Julieta Rada, la talentosa cantante y compositora uruguaya, acaba de lanzar su esperado disco Candombe, donde rinde tributo a la música tradicional de su país, re-interpretando algunos clásicos uruguayos y destacando los distintivos tambores del género con el objetivo de capturar la esencia de una conexión profunda con este ritmo ancestral.
En diálogo con El Destape, Julieta habló de esta nueva etapa donde busca rendir homenaje a sus raíces y a las compositoras que han marcado su vida, como Mariana. En Candombe, Rada re-imagina clásicos de la música afro-uruguaya, dotándolos de un aire contemporáneo y diverso, con la participación de artistas de renombre como Fito Páez, Pedrito Martínez y su propio padre, Rubén Rada. Este disco promete ser un viaje sonoro que celebra la riqueza cultural de Uruguay y la vitalidad del candombe en la actualidad.
Acabás de sacar el tercer adelanto de este disco que, por lo que entiendo, va a ser súper significativo para vos, no solo en lo profesional, sino también en lo personal. ¿Cómo surge esta necesidad de dedicarle un disco al candombe, que es un ritmo tan tradicional de tu país?
- Es una idea que tenía hace bastante tiempo. Realmente quería que fuera mi tercer disco, pero finalmente hice otro en el medio. Luego vino la pandemia, y estuve bastante parada como casi todo el mundo. Después, ya viviendo en Estados Unidos, empecé a cranear este álbum junto con Juan Chiavassa, que es el productor, y Leo, que arregló todo el disco. Esto lo tenía en mente hace mucho tiempo; quería hacer un disco de candombe agarrando clásicos. No sabía si hacerlo de forma súper tradicional o fusionado. Finalmente se dio más una cosa de fusión, porque empecé a grabar en Nueva York y a tocar con músicos de allá. Aunque lo quiera hacer tradicional, ya te da un tinte de fusión.
Así arrancó el proyecto. Grabando en Nueva York, y los tambores siempre los grabé en Uruguay. Me emociona mucho y me costó empezar, le tengo mucho respeto al candombe, entonces no supe bien por dónde encarar al principio. Ahora que ya está hecho, estoy súper feliz.
Tenés unas colaboraciones espectaculares en el disco. Hace poco subiste a Instagram un video de cuando eras chiquita cantando Mariposa Tecknicolor. ¿Cómo fue la experiencia de grabar con tu ídolo, Fito Páez?
- ¡Fue hermoso! La verdad que yo cuando tenía 19 años, creo, no me conocía nadie. Un día, Fito fue a Uruguay y me dijo que quería invitarme a cantar. En realidad, no me llamó él, sino el productor que yo conocía. Me dijo: "Mirà, Fito quiere invitarte a cantar en el Teatro de Verano". Yo me moría, no sabía qué pensar. Fui y canté con él. A mí no me conocía nadie, realmente creo que ni siquiera había sacado mi primer disco. Canté con él en el escenario, lo vi cuando salimos a cantar El amor después del amor. No ensayamos, estuvo bárbaro. Después, cuando me bajé, él me dijo que muchos colegas le habían hablado muy bien de mí y quería invitarme a cantar. Imaginate, yo era una adolescente en el cielo.
Luego, me invitó a que lo acompañara en algunas de sus presentaciones. Creo que hicimos la presentación de Ciudad liberada juntos. Después también grabé con él en El amor después del amor, lo que hizo ahora. Tenía la confianza de llamarlo, porque con mi papá también tiene un buen vínculo. Y así fue. Justo un día estaba hablando con mis padres por teléfono y le dije: "Che Fito, te quiero invitar a mi disco". Y él me respondió: "Obvio, Julieta, cuando quieras". La mejor onda. Me dijo que iba a poder grabar esa semana, y así lo hizo. Fito es de lo más lindo que hay en el mundo, y el resultado es una canción hermosa.
Hace dos años estás viviendo en Nueva York. ¿Por qué elegiste esa ciudad?
- En realidad fue más que nada por amor. Mi novio es argentino y ya vive allá hace muchos años. Nos conocimos medio que ahí, cuando estaba terminando la pandemia. Me dice: "Venite para acá, probá". Y yo pensaba: "No, me estoy yendo a Argentina". Mi plan original era irme a España o a Buenos Aires. Quería irme a vivir a otro lugar, y se dio esto de Nueva York. Dije: "Bueno, acá debe ser". Me propuso: "Si no te gusta, volvés". Él también es argentino, así que dije: "Está bien, voy a probar". Y me mudé hace dos años.
