Teresa Parodi se presentó el pasado 8 de febrero en la sala de conciertos Torquato Tasso (San Telmo, CABA) y el 15 de este mes llevará una vez más su música al mismo escenario. Un rato antes del primero de sus recitales, la artista se tomó un tiempo para dialogar con este medio en una entrevista que pasó por todas sus aristas.
Parodi habló sobre su vínculo con la música, sus comienzos en la profesión como mujer y aludió a sus coqueteos con géneros alejados del folklore. Al mismo tiempo, la cantante y compositora contó cómo fue abrirse camino como militante peronista cuando venía de una familia que estaba en las antípodas de esa corriente: actividad que la llevó a convertirse en Ministra de Cultura de la Nación en 2014, de la mano de Cristina Fernández de Kirchner. En diálogo con El Destape, la correntina recuerda esa experiencia como miembro del gabinete de la expresidenta y también analiza el actual contexto político y cultural de Argentina.
Sus conciertos en Torquato Tasso, los temas sobre los que compone sus canciones y sus nietos músicos
¿Cómo te preparás para el show? ¿Qué se suele sentir en los momentos previos a un concierto?
- Es muy lindo venir a tocar acá. Siempre me preparo con entusiasmo: me lo imagino desde mucho antes, cuando lo programamos y ya empiezo a pensar las canciones, los climas, con quiénes tengo ganas de compartir. Por ejemplo, esta noche voy a compartir con Maggie Cullen, una cantora maravillosa, joven y con un arte genuino; una voz bella. Me voy a dar el gusto, como autora y compositora, de escucharla cantar canciones mías. Me preparo siempre con alegría porque me gusta el encuentro cercano que tenemos con el público acá.
¿Cómo es la elección del repertorio para un show?
- Va a estar muy condicionado el repertorio por los invitados que voy a tener hoy y el sábado que viene, que todavía no los anuncié. Elijo un repertorio de acuerdo a los últimos discos que vine escribiendo y cantando; creo que un autor y compositor debe mostrar sus viejas canciones porque la gente las quiere pero también debe mostrar su nuevo repertorio. Yo todavía tengo mucho para decir. Las canciones nacen fluidamente de mi guitarra y de mi sentimiento, entonces yo escribo mucho, permanentemente. Por ejemplo, esta noche voy a cantar canciones de varios discos y también dos absolutamente nuevas. Me gusta siempre hacer eso, inclusive lo hago para mí misma. Me gusta ese desafío de mostrar una nueva canción, encontrar la emoción que quiero transmitir y ver si sucede. Es muy hermoso cuando eso pasa.
Tu obra siempre estuvo muy relacionada con los contextos sociales, ¿sobre qué estás escribiendo en estos tiempos?
- Me parece importantísimo tratar de reflejar lo que veo, lo que me golpea emocionalmente, lo que siento que no está pasando en conjunto. La vibración con el otro es muy importante y yo trato de retener esa emoción en una canción.
El año pasado grabé una canción que se llama Siempre a la Misma Hora, contando una escena que se repitió frente a mis ojos todos los días durante un largo tiempo. Es una escena parecida a otras que se siguen repitiendo en la ciudad. Todos los días, a la misma hora, al volver a mi casa veía pasar a un muchacho joven, con el pelo muy enrulado, con un nenito subido a los hombros y tirando un carro, cartoneando. Me emocionaba mucho porque el niñito tenía la misma cabellera enrulada que él y yo veía que él le cantaba y le contaba cuentitos. A veces lo traía en los hombros, a veces lo sentaba en el manubrio del carrito y a veces lo llevaba de la mano. Iban los dos contentos, conversando, cantando. Veía esa escena y me parecía de una ternura tremenda y, al mismo tiempo, ese hombre estaba trabajando, delante de nuestros ojos, con un trabajo que a la mayoría de la gente le molesta, de tal manera que la gente los pasa como si fuera un poste, o con enojo, o les dicen cosas porque van ocupando un carril de la calle. Esa sensación de imaginarme qué pensaría él, cómo se sentiría él, me hizo escribir esa canción. Después invité a uno de mis nietos que hace rap, se llama Okto, de Octavio, para que rapee sobre ese tema. Grabamos con todo el grupo de nietos que me acompañan en la actualidad, que son tres. Es una canción que quiero mucho, una canción que no me hubiera gustado escribir, pero que hay que escribir. En un momento la canción dice “Yo solo escribo versos que me ilusionan, sé que no cambia nada pero si nadie dice lo que ya nadie dice, nos ganará el silencio y no habrá perdón”. Hay cosas de las que hay que hablar.
¿Cómo es esto de compartir la música profesionalmente con tus nietos, que haya pasado de generación en generación?
- La primera música profesional de la familia fui yo, pero mis nietos prácticamente se criaron entre guitarras y giras, porque dos de mis hijos son músicos y me acompañaron mucho. Entonces ellos tuvieron naturalmente la relación con la música, como un lenguaje más en su casa. De golpe me di cuenta de que ellos habían crecido amando y eligiendo la música: son profesores de música, estudiosos; no están conmigo porque son mis nietos, sino porque son buenos músicos. Pero también me da mucho orgullo verlos con este compromiso, este amor a lo que hacen y con esta mirada sobre qué música hacen.
