T", puede leerse como testimonio de vida y marca registrada de una comunidad que se repiensa y redefine al calor de las transformaciones sociales y cambios en la legislación, que no siempre las contiene, según expresa Wayar, activista por los derechos humanos y por las infancias libres.
- Télam: En el libro señalás que a las niñas travestis entre los 8 y los 13 años las echaban de su casa. ¿Cuál es la situación en la actualidad?
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- Marlene Wayar: A nosotras como organización civil y a mí como una de las referentes nos llegan situaciones de distinta índole. El abandono sigue existiendo, la violencia intrafamiliar continúa. Durante el confinamiento por pandemia esto se vio agudizado y en las familias donde esto ocurrió, por la exigencia de tener que convivir 24 horas en esa situación, registramos un solo caso y hubo un juez en la provincia de Córdoba que dictaminó la obligación de los padres de asegurarse el bienestar de la niña -en los términos de esa niña- y los consideró violentos tóxicos y por lo tanto la niña no se vio obligada a vivir con sus progenitores. Estas situaciones de violencia se siguen dando y hay otros muchos casos donde la familia, aún con sus miedos e inseguridades, si pueden, recurren a algún tipo de ayuda externa para convertir esto en un proceso de transformación y leer y respetar las lecturas sobre esas niñeces.
-T:¿Quiénes además de ustedes ayudan en situaciones en las que se vulneran los derechos de las niñas y niños trans?
- M.W: Como comunidad somos bastante pobres, con pocas organizaciones y poca formación para el acompañamiento, pero hay muchas organizaciones feministas que acompañan estos procesos. Se están abriendo espacios en la facultad de Psicología de Rosario para ayudar a las familias, hay un importantísima organización de papás y mamás de personas trans, liderada por Gaby Mansilla como punta de flecha, que están pudiendo acompañarse como familia de personas trans, para ir elucidando cómo paternar y maternar a personas trans, y que además están denunciando la violencia institucional que sus hijos e hijas sufren aun cuando la familia presenta la obligatoriedad de atenerse a una ley de género que debería regir las conductas institucionales.
Luego está el peligro de aquellas familias que no pueden llegar a comprender la autonomía y lo que implica la responsabilidad de acompañar una niñez trans, incluso en la frustración de la niñez trans de pensarse lisa y llanamente como niña o niño; querer ajustarse a los parámetros e ir en busca de la construcción de un cuerpo que les vuelva socialmente invisible.
Esa invisibilidad se paga con la salud de ese cuerpo y no estamos preparadas para acompañar como sociedad estos procesos que, como se están dando y dada la tecnología y el pensamiento progresista, plantean el derecho de la niña y el niño a acceder a cuanto quieran, sin plantearse la salud integral de estos cuerpos. También es parte de la experiencia humana poder asumir la frustración, aceptar mi situación para construir una posible dentro de las posibilidades de una búsqueda de la felicidad que no esté en contraposición ni en contradicción con la salud de mi cuerpo y mi salud psíquica.
Hay ciertas soluciones que parecen lícitas, mágicas, válidas y no siempre esto es así, entonces y, sobre todo, cuando el deseo de padres y madres tiene que ver con "me gustaría que mi niño o niña sea normal"...bueno no lo es, al menos no en los términos que ellos lo piensan. Ser travesti es normal, es normal que se nazca travesti y tenemos que poder buscar cuál es la normalidad en esa mismidad: qué es lo normal para una travesti sin hacer intervenciones que sean nocivas para la salud, como un derecho inalienable.
Con información de Télam