Los artistas que participaron con sus obras de la muestra "Objeto Histórico, 40 años de democracia" en el Museo de Arte y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria de La Plata, se inspiraron para sus creaciones en frases de personajes de la historia argentina como Manuel Belgrano que cobran actualidad, en el presente, y en hechos que conmocionaron a la sociedad, como la desaparición de la joven tucumana Marita Verón, y que marcaron un antes y un después en la política, como el juicio a las juntas militares.
"¡Ay, Patria mía! surgió en 1993, como activación de la frase que la historiografía oficial le atribuye al general Manuel Belgrano en su lecho de muerte y me servía como presentación de una serie de instalaciones que daban cuenta de lo que sucedía en ese momento en la patria y en mi caso, me afectaban personalmente. Privatizaciones de empresas estatales, campaña del gobierno estimulando la xenofobia, olvido e injusticia con las leyes de obediencia debida y punto final, mientras aparecían los primeros carteles promoviendo la reelección de Menem. Contenidos que me permitían formalmente tomar posición, dialogar y tensionar con las obras de mis amigues y colegas, que eran encerradas en las falsas, ciegas e interesadas categorías de ´arte light´ o ´guarango´", explica Daniel Ontiveros.
El artista Javier Olmo, quien trabajó sobre Marita Verón, desaparecida en Tucumán, el 3 de abril de 2002, contó que "construir la memoria de Marita Verón para sostener la memoria de tantas otras miles de desaparecidas con fines de explotación sexual en Argentina, de quienes quizás no llegamos a conocer sus nombres, sus rostros, o sus historias. Marita Verón es un símbolo que levantamos cuando ya no podemos cuantificar la cantidad de desaparecidos y víctimas que se incrementa año a año".
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Para Olmo, "no permitir que desaparezca la memoria de quienes han desaparecido y desnaturalizar todo hecho de violencia es además enviar un mensaje, frente al mensaje que intenta imponer el miedo y el terror como lo es cualquier desaparición forzada, con nuestras acciones, herramientas y armas simbólicas enviar nuestro mensaje, no tenemos miedo, o quizás tenemos miedo pero ese miedo no nos paraliza, seguimos saliendo a la calle, seguimos organizándonos y luchando para conseguir justicia".
Para ello, el artista reivindica "construir la memoria con acciones simples, con sencillez de recursos, con una materialidad frágil, reapropiando técnicas y saberes populares como la pegatina de publicidad de pequeño formato, un recurso intimista que tiene como idea la construcción de la memoria desde la insistencia en el tiempo y permitiendo la posibilidad de que esa idea sea tomada y continuada por otros, contagiar nuevas formas, nuevos imaginarios para la construcción de una memoria que solo puede ser colectiva".
Eduardo Longoni es autor de "Juicio a las juntas militares" y junto a ella explica: "es la única foto en mi vida que hice llorando. La sala en la que se desarrollaba el juicio estaba en silencio, había una tensión que cortaba la respiración. Público, abogados, las Madres, todos con la mirada fija en la puerta por la que iban a entrar los ex comandantes de las tres juntas, juzgados por crímenes aberrantes durante la dictadura. Del cuello me colgaban dos cámaras con película blanco y negro. Una con un angular y otra con un teleobjetivo corto de 85 milímetros. Nunca imaginé que llegara a presenciar algo así. Los amos y señores de la vida y la muerte de miles de argentinos, a punto de sentarse en el banquillo de los acusados".
"Tenía sólo unos segundos para hacer una foto que podía ser histórica. A ellos ya los había conocido fotografiándolos en innumerables actos y ceremonias militares. Y los había sufrido en carne propia en años de militancia política, con amigos presos y desaparecidos, y junto a mis colegas, en las represiones de cada marcha, en cada manifestación de protesta. Se me nubló la vista. Levanté la cámara con el tele corto. El último de la fila era Videla. En una de las fotografías que tomé se filtró, entre los cuerpos de los militares, la mirada del fiscal encargado de la acusación, César Strassera. Pura casualidad que terminó de darle a la imagen el carácter simbólico que cobró después. Me resultó complicado enfocar, entre las lágrimas, la tensión, los gritos de la gente que vociferaba ¡asesinos!, ¡asesinos! Las voces salían de bocas atragantadas por años de impotencia y lucha. Creo que también me temblaban las manos", acotó.
Leonel Luna explica que su obra responde a una serie que realizó en 2002 en homenaje a Antonio Berni en su serie de Juanito Laguna. "Mi modelo fue mi colega la reconocida artista y activista Fernanda Laguna, que encarnaba esa fragilidad e inocencia de Juanito. Recuerdo que invité a Fernanda diciendo vos serás mi Juanito!! Ella accedió y realizamos una serie de tomas que luego sobre impuse digitalmente en un basural a cielo abierto. Juanito Laguna volvía a tener la vigencia de la infancia perdida en la triste realidad de de la crisis económica y política del 2001, y esa vigencia se tornó muy real, tanto que decidí retomar muchas de aquellas obras que representaban la desigualdad, la exclusión y sus consecuencias con tomas fotográficas que remitieran a las pinturas de Berni, Blanes y otros artistas argentinos", añadió.
La serie completa se tituló "Su opulencia es nuestra exclusión", "donde las obras no representaban hechos, sino que colaboraban a resignificar imaginarios sobre la forma en que nos vemos o imaginamos en este presente que construimos", explica Luna.
Natalia Revale representa a las multinacionales que construyen piletones con salmuera para extraer el litio y explica que "la paleta de colores de los piletones recuerda a los cristales que forman los esmaltes cerámicos. La vajilla es parte de un banquete, al que no hemos sido invitados. La arqueología del extractivismo, que viaja veloz, apenas con tiempo de ser deglutido en la hora del té".
Con información de Télam