Al principio, me costó un poco porque, obviamente, Nueva York no es lo mismo ir de paseo que vivir allí. Cuando vas de visita, es la mejor ciudad del mundo. Pero, al vivir allí, se siente un poco hostil. Hay mucha gente, mucho ruido, todo está pasando al mismo tiempo. Vengo de Montevideo, que es una ciudad chiquita y tranquila, así que me abruma. Además, empezar todo de cero, porque allá nadie me conoce. Tenía que empezar a hacer mi carrera, y ya pude tocar en algunos shows preciosos. Tuve la oportunidad de tocar en un festival que se llama el Brick, en Prospect Park, que sería como el Central Park de Brooklyn. Allí tocó Drexler y una banda de funk cubano, Cima Funk, y estuvo precioso porque también pude cantar con Drexler. Ahí me vio un montón de gente, había muchos uruguayos.
¿Cómo es tu conexión con Argentina?
- Yo me siento uruguaya, pero también argentina. Nací en Argentina, soy argentina, pero viví mi infancia y adolescencia en Uruguay. Tengo mis amigos ahí, aprendí el himno uruguayo, así que me siento un poco más uruguaya, pero nunca dejé de ser argentina. Incluso muchas veces, en Uruguay, me he sentido más argentina. Cuando estoy en Uruguay, a veces me visto o hablo de cierta manera, y cuando vengo a Argentina, cruzo el río y me siento como en casa. Siempre estoy como en el medio. Argentina siempre fue el país que me reconoció en la música. La primera vez que la gente se entusiasmó con mis canciones fue en Argentina, y eso no lo olvido más. El público argentino es lo más grande que hay, y siento que mi proyecto tiene que crecer aquí.
¿Vas a tocar pronto por acá? ¿Tenés algo en mente?
- Sí, tengo pensado presentar el disco, pero va a ser el año que viene.
¿Cómo influye la música de tu padre en tu vida y en tu carrera?
- Me atraviesa de muchas formas. Lo admiro profundamente, más allá de que sea mi padre. Realmente soy fan de Rubén Rada. Me dediqué a escuchar su discografía atentamente, y cada vez que lo escucho, me emociona. Para mí, mi padre es único, no hay otro artista tan versátil, tan buen cantante y compositor, y tan buena persona. Me cuesta encontrar a alguien así como él. Lo que hizo por su cultura y cómo llevó el candombe, que es un ritmo bastante desconocido en el mundo, es increíble. Tener un referente así es fundamental.
¿Y cómo ves la escena musical femenina, especialmente en Uruguay?
- Siento que ha habido un crecimiento y una apertura de escucha impresionante. Hace poco canté en el festival Buena Vibra Uruguay en un horario central. Eso, hace unos años, era imposible. Antes no entraba en ningún festival, porque no había espacio para mí. Era difícil encontrar mi lugar. Ahora siento que hay más proyectos femeninos. En Uruguay, la gente se anima más a escuchar artistas nuevos y apoyarlos, y eso me gusta. He visto cómo ha cambiado la situación y me alegra. También a nivel personal, ver que tu proyecto crece y que hay más iniciativas femeninas es alentador. Justo lo comenté el otro día: en Uruguay, antes, te daban más bola si venías de afuera y tenías muchos años en la música. Era más común que artistas extranjeros llenaran teatros, mientras que los nacionales pasaban desapercibidos. Ahora siento que la gente se anima más a escuchar a nuevos talentos y a apoyarlos, a ir a ver un show de alguien que está emergiendo. Eso me gusta, ver cómo ha cambiado Uruguay en ese sentido.
¿Qué significa el candombe para vos?
- Para mí, es algo familiar. Lo conozco por mi padre, que es un referente del género. A veces, cuando lo tienes tan cerca, no lo valoras tanto. Lo valoraba, pero pensaba que era más el terreno de mi papá y no me metía tanto. Por eso, cuando empecé a hacer canciones, aunque había candombe, me fui por otro lado. En algún momento, la raíz te empieza a tirar. No hay forma de escapar. Me pasó cuando me mudé a Nueva York: ahí sentí la necesidad de cantar candombe. Descubrí que tenía muchos amigos allá que son fans del candombe y se juntan a tocar los tambores. Me empecé a conectar más con mis raíces uruguayas y también con lo argentino, porque estoy rodeada de argentinos. Este es el momento de hacer el disco que tenía pensado. Estoy en Nueva York, y no tiene sentido ponerme a cantar R&B. Tengo que hacer lo mío. Además, hay mucho público latino allí, así que es el lugar adecuado. El candombe es un género que te atraviesa, con mucha tradición y generaciones. Te conmueve y tiene la facilidad de fusionarse con cualquier otro ritmo, y eso es algo que hay que explorar más. Otros ritmos son conocidos en el mundo, y el candombe debería serlo también.