Fue noticia hace unos días por contagiarse el coronavirus, pero a Caetano Veloso hay que prestarle atención sobre todo por su música: a punto de cumplir 80 años, el notable artista brasileño acaba de editar un discazo titulado Meu coco que funciona como síntesis de la variedad de estilos que abordó en su extensa carrera, iniciada a fines de los 60, pero al mismo tiempo suena fresco, súper contemporáneo.
El gran héroe del tropicalismo, uno de los músicos más importantes de la historia de América Latina, exprime sus ideas y su propia historia en el primer disco en estudio con canciones nuevas desde Abraçaço (publicado en 2012). Caetano hace un balance positivo de su vida. De hecho, en Cobre canta “vale la pena haber vivido” con una voz que se quiebra en los agudos y la aporta un plus emocional al tema.
Originalmente, Caetano pretendía crear un espectáculo de música y danza a partir del tema Meu coco, un cúmulo de todas sus ideas fluyendo en una canción como una ola arrasadora. La pandemia lo obligó a cambiar de planes, y el resultado no podía ser mejor: un disco que brilla y sorprende, con homenajes a otros grandes músicos de Brasil -Gilberto Gil, Gal Costa, su hermana Marñia Bethania, Jorge Ben, Djavan, Carlos Lyra, Milton Nascimento, Carlinhos Brown y hasta Os Tincoãs, una banda de Bahía, lugar donde nació Veloso, muy célebre en los años 70.
Grabado en su estudio casero de Río de Janeiro en colaboración con Lucas Nunes, un amigo de su hijo más joven, Tom (con el que Nunes una banda llamada Dônica); Meu coco tiene un sonido muy actual.Se nota que Caetano está rodeado de gente joven y es que es muy permeable a las ideas de los demás.
En el disco también participan Moreno Veloso, otro de sus hijos, el gran cellista Jacques Morelenbaum y su hija Dora, y un gran arreglista brasileño recientemente fallecido, Letieres Leite. Hay samba, arreglos orquestales sofisticados, percusiones que remiten a los blocos afro y por encima de todo la voz sensible y magnética de Caetano.
En las canciones hay una especie de avalancha de pensamientos, de recuerdos evidentemente almacenados muchos años y ahora desbloqueados, pero también algunas alusiones punzantes al presente, como la crítica de los nuevos tipos de alineación que propaga el avance tecnológico (en Anjos tronchos) y la enorme Não vou deixar, sostenida por un groove de un piano eléctrico, bañada de funk carioca y con un atrapante arreglo de cello de Morelenbaum y donde los dardos apuntan al inefable Jair Bolsonaro. Sobre el final de 2021, Caetano nos regaló uno de los mejores discos de un año muy complicado en muchos sentidos. Siempre hay qu estar atento a la obra de un artista que nació iluminado.