"Elegí el peronismo": Teresa y su fortaleza para abrirse camino como cantora popular en una familia de derecha
Como recién dijiste, sos la primera música de la familia. ¿Cómo fue recibido esto en tu casa en su momento?
- Imaginate, mi madre y mi padre preferían que mi profesión fuera otra. Cuando yo elijo la música, era todo todavía mucho más difícil y el rol de una mujer en una provincia, si además te ibas a casar y tener hijos, era ser mamá, ser mamá y ser mamá. Me acuerdo que eso limitaba mucho. Yo quería ser directora de orquesta y chelista, pero bueno, no me dejaron ir a estudiar eso porque tenía que ir fuera de mi ciudad. Entonces me quedé en Corrientes y estudié, con un maestro particular, música en la guitarra y enseguida empezó a aparecer la necesidad de, además de cantar las canciones de grandes autores, hacer mis propias canciones.
Me resultó muy difícil también porque elegí dos oficios: además de ser cantora, soy autora y compositora. De una música popular argentina que en su mayoría son hombres: un porcentaje muy grande de mi música es del litoral y ahí creo que no hay muchas mujeres en la historia, sí en el canto pero no en la composición. Entonces, eran batallas distintas, difíciles, pero la imagen de Mercedes (Sosa), de María Elena (Walsh) como autora, de Violeta (Parra) en su país, de Chabuca (Granda), Susana Rinaldi. Esas mujeres que tenían familia y lo mismo salían a hacer su trabajo, fue muy importante para mí verlas. En esos espejos me miré y me dieron mucha fuerza para hacer mi propio camino.
Has contado que tu familia de origen era bastante antiperonista. ¿Cómo fue empezar a militar y a involucrarte con cuestiones sociales viniendo de una familia de clase alta y que no era peronista?
- No fue fácil tampoco (risas). Yo primero estudiaba Literatura en el Chaco, amén de que estudiaba música y ya era maestra. Y militaba ahí, no lo hacía en Corrientes, pero sí pude decirle a mis padres de mi elección política. Por supuesto que no estaban de acuerdo, pero ellos me enseñaron a pensar en libertad y amaban mucho la democracia, nos hablaban mucho de política a mi hermana y a mí para que sepamos que era una herramienta de construcción colectiva y que nunca había que dejar de ejercer el derecho de poder pensar un país a través de la política, que es la forma que tenemos de hacerlo. Entonces yo le dije a mi padre “vos me enseñaste a pensar y a tener una posición o un ideal de un país y de un mundo. Y yo elegí el peronismo”. Eso me costó pero finalmente fue muy bien recibido. Bah, no sé si fue tan bien recibido, me lo digo a mí misma para dejarme tranquila (risas). Pero creo que bien aceptado.
Décadas más tarde fuiste Ministra de Cultura de la Nación con un gobierno peronista, ¿cómo fue eso?
- Ahí mis padres ya no estaban (risas). Mi padre murió muy joven y mi madre, mientras vivió, era muy hermosa porque me decía “ya dijiste todo lo que pensás en las canciones, hablá de otra cosa” (risas). Tenía esa cosa cariñosa. Pero una vez que paseaba conmigo por Buenos Aires y de pronto una pareja de la edad de ella me reconocieron, me frenaron y me dijeron que no pensaban como yo pero que les parecía maravilloso que yo pudiera escribir y cantar lo que sentía, que siguiera adelante y que no sé qué. Parecía una producción para que mi madre me dijera lo que me dijo: “Bueno, hacé nomás lo que quieras” (risas). Se le fue ese miedo que ella tenía de que yo de algún modo me aislara de otras personas.
Su rol como Ministra de Cultura con Cristina y su mirada sobre lo que ocurre en el país hoy
¿Cómo fue la experiencia de trabajar como Ministra de Cultura con Cristina Fernández de Kirchner?
- Para mí fue un honor altísimo que Cristina pensara en mí, que me llamara para realizar esa construcción: era una secretaría que tenía rango de ministerio pero no se llamaba así y ponerle el nombre elevó el área de un modo muy fuerte. Era un ministerio solo pensado para la cultura, para llevar adelante e intensificar las políticas culturales que desde el primer momento marcaron muy claramente los gobiernos de Néstor y Cristina. La mirada hacia lo popular, hacia las construcciones que el pueblo hace con sus propios sentimientos, los circuitos que va creando para hablar de sí mismo a través de las distintas formas del arte. Pero creo sinceramente que eso ha sucedido siempre en nuestro país, no siempre hay un Estado que visibiliza y apoya esos circuitos, pero siempre están. Sabemos que cultura es todo, es mucho más que arte; pero el arte es la forma del pueblo para mostrar su alma, para decir quién es. Hay un circuito maravilloso en toda la Argentina y es muy importante que haya un Estado que esté atento a ese crecimiento para promoverlo.
