David Bowie siempre es noticia. Cinco años después de la aparición de Blackstar, el disco con el que el genial músico británico transformó su propia muerte en un hecho artístico conmovedor y relevante, llega Toy, un disco de canciones mayormente inéditas de la época en la que recién se iniciaba una carrera gloriosa. En esos años Bowie todavía era conocido por su nombre real, David Robert Jones, y buscaba en medio del bullicio del Swinging London y la explosión de la beatlemanía su propia identidad musical.
Toy es, como ha señalado buena parte de la crítica especializada, una nota al pie de ese libro gigante y fabuloso que es su discografía, pero tiene el valor de documentar las búsquedas del período inicial de un ícono de la cultura pop. Incluido en el lujoso box Brilliant Adventure (1992 - 2001), el disco reúne reelaboraciones de sus primeras canciones de los años sesenta grabadas con la gran banda que lo acompañó en su presentación en el festival de Glastonbury de 2000: Gail Ann Dorsey (bajo), Earl Slick (guitarra), Sterling Campbell (batería), Mike Garson (teclados), Holly Palmer y Emm Gryner (ambas en coros).
Es un buen disco, aunque está lejos de lo mejor de su producción -su etapa glam y la célebre Trilogía de Berlín en los años 70-. Pero escuchándolo con atención se encuentran muchas pistas de lo que vendría: así como en Silly Boy Blue hay algíun aire que remite a Underground (track que cierra la banda sonora de la película Laberinto que él mismo protagonizó), hay canciones que anticipan el sonido de clásicos como Hunky Dory (1971) y Ziggy Stardust (1972).
El lanzamiento del disco se produjo luego de que los herederos del músicos inglés fallecido en enero de 2016 vendieran los derechos de su rico catálogo al sello multinacional Warner, que aprovechó el aniversario 75 aniversario del nacimiento de Bowie para comercializarlo. El box de lujo del que forma parte viene con tres CDs, seis vinilos y un libro de fotos. En Toy hay joyitas como los arreglos de cuerdas de Tony Visconti o el violín de Lisa Germano, colaboradores del músico en aquella etapa. El disco fue archivado en su momento por diferencias entre el artista y el sello Virgin, pero por fortuna ahora ve la luz. Es un documento indispensable para curiosos y fans irreduictibles. Bowie sigue dando que hablar.