La obra de la cineasta Narcisa Hirsch se despliega en una megamuestra en el CCK

22 de agosto, 2023 | 14.39

(Por Claudia Lorenzón) "La intensidad de la mirada", una megamuestra de la cineasta alemana Narcisa Hirsch que reúne fotografías, esculturas, videos, diarios fílmicos, dibujos, sonidos y voces de la artista invita a sumergirse en una vivencia de experimentación sensorial, en el Centro Cultural Kirchner (CCK), donde por primera vez se exhiben películas inéditas de la creadora.

Hija de Heinrich Heuser, pintor expresionista y de Narcisa Kilian, la cineasta nació en Berlín en 1928 y llegó a Buenos Aires en los comienzos de los años 30 y en 1950 se casó con Paul Hirsch, un empresario judío alemán de Frankfurt emigrado a Bolivia, con el que tuvo tres hijos.

Inspirada por las nuevas vanguardias artísticas que en los 50 y 60 llegaron al país desde el Instituto de Arte Moderno o el Di Tella, Hirsch salió a la calle con lo que en aquel momento se denominaba happenings, una manifestación artística en la vía pública que buscaba provocar convocando a los espectadores a ser parte de la escena, y a partir de esas experiencias filmó documentales en super ocho como "La Marabunta", de 1967, "Manzanas" y "Bebés".

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Desde el inicio, su cine fue experimental, un fenómeno que había empezado en los años 30 con Luis Buñuel y Salvador Dalí en España, con Hans Richter y muchos otros en la Bauhaus en Alemania, y expandió en los 60 y 70 su actividad audiovisual en forma de instalaciones, objetos, performances, grafitis e intervenciones urbanas, consolidando su faceta transgresora y construyendo su propia poética personal con la que abordó temas como el amor, el universo y la muerte.

Testigo de ello es la retrospectiva que se extiende en el cuarto piso del CCK, como una invitación a experimentar a través de los sentidos con la reproducción en el centro de la sala, de tres manos gigantes que formaron parte de su película "Retrato de una artista como ser humano", y en las paredes de las salas, pinturas, dibujos, fotografías y pequeñas pantallas que reproducen sus filmes, alejados del cine convencional, explica la curadora Daniela Muttis, quien trabajó 23 años con la artista, que a los 95 años actualmente vive en Bariloche.

"La muestra es como un retrato de la artista, ya que ella aparece en escenas de sus películas, o aparecen sus sentimientos o deseos de provocación más explícitos, alejándose de la narrativa del cine de ficción", señala la curadora, quien destaca su tendencia a documentar todo su trabajo artístico que ahora se condensa en una muestra.

Muchas de las películas que integran la exposición son documentales que realizó junto a Marie Luise Alemann y Walther Mejía. Happenings en la vía pública, como la película "Bebés", que recoge escenas sucedidas en Estados Unidos, Londres y Buenos Aires, a partir de la entrega de pequeños muñequitos en forma de bebés, donde se ve reaccionar al público de distinta manera. En Buenos Aires la experiencia tuvo lugar en el 72, con fuerte presencia policial, en tiempos previos a la dictadura.

"Para ella el cine experimental es poesía, el guion no existe, y apela a imágenes abstractas, oníricas, conformando una poética personal, con técnicas que muchas veces lleva a pintar la película, ajarla o dibujarla, para impresionar o conmover", explica la curadora.

En "Manzanas", regala mil manzanas en la peatonal Florida, "interpelando sobre el gesto de dar y recibir: nadie entiende por qué le van a regalar algo; la gente le preguntaba por qué me regalan, usted quién es, qué buscan con esto, en una suerte de sorpresa, agradecimiento o desconfianza", recuerda Muttis.

"Retrato de una artista como ser humano", de 1973, capta el ritual en el que se van arrojando al río los elementos usados en ese happening, como unas esculturas de manos gigantes, cuyas réplicas a cargo de Walter Lamas, aparecen en la muestra sostenidas por piernas de hombres y mujeres.