¿Qué te pasa con lo que sucede en la actualidad con la cultura?
- Me produjo mucha tristeza que se volviera de tal manera atrás. Un retroceso muy grande, porque habíamos logrado ampliar derechos, vivir en un país que abrazaba a todos, todas y todes y que nos incluía de todas las formas imaginables. Y no me sorprendió que se ataque a la cultura. Es esa batalla profunda, esa batalla cultural, sobre la que pensamos el mundo y el país en el que vivimos. A esa batalla la damos todos los días de nuestra vida. A veces parece que apagan las voces que venían resonando con este sentir popular, pero no es así: fijate que los pueblos siempre se aferraron a su espíritu, o sea, a su cultura. En todos los momentos de la historia, mirá los pueblos originarios: siguen vivos porque mantienen su cultura, su lengua, sus costumbres, su vestimenta, sus comidas. Siempre se resisten y se sostienen para seguir diciendo quiénes son. Me imaginaba que iba a haber un golpe a eso.
Lo que no termino de aceptar, aceptar no es la palabra, me cuesta encontrar una, es tanta violencia, agresividad. Tanto insulto gratuito y odio. Han pasado muchísimas cosas en este año y es una manera de atemorizar, de paralizar, inmovilizar a un montón de gente. Eso me parece muy doloroso e inaceptable, pero creo que tenemos que seguir dando batalla, seguir adelante.
Compuso canciones rockeras, pero elige al folklore como su voz
¿En algún momento de tu carrera se te cruzó hacer algo que no sea folklórico?
- Hago muchas cosas que no son folklóricas, pero no siempre me animé a mostrarlas. Cuando era joven musicalizaba mucha poesía y lo hacía con las formas que me proponía el poema: no estaba limitada. Inclusive compuse un par de rocks con poemas muy hermosos de poetas que admiro mucho, pasa que no he mostrado siempre esa parte mía. Yo compongo música, he compuesto estudios para guitarra también, melodías sin ataduras, pero en mi parte como autora y cantora elijo hacer música de raíz. Siento que mi voz y toda mi formación más intensa fue a través del folklore.
¿Cómo ves el panorama musical actual? A nivel general y a nivel folklórico en particular.
- Gracias a que la carrera de música popular está en muchas universidades públicas, se ha sistematizado la forma de aprenderla. Hay semillero de jóvenes maravillosos, instrumentistas, cantores, intérpretes, compositores, escritores que nacen en esas universidades. Ese semillero va circulando por espacios que ellos mismos van creando y son maravillosos. Hay que salir a buscarlos y escucharlos.
Su abuela Emilia, la canción que le escribió y el desarraigo de Corrientes
¿Cómo fue el proceso de escribir A la Abuela Emilia, uno de los clásicos de tu repertorio? ¿Tu abuela la llegó a escuchar?
- No, no llegó a escucharla. Fue así: cuando me vine a vivir acá (Capital Federal) en el año 79, ella todavía vivía y extrañó mucho, porque yo me vine con mis cinco hijos que eran chiquitos. Nos extrañó mucho. En aquella época se escribían cartas y yo esperaba las cartas no te puedo explicar cómo. Para hablar con ellas (su madre y abuela) tenía que pedir a la operadora, desde mi casa, y a veces me decían que había cinco horas de demora o diez, y yo mantenía la llamada igual porque quería oírles la voz. Y también nos escribíamos cartas, mi mamá me cantaba que la abuelita se entristeció mucho con la ausencia de sus bisnietos.
Entonces ese día que mi mamá me contó eso, que me produjo una emoción intensa, escribí una carta para responderle y me salieron esos versos. Entonces, no se la mandé (risas). Le mandé otra más formal, pero dejé esos versos guardados. Mi abuela Emilia fue la primera que me creyó que yo quería ser música, me regaló mi primera guitarra. Entonces, cuando grabé mi primer disco conocido a nivel nacional después de haber ganado Cosquín en el 84, yo le quería dedicar eso a ella, pero como una dedicatoria entre ella y yo: le puse música a esos versos y grabé la canción, sin decir nada, nunca imaginé lo que iba a pasar: hasta el día de hoy, no me puedo bajar de un escenario si no canté A la Abuela Emilia.
Es una canción que interpela a cualquier persona que deja su lugar de origen y se va a otra ciudad en busca de su destino, es sobre el desarraigo.
- Es una manera de hablar del desarraigo, exactamente. Yo tengo muchas canciones sobre el desarraigo. Hace más de cuarenta años que vivo acá y sin embargo tengo la sensación de que nunca desarmé del todo la valija. Es una sensación extraña.
¿Vas seguido para allá?
- Y voy cuando voy a cantar, porque ya no está mi madre ni mi abuela. Están mis hermanas, ellas también a veces vienen. Entonces cuando voy a trabajar me quedo un poco. Ahora hace más de un año que no voy, pero voy a ver si en este invierno me puedo dar una vueltita.