El 24 de junio de 1935 murió Carlos Gardel y no habían pasado ni dos semanas cuando el 9 de julio nació Mercedes Sosa. La otra artista reconocida a nivel mundial creció en una familia muy humilde, en un Tucumán que en pleno siglo XX mantenía condiciones de pobreza y trabajo muy precarias. Todo cambiaría con la irrupción del General Juan Domingo Perón, con más puestos laborales y derechos para los trabajadores. “Nunca fuimos peronistas de unidad básica sino de creer en Perón”, decía la cantante para sorprender al folklore.
Ema del Carmen Girón, la mamá de “La Negra” solía contar que apenas la beba asomó su cabecita sonaron las campanas del festejo patrio y ella pensó “esta chica es especial”. Ella quería llamarla Marta, pero el parto fue complicado así que Ernesto Sosa, aprovechó y le puso Haydee Mercedes Sosa. Pero esa maniobra no resultó porque como su mamá la llamaba Marta y al final, en su familia todos la llamaban así.
El papá de Mercedes trabajaba pintando trenes en Tafí Viejo, pero quedó cesante. Luego consiguió una changa en un ingenio azucarero que pagaba peor y al que llegaba luego de caminar varios kilómetros a pie. Y al acabar la zafra se terminó la tarea. Intentó rebuscársela hasta que vino a Buenos Aires a trabajar de estibador en el puerto. Allí la tristeza se le instaló porque era muy apegado con sus hijos, los extrañaba y lo extrañaban.
“Nunca fuimos peronistas de unidad básica sino de creer en Perón”
Por esto se volvió a Tucumán y consiguió una changa en un aserradero, hasta que dejó por problemas de salud. Tenía una mala alimentación y el aserrín le causaba severos problemas en los pulmones. Otra vez estaba sin trabajo, hasta que un familiar diputado por el peronismo le consiguió un puesto en la Caja de Previsión Social. Eso le devolvió la dignidad.
En esa época el artículo 14 bis de la Constitución otorgó jornada limitada, brindaba descanso y vacaciones pagas, más salario mínimo vital móvil, igual remuneración por igual tarea y protección contra el despido arbitrario, todos los Sosa se hicieron peronistas. “Nunca fuimos peronistas de unidad básica sino de creer en Perón y en peronismo como un cambio profundo para ellos. Una esperanza muy grande para mi gente”, describía La Negra para resumir un ciclo histórico para los humildes.
A los 15 años, Mercedes Sosa se animó a cantar en un certamen de radio, se presentó con un seudónimo, Gladys Osorio, y entonó “Triste estoy” de Margarita Palacios. Allí consiguió un contrato de dos meses y una paliza de su padre por el atrevimiento. Incluso el director de la radio fue hasta su casa para que le dieran permiso, pero solo Doña Ema convenció al marido: “Eso que hace la Marta está mal, pero qué lindo canta la nena, ¿no?”.
Todo lo que ganaba se lo entregaba a su mamá y en la vivienda había una imagen de la Virgen del Valle con una urna donde depositaban la plata. Cada hijo ponía su salario y la jefa del hogar repartía el dinero para que, por ejemplo, pagaran el colectivo. Para comprarse ropa el método era un mes un hijo y el otro, otro. Mercedes aprendió a hacer mucho con poco. Tenia una polera negra, una falda negra, un saco amarillo y otro rojo, pero agregaba un collarcito o un pañuelito de lunares y “cambiaba el look, con los detalles”.
Su voz empezó a ser conocida en su provincia y como estaba en el Partido Peronista pronto se convirtió en la cantante oficial. Cada vez que había un acto, ahí estaba ella brillando, donde la presentaban como “el orgullo de Tucumán”. Con los años, dejó de ser peronista para adherir a la izquierda. “Me volví una gente de izquierda porque comencé a leer. Empecé a estar con poetas, con escritores, con pintores. Fue muy lento el camino”, le contaba a Nora Lafon en 1983.
“No sé si quieren que viva en un rancho o qué. Desde ya lo digo: no quiero que la gente viva en ranchos; quiero que viva bien, en casas limpias y confortables. Eso es lo que sueño desde hace mucho. Vivo en un departamento que compré en 1973, cómodo pero no lujoso. En París vivía en una casa alquilada que presté a muchos amigos. La gente de derecha dirá una cosa, así como la de izquierda dice otra. Yo sigo mi vida y no pienso mudarme a un rancho porque me critiquen”, fue su respuesta ante algunas críticas que recibió por su ideología.
“Vivo de lo que canto. No puedo abandonar esto porque más allá que me gusta es mi manera de subsistencia. Yo no tengo otros negocios. Lo único que quiero es seguir cantando el sentimiento de la gente”, expresaba y defendía su derecho a expresarse: “Yo, por ser artista, no he sacado patente de idiota. Dicen que una artista no debe opinar de política. ¡Ah bueno!, entonces será una artista idiota”. Así y todo, reconocía que su relación con el dinero era “malísima” y aclaraba: “Cuando uno viene de la pobreza es difícil que la plata permanezca”.