Popular y un signo de identidad cultural por excelencia, el tango es considerado el ritmo emblema de Argentina. Y si bien sobran espacios para disfrutarlo, el histórico ex teatro Astor Piazzolla se erigió como uno de los epicentros mejor valorados en su difusión. En un año turbulento para las artes escénicas, el actual Palacio Tango reabrió sus puertas para nutrir a los espectadores con lo mejor de Carlos Gardel y Astor Piazzolla.
Desde su apertura en 1915, la Galería General Güemes (Florida 155, Buenos Aires) albergo en sus subsuelos un teatro y un salón de te que era frecuentado por la alta sociedad. En el teatro, que funcionaba en el subsuelo, actuó Carlos Gardel el 27 de febrero del 1917 y poco tiempo después se convirtió en el famoso cabaret y dancing “Abdullah Club”. En honor a la increíble historia tanguera del espacio, actualmente rebautizado Palacio Tango, el espacio se transformó en un lugar dedicado a la memoria de dos de los grandes del género: Carlos Gardel y Astor Piazzolla.
Con una propuesta de excelencia que incluye cena -cuyo menú a la carta ofrece delicias de la cocina argentina e internacional- la reapertura del viernes 4 de diciembre estuvo marcada por la nostalgia y la magia que solo el tango puede generar en el auditorio. Para romper el hielo, y previo al gran show, el escritor Felipe Pigna presentó su nuevo libro en torno a la vida del "zorzal criollo", con intervenciones especiales del periodista y relator Víctor Hugo Morales, para coronar la previa.
Con los estómagos llenos y el pulso latente de disfrute tanguero, aparecen las sorpresas y el auditorio es trasladado a la sala de teatro contigua, donde ocurrirá el acto principal. Seducción y carisma rebosa en el cuerpo de bailarines y cantantes que dominan la pista, sembrando el espíritu de Gardel y Piazzolla. La propuesta de excelencia se completa con una formación de músicos en vivo, que entregan cuerpo y alma en cada pieza.
Es tal el grado de compromiso estético del equipo de dirección y producción del espectáculo, que resulta casi imposible no salir movilizado tras la experiencia vivida. Orientado a una captura mayor de auditorio turista, el Palacio Tango honra con orgullo a dos "monstruos" del tango. Todxs deberían tener al menos una oportunidad de poder disfrutar semejante despliegue hecho con cariño y talento.