A Daniela Bragaggnolo, mejor conocida por su alter ego "Nanu The Crazy Latina", las redes sociales "le cambiaron la vida". Daniela tiene 27 años, es argentina pero vive en Canadá, canta y tiene una historia de película... de terror: siendo muy joven cayó engañada en una red de tráfico sexual y vivió el horror de la deshumanización en un ámbito putrefacto -el de la prostitución- del que pudo salir, pero a un costo alto. “La gente ve en mí un personaje con dolor y resentimiento. Es la historia de un villano al que lo juzgan sin conocer su historia. En mi vida mandé 40.800 cagadas, pero tuve que crecer sola, no tuve a nadie acompañándome”, remarcó en un mano a mano con El Destape, en un repaso por los altibajos de su vida que la llevaron hasta su presente como cantante, una faceta que le permite explorar el mundo del trabajo sexual y sus experiencias desde afuera y llevar un mensaje para barrer con los tabúes que, aún hoy, pesan sobre el tema.
¿Qué tan importantes son las redes sociales hoy en tu vida profesional?
- Para mí son una bendición y una maldición. Es una bendición porque me hice quien soy gracias a ellas y sin ningún contacto, y en ese sentido las redes sociales le abren las puertas a un montón de artistas y creadores a poder mostrarse al mundo. A pesar de esto también es una maldición, porque hay un montón de gente que las usa para desquitar su enojo y su crueldad, y hay que estar muy bien preparada mentalmente para que no te afecten los ataques o comentarios negativos.
¿Qué consejo le darías a alguien que está iniciándose como personalidad de las redes sociales?
- Le diría que se conozca mucho, porque en el momento en que empiece a hacer ruido con sus contenidos va a aparecer, inevitablemente, mucha gente que está enojada con la vida y que se desquitan con otros. Si uno se conoce bien, las palabras de los otros no afectan tanto y se tiene los pies sobre la tierra. Como artista que trabaja mucho con las redes sociales trato de todos los días sentarme a meditar un buen rato, porque me ordena en mi eje.
Como cantante estás por lanzar un nuevo álbum. ¿Cuál es el concepto que une tus canciones?
- En este nuevo álbum que estoy por sacar hablo sobre los tabúes en el trabajo sexual. Me gusta mucho tocar ese tema porque durante muchos años fui trabajadora sexual y stripper. Creo que en Norteamérica ya hubo una exposición de lo que es ser una trabajadora sexual desde el arte, como lo dejó demostrado Cardi B, pero en Latinoamérica esto aún no pasa y en cambio veo que está de moda que muchas artistas agarren el tema del trabajo sexual como una inspiración para sus temas, pero no usan su voz para hablar sobre las complejidades o los problemas del trabajo sexual. Ahí entro yo y me parece que puedo marcar una diferencia para expresar, a través de mis canciones, que las trabajadoras sexuales somos seres humanos, mujeres que sobreviven y que estamos en un rubro donde así como hay placer, hay estigmatización.
¿Creés que el trabajo sexual puede ser un camino deseado?
- Es algo que depende mucho de la persona. He conocido muchas mujeres que lo disfrutan realmente y jamás se me ocurriría juzgarlas. Yo no lo disfruté, porque soy muy sensible y creo que para gente que es muy sensible es difícil entrar en la dinámica de volverse un objeto o una fantasía y estar bien con eso. Creo que lo más difícil de ser trabajadora sexual es el ambiente más que el trabajo en sí, porque estás en un escenario donde circula mucha droga y hay gente que se aprovecha de vos.
A mí me pasa algo muy curioso con ser stripper y es que amo ese trabajo, pero nunca me gustó lidiar con los hombres y su violencia. No hay nada más lindo que estar desnuda bailando en un caño. El caño es un lugar hermoso para explorar mi energía femenina. El problema es cuando los hombres no te perciben como una persona, sino como una fantasía a la que le pagan y no la respetan, y lamentablemente hay muchos que son así. Más allá de esto, también tuve clientes muy buenos que te tratan como un ser humano.
¿Alguna vez te enamoraste de un cliente?
- Sí, aunque eso jamás hay que hacerlo (risas). Y sí, me ha pasado que hay clientes que se enamoran… pero sucede que, al igual que en mis redes sociales, la gente a veces no entiende la diferencia entre mi álter ego y Daniela, y muchos no saben que ser trabajadora sexual es ser una actriz, ya que continuamente tenés que estar improvisando, actuando, creando una fantasía.
Cuando empecé como trabajadora sexual era bastante ingenua y me enamoré de un cliente. Después de un tiempo me arrepentí porque era un chico malo. Estafador, hacker… de todos los que podía haberme enamorado me enganché al peor.
¿Cómo llegaste al trabajo sexual?
- Siendo muy jovencita. A los 18 años las cosas en mi casa de Ingeniero Maschwitz no estaban bien y como mi papá vivía en Canadá, se me ocurrió que una buena solución para volver a empezar era llamarlo y pedirle si podía recibirme allá. Él tenía su vida armada allá y si bien accedió a que vaya hasta allá, me dijo que me arreglara sola. Cuando pisé Canadá se me vino abajo mi ilusión de que en el primer mundo todo es color de rosa y no hizo falta mucho tiempo para que me diera cuenta de que donde hay más plata, hay más maldad. No sabía muy bien el idioma y era ingenua, dos cosas que me hicieron conocer personas que me llevaron a caer en el tráfico sexual. Y una vez que caes es como una droga, porque es un estilo de vida muy al límite. Me pasó que cuando pude salir de la red de tráfico, decidí seguir trabajando del sexo porque estaba tan acostumbrada a tener la libertad de decir “trabajo cuando quiero”, y a manejar mi dinero y finanzas, que no veía otro camino posible.
De la red de tráfico sexual salí después de haberme vinculado con un cliente enamorado que me terminó estafando. Me escapé con él y durante un viaje a Argentina para pasar las fiestas con mi mamá -y mientras yo estaba festejando- usó mi identidad para sacar plata de una cuenta. Me cayó la ficha de la estafa cuando me llamó el banco de Canadá para preguntarme qué era esa cantidad de plata en mi cuenta. Volví a Canadá para tratar de conseguir ese dinero robado y me puse en contacto con mi proxeneta, que me estaba buscando por todos lados después de que me escapé, porque esa plata que me estafaron era de sus negocios de lavado. Le pedí que me la deje pasar porque este hombre nos había usado a los dos y accedió, pero solo porque en ese momento tenía al Gobierno atrás mío, por el tema del banco. Mi proxeneta no quiso saber más nada conmigo y la saqué barata porque me dejó ir, no me puso una pistola en la cabeza.
MÁS INFO
¿Y cómo seguiste?
- Tuve que pagar toda la deuda del estafador, no me quedó otra, así que entré a trabajar en una casa de masajes y después, acostumbrada a esa vida, ya no salí hasta mucho después.
¿Nunca te interesó judicializar el tema?
- Sí, pero es muy difícil porque a menos que tengas pruebas contundentes pesa más el juicio de la sociedad que culpa y dice “vos fuiste hasta ahí y nadie te puso un arma en la cabeza”. Lo que me pasó a mí es que fui manipulada siendo una persona joven y de eso no se habla en la Justicia. He pensado en judicializar el tema, estoy buscando abogados en Canadá.
La última, ¿qué opinión tenés de Only Fans?
- Celebro que exista Only Fans porque está matando a la industria del porno, que es muy turbia. En Only Fans hay más seguridad y no existen los proxenetas porque cada uno es su propio jefe.