Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood no pudieron asistir al funeral privado de su ex compañero en los Rolling Stones, Charlie Watts, debido a las restricciones por el coronavirus. El legendario baterista británico murió el pasado 24 de agosto a los 80 años y su funeral resultó muy íntimo: apenas se hicieron presentes sus familiares y amigos más cercanos.
De acuerdo al periódico The Sun el resto de la banda no pudo viajar debido a las restricciones por el Covid-19 ya que se encontraban en la ciudad estadounidense de Boston, donde se preparan para la gira que comenzará el 26 de septiembre en Missouri. Desde la muerte de Watts el resto de los Stones recibió críticas por seguir adelante sin una de las piezas principales de la banda, aún sabiendo que casi desde que se anunció la gira, Watts no los acompañaría y su lugar será ocupado por Steve Jordan.
El funeral de Watts se realizó en la ciudad inglesa de Devon, sitio que amaba por su tranquilidad. La familia del baterista no convocó a un funeral multitudinario ya que no era lo que el músico deseaba.
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La noche en que Charlie Watts le pegó una trompada a Mick Jagger
Los Rolling Stones tienen una cantidad innumerable de anécdotas que forman parte de la historia del rock pero hay una en particular un tanto desconocida y tapada por las recurrentes noticias sobre los excesos de Keith Richards. Se trata de la noche en que el recientemente fallecido Charlie Watts le pegó una trompada a Mick Jagger, en un momento de tensión de relaciones entre los miembros de la banda.
Si bien Watts trató de mantenerse alejado de la exposición mediática producto de la fama y las adicciones -características que le valieron un lugar de respeto en la banda y en la historia del rock- en octubre de 1984 tocó un límite que lo puso en las portadas de las revistas. En dicho año las relaciones entre los cinco miembros de la banda se habían desgastado cada vez más, la gira del disco Undercover había finalizado y los rockeros debían juntarse a decidir cómo seguiría su carrera.
El lugar elegido para el encuentro era Amsterdam, Holanda, y la situación era bastante tensa. En ese entonces Mick Jagger había comenzado una exitosa carrera solista que parecía ponerle fin a la banda británica, lo que llevaba las cosas a un clima de stress aún mayor. Una madrugada, Jagger se acostó borracho sobre un sillón en la habitación de Richards y llamó por teléfono a la habitación de Watts, quien dormía en su suite. Y Jagger comenzó a preguntar a los gritos: “¿Dónde está mi maldito baterista? ¡Mové el culo y vení para acá!”, estallando en carcajadas.
La historia dice que Watts se levantó, se afeitó, se puso una camisa blanca impecable, un traje a medida, zapatos al tono y tomó al ascensor hacia la suite de Richards. A pesar de que la fiesta no había terminado, no tardó en encontrar a Jagger y, para sorpresa de todos, le pegó una trompada que lo hizo aterrizar sobre una bandeja de salmón ahumado. “Nunca más vuelvas a llamarme tu baterista, en todo caso vos sos mi maldito cantante”, sentenció Charlie. Acto seguido, Watts se dio media vuelta y volvió a su habitación. Tanto Watts como Jagger siempre negaron el incidente ante la prensa.