La película "Marabunta" recoge la experiencia surgida a partir de la película "Blow-Up" de Michelangelo Antonioni, inspirada en un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de un fotógrafo que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser un cadáver. A partir de esa historia, Hirsch ideó un happening en el que presenta la escultura del esqueleto de una mujer, más grande que el tamaño natural, cubierto de alimentos y relleno de palomas vivas. Durante la performance el público devoró la fruta y los sándwiches que sujetaba el esqueleto, y de su interior, salieron varias palomas.

Si bien la experiencia estaba planeada para el espacio urbano, tuvo que realizarse en el teatro Coliseo de Buenos Aires -donde se proyectaba la película de Antonioni- porque en el contexto de la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) la intervención callejera no estaba permitida.

Así como el amor, la muerte y los interrogantes sobre la existencia son ejes de sus obras, el cuerpo es otro de los temas, "especialmente el cuerpo masculino, que no es muy mostrado en las películas de aquel momento, y lo toma y lo descubre desde el punto de vista de una mujer", dice Muttis.

La fotografía también fue terreno de investigación para la artista, y prueba de ello es un libro donde reunió una serie de imágenes en blanco y negro que generan transparencias, o sombras, en contraposición a la fotografía plana, que también se exhibe sobre una de las paredes de la sala.

En la muestra, también se exhibe una escultura a la que llamó "Concepción, vida, muerte y transfiguración", de 1966, que es una réplica de una novia que contenía un soporte para visualizar fotografías estereoscópicas, destinado a ver imágenes en tres dimensiones. Las fotografías componen una fotonovela sobre una historia de amor del siglo XVIII, muy graciosa o irónica que termina en la ruptura de la pareja.

Cuadros informalistas, dibujos de estudio que realizó en el taller de pintura de Demetrio Urruchúa y un enorme retrato de Hirsch pintado por Edgardo Giménez también integran la exhibición, que también recoge el pensamiento de la artista sobre su propia obra.

El rol de la mujer es importante en su trabajo, aunque no se considera una feminista. "Yo no soy una feminista en el sentido convencional de la palabra, porque soy atea a todos los ismos y tampoco tengo un feminismo declarado...mi feminismo pasa por un espacio de percepción y creación", se lee en una de las paredes de la segunda sala, donde hay películas en las que aparecen imágenes proyectadas en su propio cuerpo.

Extractos de guiones de sus películas de puño y letra de la artista forman parte de la muestra, así como fotos y videos de la filmación de la película "La pesca de la centolla" que transcurre en pleno mar, y es la primera vez que se exhibe; al igual que la película "El rey de la Patagonia", que evoca a Oréile Antoine de Tounens, un francés que se consideró en 1860 el rey de Araucanía, en el sur argentino.

La muestra también reúne, en una de sus paredes, fotografías de grafitis que realizó en los 80, desafiando las leyes de la dictadura que exigía que las paredes estuvieran limpias de consignas. Pero Hirsch salía a pintar en soledad, textos poéticos con los que rompía esa prohibición, cuenta Muttis. "El acto de mirar con los propios ojos", "Escuchar el agua de lluvia", frases en inglés como "Is like making the love to the sun" forman parte de esas acciones rebeldes. "Cuando las cosas no se entienden no se ven" decía Hirsch, para explicar que quien prohibía no iba a prestar atención a sus escritos, porque no los iba a comprender.

Su última película, filmada este año, es "Materia oscura", donde aborda los misterios de la creación del universo, un tema en algún momento devino foco de interés recurrente y hasta la llevó a obsesionarse con enviar sus cenizas al espacio, rememora la curadora. La muestra, que finaliza en el sexto piso con una sala de sonidos, recibe al visitante con el libro "Haigokeros", que reúne haikus, escrito en ideogramas orientales. Con parlantes ubicados al ras del piso, la sala invita a acostarse y escuchar música experimental, a cargo de Nicolás Diab. La voz de la artista aparece repitiendo ideas como "quietud, todo brota de una quietud; estallando, excesos, la quietud brota del mundo, todo se disuelve".

La exposición, que podrá visitarse hasta el 12 de noviembre, se complementa con un ciclo de cine donde se podrán apreciar "Diario patagónico 1"(1972), "Diario 1976" (1976), "La pesca de la centolla" (1979) y "La pasión" (1992), entre otros títulos que completan toda su filmografía.

Con información de Télam

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