A Connie Isla se le cerraron puertas que le abrieron paso a su carrera artística tal y como es ahora. Otras veces, ella misma fue quien cerró etapas, por incomodidades y exigencias a las que no quería dar respuesta. Puede que la conozcan por sus exitosos covers que subía a Youtube e Instagram, o tal vez por sus posteos contra el maltrato animal y de recetas veganas. Pero hoy Conni hizo un paso de página y, después de mostrarnos cuatro singles (Viaje, No ves, Pangea y Luna en Venus), sacará su tercer álbum en donde los conceptos claves son el espacio, el viaje y lo alienígena.
La primera puerta que se le cerró fue en 2014, cuando viajó a Los Ángeles a cumplir su sueño de toda la vida: grabar un disco. "No salió como esperaba y me volví. Acá tuve que reinventarme. Estuve toda mi vida trabajando para llegar ahí, llegué y no me gustó. Allá estaba yendo a hacer un disco cantando en inglés y recontra pop. Nada que ver". Según describió a El Destape, la industria de la música en Los Ángeles "es una selva y son todos leones".
Ya en Argentina comenzó a publicar covers en sus redes, acompañándose con guitarra y ukelele. También explotó su lado activista por el veganismo. Ambas cosas las dejó atrás, por varios motivos. Pero así fue cómo cosecho cientos de miles de seguidores que, hasta el día de hoy, la acompañan en sus cambios y decisiones.
-¿Cómo afrontas las frustraciones al cambiar teniendo ya un producto que funciona y mucha exposición?
-Yo todos los cambios que hice fueron procesos 100% genuinos y quizás algunos los mostré más y otros menos. Las redes son un lugar muy hostil. No solo por la cultura de la cancelación y los haters, sino también hoy Instagram cada vez te da menos alcance y es super frustrante para los creadores de contenido. No hay una forma de planearlo o estipularlo.
Connie se alejó del activismo de los comunicados y videos en redes, pero elige otras formas de hacer activismo: a través de su mùsica, de la performance o compartiendo ciertos posteos que la interpelan. Sigue yendo a vigilias-encuentros en donde se les da 'el último gesto de amor' a los animales antes de que vayan al matadero- o participa de Health Save, el grupo de activistas que hacen viandas veganas para la gente en situación de calle. También creó Vrote, una marca de ropa de industria nacional, vegana y cruelty free.
-¿Por qué te alejaste del activismo?
-Por un lado, me saturé. Me encontré en un lugar que no me gustó tanto. En un podio en donde yo estaba marcando algo y la gente me reclamaba y demandaba cosas. Todo desde el veganismo, nisiquiera los que están contra el movimiento. Me exigían cada vez más y ahí dije: "Yo no quiero estar acá". Pensaba que si esto es un movimiento por y para los animales, ¿por qué una persona es la que tiene el foco?. También me pasó que quise darle más difusión a mi música. Hay que pagar cierto derecho de piso. El "bueno loca, vos venís de acá (las redes), si querés pertenecer a la música vas a tener que dejar de lado un poco otras cosas".
-¿Qué te pasa cuando ves lo que hacías antes? ¿Lo ves como parte del camino o querés eliminarlo?
-De Instagram archivé todo, no por vergüenza o cringe sino por una cuestión de imagen y concepto. Cuando miro a la Connie de hace unos años, la abrazo. Siento que hoy soy así por todas las cosas que pasé. Obvio que hay cosas que digo "qué vergüenza", pero a todxs nos pasa. Mirar atrás y que te dé un poquito de verguenza es asimilar que también creciste. Si yo dijera "qué capa", ¿cuánto proceso de crecimiento hubo ahí?.
-Con el feminismo pasó un poco eso. El agotamiento de la militancia.
-Hubo un auge de la militancia, del veganismo, de la sustentabilidad, del feminismo, el slow fashion. La pandemia lo enfatizó más aún. Después, todo eso se fue suavizando. Yo empecé a preguntarme: ¿por qué creo que es tan importante lo que tengo para decir?. Hay tanta gente tanto más formada, que estudió, que está realmente con las manos en la masa y quizás son ellos que pueden comunicar mejor estas cosas. Siento que me ponía en un lugar de impartir información y hoy creo que es más, compartir. Ahí bajé un cambio y me dije: "No tenés que opinar de todo". Pero en las redes te exigían que lo hicieras. Con la muerte de Maradona, con que se incendió un bosque en no sé donde, con el comentario de una nutricionista en la tele. Y si no opinabas, te decían que eras una tibia.
- ¿Cómo afrontás la poca capacidad de escucha y reflexión a la hora de hablar del veganismo?
- Es muy difícil y personal. Va desde que a una nena sus papás no la dejan ser vegetariana hasta que se está luchando porque un proyecto de ley sea aprobado por una cuestión de salud pública. El espectro es gigante. Yo creo que una de las mejores soluciones es pensar en métodos de eficiencia, es dejar la pasión y el ego de lado. Calmarse y empezar a planear. Pero es hacerte una coraza y anesteciarse. No queda otra, no va a cambiar todo de la noche a la mañana. A la gente no le podés meter a patadas en la cabeza algo.
"José Saramago dice 'yo no quiero convencer a nadie de nada, eso sería una falta de respeto, seria colonizar la mente del otro'. Es tal cual. Es compartir y mostrar".
-¿Qué es lo que falla?
-Todo falla. No sé ni por dónde empezar. Es un mundo entero que anda mal, que está al reves. Desde el sistema educativo, político, alimentario, nuestros hábitos de consumo. Hay tantas cosas a las que se le da prioridad que otras quedan tan de lado y siguen siendo importantísimas. Por ejemplo: aprender inteligencia emocional en el colegio. Aprender a lidiar con tus emociones, a reconocerte a vos mismo y a un otro, a empatizar y tener herramientas. Eso nos posicionaría en otro lugar como sociedad pero, ¿cómo voy a decir esto si hay gente que se muere de hambre?. Como es tal la cantidad de problemas a nivel mundial, es muy fácil frustrarse y decir: no voy a hacer nada.
Frente a esta situación, y para hacerle frente a la frustración, Connie cita a Jane Goodall, etòloga y activista inglesa que expresó: "Activá localmente. Hacé cosas que vos puedas ver con tus ojos los resultados. Porque si querés cambiar algo tan grande de la noche a la mañana, no lo vas a ver y te vas a frustrar. En tu comunidad, desde tu lugar, hacé lo que puedas".
"A mí me pasó lo de frustrarme justamente por esto, pero entendí que es actuar desde tu lugar. Hoy la música la uso como canal para eso, pero no exclusivamente. Voy explorando las distintas cosas que me llaman. Me hace feliz tener un propósito", cerró diciendo Connie.